El pasado domingo por la noche volvía a casa por la autovía que rodea Málaga. Se había producido un accidente en un túnel y me hicieron señales advirtiéndome del peligro. Estaba ya casi detenido cuando vi por el espejo retrovisor que dos luces se dirigían hacia mí a toda velocidad. Supe que me impactarían. Afortunadamente, pude girar hacia la derecha, aunque no lo suficiente como para evitar que el imprudente me diera en la esquina, haciendo que me empotrase en el coche que había delante. No me pasó nada pero fue la primera vez que percibí que el tiempo se paraba, que se descomponía en instantes eternos. El tiempo detenido. Recordé vagamente un poema de José Hierro y luego lo he buscado. Se titula casualmente «Acelerando» (eso no lo recordaba) y su primer verso dice: «Aquí, en este momento, termina todo». El final es el siguiente:
«dónde el mar… Qué ridículo todo: este momento detenido,
este disco que gira y gira en el silencio,
consumida su música…».
Solo un susto y una sensación rara, eso fue todo.
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