Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

La herencia económica de Zapatero

Publicado en Crónica Popular el 17 de septiembre de 2011

 

La llegada de José Luis Rodríguez Zapatero marcó un momento de singular ilusión en las corrientes de izquierda. Su republicanismo civil y las propuestas de avance social que se hicieron prácticamente desde el primer momento, avaladas además por la presencia de personas de claro perfil socialista en su gobierno, concitaron gran apoyo y esperanza. Paralelas, como no podía ser menos, con ataques de la derecha incluso ya desde antes de que accediera formalmente a la presidencia.

 

Su salida del gobierno, sin embargo, lo marca en mi opinión como el peor presidente que ha habido en España en el reciente periodo de democracia.

 

En el plano económico me parece que su gestión se podría calificar como especialmente frustrante y servil ante los poderosos.

 

Esto último era algo que se vino venir desde el primer momento cuando se rodeó de asesores de reconocida ideología neoliberal, pero la involución tan radical en sus planteamientos y el humo en el que al final se han convertido sus aspiraciones de mayor igualdad y transformación social han ido mucho más lejos de lo que se podía esperar.

 

Su primera legislatura estuvo marcada por la aprobación de una amplia batería de normas sociales, desde la ley integral contra la violencia de género a la de dependencia pasando por la de igualdad, que estaban destinadas a marcar un antes y un después en la consolidación del Estado de Bienestar en España.

 

Sin embargo, bien por limitaciones incorporadas por los propios ministros que las habían promovido bien por las presiones del área económica lo cierto fue que su articulado, especialmente en el caso de la de dependencia, no fueron capaces de romper con la tendencia a privatizar apostando, por el contrario, por una presencia decisiva del sector público, lo que ha sido la causa de la enorme precariedad que va a provocar su desarrollo.

 

Un desarrollo, además, de todas esas leyes que siempre se ha visto limitado también por la carencia del presupuesto necesario para ponerla en marcha.

 

La consecuencia ha sido que los grandes avances que se suponía que iban a suponer estas leyes han quedado muy reducidos, hasta el punto de que muchas de sus directrices sencillamente no se cumplen, en bastantes comunidades se encuentran en un nivel de aplicación mínimo y las empresas nunca llegaron a sentirse realmente concernidas por las obligaciones que les imponían.

 

La insistencia en el discurso de la igualdad de Zapatero se mostró como francamente vacío en cuanto comenzaron a darse las primeras dificultades. Incluso desmanteló su ministerio estrella o simplemente se limitó a incumplir la ley, por ejemplo, no poniendo en marcha la ampliación del permiso de paternidad a cuatro semanas que estaba aprobado y que debía haber entrado en vigor en enero de 2011. O incluso soslayando la evaluación del impacto de género de las medidas que se han tomando en los momentos de crisis en que hubieran sido especialmente necesarias.

 

La consecuencia es que, como consecuencia del claro sesgo a favor de los hombres que han tenido las medidas frente a la crisis, tampoco se han dado avances decisivos en la igualdad de género que tanto había reclamado.

 

En el terreno fiscal se ha producido igualmente una involución notable. Tanto por activa, tomando medidas muy costosos como el cheque bebé, la suspensión del impuesto sobre el patrimonio o la modificación de tarifas para favorecer aún más a las rentas del capital, como por pasiva, dejando tal cual los privilegios que en las anteriores reformas fiscales se habían ido estableciendo para las rentas más altas.

 

El inicial incremento en el gasto social ha sido frenado en cuanto la crisis asomó la cabeza y aunque no se dispone aún de datos actuales, cabe pensar que al finalizar esta legislatura hayamos vuelto a dar pasas atrás y que nuestro déficit social haya aumentado de nuevo respecto a la Europa de los 15.

 

Pero no solo se han dado pasos atrás en materia redistributiva sino que, además, se han llevado a cabo medidas muy negativas desde el punto de vista de la generación de ingresos primarios. Las reformas laborales van a suponer muchas más dificultades para que los salarios recobren peso en la distribución de la renta lo que no solo supone peores condiciones de vida para la mayoría de la población sino condiciones aún más difíciles para que se recupere nuestra economía.

 

También influye en ello el que antes de la crisis Zapatero no hubiera hecho prácticamente nada para modificar el modelo productivo que iba a estallar y que cuando la crisis estalló efectivamente se haya limitado a difundir mucha retórica pero pocas medidas efectivas en aras de lograr un auténtico cambio, entre otras cosas, porque para eso sería necesario que avanzara mucho más de lo que avanza en materia de igualdad y fortalecimiento del sector público. Al que ha seguido desmantelando.

 

Una consideración especial merece el trato que Zapatero ha concedido a lo largo de todo su mandato a la banca (y en general a los grandes grupos de poder económico) causante de los principales problemas que sufre nuestra economía. Quizá la mejor prueba de ello es que vaya a terminar su mandato aprobando a toda prisa una norma que legitima los engaños a miles de clientes mediante la incorporación de cláusulas suelo, swpas y otras que han supuesto un quebranto multimillonario a miles de familias. Se acabarán así las sentencias en contra de la banca por esta causa gracias a la ayuda in extremis del gobierno de Zapatero.

 

Es pronto para conocer los datos que muestren en términos concretos los pasos atrás que todo esto va a suponer pero quizá lo peor de todo ello no se traduzca en indicadores, algo que ya de por sí es negativo.

 

El mayor daño económico del gobierno Zapatero seguramente ha sido que ha reforzado el poder de los grandes grupos oligárquicos. Curiosamente, el presidente que quiso cerrar las cuentas con el franquismo recuperando la memoria histórica ha resultado ser el que ha vuelto a consolidar el poder, no solo económico sino incluso político, de las grandes familias y grupos que hicieron sus fortunas en la dictadura.

 

El gobierno de Rodríguez Zapatero ha desarmado a las clases trabajadoras como no lo había hecho ningún otro y el coste de su servilismo, de su torpeza a la hora de determinar los problemas que iban haciendo mella en nuestra economía, y de dejarse llevar por el fundamentalismo neoliberal de sus asesores económicas, incluso dejando en la cuneta a sus compañeros más auténticamente socialistas o socialdemócratas que lo auparon al poder, va a ser grandísimo. Porque al mismo tiempo acaparó un poder absoluto en el partido socialista que está ahora igualmente desarmado.

 

No es solo, pues, que la economía haya ido a peor, sino que lis sujetos sociales que pueden hacer que funcione de otra manera más satisfactoria para la mayoría de a sociedad, los trabajadores, los jóvenes, los pequeños y medianos empresarios, están en peores condiciones para expresar sus preferencias y para lograr que las políticas se lleven a cabo respetándolas en mayor medida.

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