Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Poemas encontrados no se sabe dónde

 Por casualidad encontré en la librería un libro de poemas que me ha encantado. Se titula Los poemas perdidos de Eleonora que Mariana encontró no sabe dónde. De su autora sólo sé lo que dice la contraportada, que se llama Macarena Trigo, que tiene 26 o 27 años y, lo que me ha parecido más envidiable, que «dedica su tiempo a la escritura y al teatro entre Valladolid y Buenos Aires». El libro lo edita Amarú Ediciones y voy a entresacar algunos poemas que me han gustado especialmente. 

 

 El libro tiene dos partes y la primera se llama Los que estaban cubiertos de ceniza. El poema que abre el libro es este: 

 

 COMO UNA WENDY MÁS
 Tuviste que aprender a descoserte
 su sombra de tu poco corazón,
 deshacer los milagros de la nieve
 y olvidar el silencio que albergabas.
 Tuviste que aprender que siempre hay tiempo,
 que la prisa no sirve, prisa mata,
 y que, después de todo, no importaba
 quién tenía razón a esas alturas.
 

 De otro poema titulado CENSO DE POETAS URBANOS destaco unos versos:
 …
 Están los que tropiezan y repiten
 el mismo endecasílabo entre dientes
 para que nada cambie pese a todo.
 

 Me gustó también AL MARGEN DEL DIARIO
 

 

 I
 Y si después de todo la vida que uno elige
 no es la que más desea y justo lo que busca
 no es lo que encontrará y además no hay manera
 de darse cuenta a tiempo para salvar los restos
 de una vida posible donde no todo sea
 digno de incinerar, entonces, cómo hacer para
 seguir creyendo que cada paso dado nos
 condujo aquí.

 
 Comparto sus últimos versos de CUENTO
 
 Cuánto dura la sombra
 si no es gris

 
 Y me vuelven a gustar los finales de LO QUE QUEDA DEL RESTO
 

 

 Todos vamos llegando a alguna parte
 a la isla, al amparo, al desamor,
 al futuro, al desgaste, al adiós.
 

 De la segunda parte (II Los que estaban manchados de café) me gusta, sobre todo,
 CUENTO ALGUNAS VERDADES CON LOS DEDOS
 
 

 

 Son tan pocas que sobran hasta seis.
 No queda casi nada a qué amarrarse
 pasada cierta hora y cierta vida.
 No sé dónde colgar este sombrero
 traído por el viento hasta mi orilla.
 

 Y los últimos versos de COMO LA VIDA ES ALGO INCOMPRENSIBLE
 
 

 

 Como la vida es algo incomprensible
 descubres a mitad de la partida
 que tu plan es un plagio consentido
 que han conservado intacta la esperanza
 de verte regresar al buen camino
 y te sientes un ángel desplumado
 que ha vagado en la nieve para nada
 

 Y, aunque me siguen gustando todos, transcribo finalmente uno de los últimos
 
 DEAR PETER
 Si quieres me deshago de tu sombra,
 la escondo allá en el fondo del armario
 junto a este corazón hecho pedazos
 que juraste arreglar hace ya tanto.
 

 

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