Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

En Canal Sur TV hablando sobre Venezuela

5 comentarios

Ivan 9 de marzo de 2013 at 18:34

Se aprecia claramente en las preguntas del entrevistador los largos tentáculos de falsimedia. Cuando la realidad es adversa, siempre está el recurso de la difamación y la calumnia, que, convenientemente amplificadas y repetidas (como recomendaba Goebbels), acaban sembrando la duda o incluso logrando muchos apoyos. Y es aquí donde la izquierda juega claramente en desventaja frente a la minoritaria clase dominante, que, con sus grandes agencias informativas y el complejo entramado mediático mundial, ha logrado implantar la más adversa de las dictaduras, la que, a través de poderosas técnicas de persuasión, la logrado construir un imaginario colectivo en donde el individuo se siente libre y dueño de su destino. De aquí se desprende que el éxito o fracaso en la vida depende de la capacidad de uno mismo, sin que parezca importar mucho el hecho de que los poderosos medios de comunicación burgueses dediquen importantes sumas de dinero a publicitar las decisiones que debes tomar en cada momento (incluída la clase política) o el hecho de que nazcas en el seno de una familia pudiente frente a los que nacen en el seno de familias pobres. Si vives en una nación donde gobiernan partidos compromisarios de la burguesía, te va a resultar muy difícil desprenderte de este cliché, aunque milites en la izquierda, ya que los inexistentes o débiles medios de comunicación alternativos no tienen la posibilidad de influir en la opinión pública mayoritaria.
Por el contrario, los pocos regímenes progresistas que no se derrumbaron cuando cayó el campo socialista y los que han surgido en los últimos años tienen perdida la guerra en el terreno de la información frente a las grandes agencias y medios de la burguesía que han logrado implantar su tiranía y que ejercen una poderosa influencia incluso sobre los ciudadanos de estas naciones tanto por el hecho de ser los dueños del paradigma dominante como por el poder hegemónico que ejercen sobre los medios de comunicación de algunas de estas naciones (como es el caso de Venezuela, Bolivia o Ecuador). Esto es lo que marca la diferencia. Si fueron capaces de acabar con el colosal campo socialista liderado por la URSS sin necesidad de disparar un solo tiro, por el inmenso poder de penetración de su entramado mediático (que les permitió explotar a las mayorías del mundo occidental sin necesidad de recurrir a la represión y de encandilar a mucha gente del campo socialista), podemos imaginar las dificultades que afrontan las naciones con procesos de emancipación de la tiranía imperial por el simple hecho de no disponer de agencias y medios de comunicación con los que poder competir en igualdad de condiciones.
Resulta desolador y profundamente injusto que Venezuela, Cuba, Bolivia o Ecuador vean peligrar la estabilidad de sus legítimos gobiernos, que pueden dar lecciones en muchos aspectos a las falsas democracias occidentales, por las falaces o insignificantes acusaciones de falsimedia. Ahora resulta que Chávez (como se dijera años atrás de Fidel por parte de la revista ultraconservadora Forbes) tiene una gran fortuna. ¿ Y para qué habrían de codiciar Chávez y Fidel una gran fortuna? ¿Acaso no les hubiera resultado mucho más sencillo lograr esa fortuna y garantizar su seguridad personal trabajando de peones para el imperio, como han hecho y siguen haciendo tantos sátrapas en el mundo? ¿Cuántos de esos superricos que hay en el mundo habrían seguido con sus actividades lucrativas tras uno o dos intentos de asesinato? Otra de las acusaciones es el populismo. Debe ser que atender las necesidades de las mayorías humildes es impropio de la democracia, nunca comparable con atender conceptos como «patria» y «bandera», aunque para ello se tenga que asesinar a la mitad o la mayoría de los ciudadanos. También está la acusación de autoritarismo por la firmeza en la toma de decisiones, ya que lo correcto, en cualquier democracia que se precie, es utilizar reclamos en campaña y, a continuación, traicionar a los electores cumpliendo la voluntad del 1% privilegiado. ¿Y qué decir de la acusación de histrionismo? A Chávez se le ha demonizado por cantar rancheras, hablar con el pueblo desde la televisión, regalar libros a presidentes, acusar de golpista a Aznar o chivatear el pestilente olor a azufre de la máxima autoridad del imperio. Sin duda, todo ello es imperdonable si lo comparamos con acciones menos histriónicas y con un alto sentido de la responsabilidad como la guerra de Irak, el linchamiento y cambio de régimen en Libia o el golpe de estado en Honduras.
La izquierda debe reflexionar profundamente sobre el poder asimétrico de la burguesía en el control de los medios de comunicación para que conquistar o mantener el poder no resulte una tarea casi imposible. El futuro del socialismo cubano no puede depender de la propaganda de blogueros insignificantes y malvados ni de medios de comunicación burgueses y ultraconservadores, como tampoco el de Venezuela, Bolivia, Ecuador etc.. Por otra parte, la izquierda real en Europa o Estados Unidos debe tomar conciencia de que no se puede conquistar el poder desde los medios de comunicación de la burguesía y sin derrotar a esta en el terreno de la información. Cualquier conquista del poder que no cumpla este requisito tiene que ir acompañada de un tremendo sobreesfuerzo (como pasa en las naciones latinoamericanas) o recurrir a la violencia y a la represión. Aquí en España debería tomar buena nota de ello Izquierda Unida y mirar con otros ojos a los procesos de emancipación de América Latina ya que son modelos exitosos perfectamente extrapolables. Otra cosa es que se considere que estas naciones militan en segunda división mundial o que España tiene una alta misión que cumplir a través de sus multinacionales en América (a la altura seguramente de la que cumplimos siglos atrás). Por lo que parece, los únicos que se han dado cuenta del profundo cambio que se esta produciendo en la región son los socialistas, de ahí que hayan reclamado una transición democrática hacia el modelo que había en los tiempos de Carlos Andrés Pérez, que es sin duda donde ellos se sienten como pez en el agua.

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José Miguel 9 de marzo de 2013 at 18:56

Tú,como siempre,Juan,diciendo VERDADES que molestan a los de siempre.UN ABRAZO,por ser como eres.

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Pía Uribe 9 de marzo de 2013 at 20:21

No he podido oir el video en esta página,creo que estaba bloqueado, pero lo he oido entrando directamente en Tele Sur. Me ha parecido, aunque corto, bastante didáctico y nada sectario. Como siempre gracias.

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Cristina 9 de marzo de 2013 at 22:09

Conocí Caracas en 1981, invitada por la Universidad Central de Venezuela para dar unas clases públicas sobre la historia del delito en Buenos Aires. Al lado de la feroz dictadura que vivíamos en la Argentina, Venezuela se me apareció a primera vista como un paraiso. Desde los 50 no había golpes de estado y como un relojito democrático Carlos Andrés Pérez de Acción Democrática había gobernado anteriormente y ahora lo hacía Herrera Campins de COPEI. Los profesores que iba conociendo eran personas encantadoras que opinaban tan libremente como yo debía callarme en mi país. Y qué bien vivían. Excelentes sueldos que les permitían ir por un fin de semana al Niágara o tomarse unos días para ir de compras a Miami. Ahí vi en qué consistía verdaderamente la sociedad de consumo. Cinco televisores en tres ambientes no lo había visto nunca. Esa fue la primera disonancia. Venezuela no producía más que petróleo y con su renta se podía comprar cualquier cosa pero afuera. En las semanas que estuve se hizo el Congreso Mundial de Psicoanálisis y ahí conocí a Lacan. La Sinfónica nacional era una orquesta que sonaba como los dioses, integrada por músicos europeos. Como se terminaba el ejercicio fiscal y la empresa de teléfonos no había alcanzado a gastar su presupuesto, para hacerlo organizó un festival de teatro penitenciario. Metida en el surrealismo mágico vi un par de muy buenas puestas hechas por los presos de las mazmorras venezolanas.
En los países de geografía escarpada es muy difícil esconder a los pobres. De las sierras expuestas a la vista pública un hormigueo humano bajaba y subía de los montes día y noche, pero estaban tan integrados al paisaje que terminabas mirándolos sin verlos. Había sido alertada de no moverme del circuito seguro entre la zona céntrica de Sabana Blanca y el campus universitario y no apartarme del coche con chofer que me habían asignado. Recuerdo a esas personas miserables, fantasmas en el medio de la elegante Sabana Blanca. Me acerqué a uno de ellos para preguntar por un lugar. Hombre joven con un solo diente arriba y ninguno abajo me preguntó de dónde era yo, y me dijo que él sabía de una provincia de argentina, Santiago del Estero, y que estaba llena de pulgas. Faltaba más, a ver si me iba a creer yo más que ellos. Me dio impresión pero no miedo. Este terrible contraste entre paraíso e infierno sin purgatorio fue la segunda y definitiva disonancia. Aun no tenía nombre pero era el neoliberalismo.
Asistí a Miraflores a la presentación de la traducción de las obras completas de Platón directamente del griego por Juan García Bacca, exiliado de la guerra civil española y con 80 años en aquel momento. El presidente Campins me preguntó por qué me quedaba tan poco tiempo. Le dije que la embajada venezolana en Argentina me había concedido la visa por 30 días. El hombre, de mucha educación y muy culto enseguida llamó a su edecán para hacer la extensión por el tiempo que yo quisiera. Agradecí y decliné la invitación. Ya había visto todo lo que tenía que ver.
En 1983 conocí a Carlos Andrés Pérez en Buenos Aires. Había venido a la primera reunión de la Multipartidaria. Esta abarcaba a todos los partidos políticos del país para debatir los lineamientos pos- dictadura, que muy debilitada después de Malvinas no pudo evitar este movimiento. Carlos Andrés Pérez habló. Dijo que teníamos que dar vuelta la página, reconciliarnos y no juzgar a los militares. Había que pactar. Fue silbado largamente. En ese momento me esclarecí. La internacional socialista había bajado sus banderas entregando la economía y reservándose cuestiones sociales progresistas. Leer, opinar, discutir todo lo que se quiera, pero no revisar, investigar ni tocar las estructuras económicas que acá se impusieron por las armas. Este hombre fue nuevamente presidente y cuando en 1989 se desató el caracazo mató a miles. Después vinieron los socialdemócratas en los otros países latinoamericanos con la fórmula venezolana. Y después en Europa los Blair, Prodi, Papandreu, Zapatero… y ahora Hollande.
Aquella experiencia fue mi bola de cristal para no confiar en ninguno. La aparición de Chávez vino a cambiar esta historia en América Latina. Un verdadero demonio que salió del infierno. La pesadilla del paraíso caraqueño y latinoamericano.

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cesar 12 de marzo de 2013 at 07:38

En la tele hay
ay,dos bustos parlantes
haremos un pan
Finos perfumes
reuniones de grandes
ya sabemos que

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