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Economía mundial: El riesgo de una tormenta perfecta

Publicado en Eldiario.es el 3 de noviembre de 2021

Cuando las economías se hundieron a causa de la Covid-19, los líderes políticos y los economistas de los grandes organismos internacionales decían que no se sabía cuándo llegaría la recuperación pero que, una  vez que comenzara, las economías registrarían una recuperación muy potente y duradera. Otros, por el contrario, dijimos que eso no iba a ocurrir porque la economía internacional no estaba afectada tan solo por los efectos del confinamiento sino también por una crisis muy profunda que se había comenzado a manifestar ya antes de la pandemia.

Los datos macroeconómicos que se han ido conociendo en las últimas semanas nos han dado la razón. Los precios están registrando las mayores subidas de las últimas tres décadas y el crecimiento del PIB es bastante más bajo del estimado tan solo hace unos pocos meses.

En España nos sorprendió la subida de precios interanual a finales de septiembre (5,5%) por haber sido la más elevada de los últimos 29 años, pero es justo el mismo record que la de Alemania (4,5%) y un año menos que la de Estados Unidos (4,4%), la más alta desde 1992, según los datos del Banco Mundial.

Los datos de evolución del Producto Interior Bruto también han mostrado que las economías han perdido ya el fuelle que se disparó con enorme potencia al acabar el confinamiento.

En España, el crecimiento ha estado muy por debajo del previsto. El Instituto Nacional de Estadística registró un crecimiento interanual del 17,5% de mayo a junio de este año. Sin embargo, el estimado para el periodo de junio a septiembre solo ha sido del 2,7%, lo que da idea del frenazo. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el consumo de los hogares ha caído en el trimestre veraniego (-0,5%), aunque no la inversión (2%), ni las exportaciones (6,4%).

En Alemania ha ocurrido más o menos lo mismo. El PIB solo creció el 1,8% en el tercer trimestre de este año, casi la mitad de lo previsto en abril y dos décimas menos que España. Y una investigación reciente de David Blanchflower, profesor de Dartmouth y ex miembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, y Alex Bryson, profesor de la University College de Londres, sugiere que Estados Unidos entrará en recesión a final de año.

Quienes antes decían que la recuperación sería potente y sin reservas, ahora señalan que nos encontramos ante problemas «transitorios». Dicen que no hay que preocuparse demasiado por la subida de precios porque se debe a circunstancias pasajeras como el alza en los costes de la energía o los desajustes provocados por la presión de la demanda retenida durante el confinamiento. La ralentización de la actividad parece haberles sorprendido tanto que no terminan de explicarla.

A mi juicio, es un error creer que nos encontramos ante un simple incidente como consecuencia de la pandemia y, por tanto, pasajero y resoluble a poco que todo se vaya normalizando.

Para entender lo que nos está sucediendo hay que poner los datos que ahora se están empezando a registrar en todo el mundo junto a los que teníamos antes de la pandemia.

Al hacerlo, se podrá descubrir que no estamos sufriendo solamente el impacto de un simple trastorno, por muy grave que haya sido el provocado por la Covid-19 y el confinamiento que paralizó a gran parte de la actividad económica.

Sufrimos lo que los médicos llaman «morbiilidad asociada». Es decir, la confluencia, no necesariamente al mismo tiempo, de otros males con la enfermedad primaria.

El error es creer que las economías han padecido o siguen padeciendo el efecto de la pandemia como única enfermedad, cuando la realidad es que fue una patología económica asociada a otra -la primaria- que ya se estaba padeciendo con anterioridad.

Es verdad que el confinamiento ha producido un bloqueo en los canales de suministro por diferentes razones: muchas empresas productoras tuvieron que cerrar y no han tenido capacidad material de recuperar el ritmo de producción anterior, otras compradoras aumentaron sus pedidos excesivamente por prevención mal gestionada, produciendo acaparamiento; y las de logística y transporte se han visto afectadas por los cambios tan imprevistos y rápidos en la oferta y la demanda cuando, además, hay problemas de rotación en los mercados laborales. Y también es verdad que la demanda, en casi todas las economías, rebotó inicialmente con fuerza tras el confinamiento, produciendo una inevitable presión sobre los precios.

Pero la prueba evidente de que no se trata tan solo de problemas de ajuste coyuntural  es que afectan de modo muy desigual a diferentes sectores. Y la complejidad del desajuste lo demuestra el hecho de que no se esté resolviendo como dice la economía convencional que debiera resolverse, mediante el mecanismos de los precios. Estamos comprobando, efectivamente, que la subida de precios no solo no reduce el exceso de demanda sino que incluso este aumenta a medida que se van elevando.

Para entender el presente hay que analizar lo que estaba ya sucediendo justo antes de la pandemia.

En primer lugar, un proceso que venía de largo de caída de la tasa de beneficio en la industria como consecuencia del freno en la inversión productiva y de la constante retención de la demanda de consumo a causa de la caída de la masa salarial,

En segundo lugar, el resquebrajamiento de la globalización dominante en las últimas décadas como consecuencia de las asimetrías y brechas cada vez más grandes que ha venido produciendo, no solo entre grupos sociales y naciones sino incluso entre las diferentes franjas del capital, de las empresas.

En tercer lugar, un acortamiento del ciclo económico como consecuencia de la continuada aplicación de políticas económicas inadecuadas que frenan la extensión de las fases expansivas o de recuperación y así impiden que se pueda crear suficiente producción y empleo.

En cuarto lugar, el continuado privilegio de la actividad financiera que ha creado una economía drogo-deuda-dependiente con millones de empresas zombis que han de dedicar todos sus beneficios, si es que llegan, a pagar la deuda, y que paralizan el aumento de la productividad y la innovación. Un estudio de Bloomberg calculó que así se encuentran 527 de las 3.000 mayores firmas de Estados Unidos y algunas estimaciones señalan que a nivel global podrían estar en esa situación más del 20% de las empresas.

En ese contexto y por esas causas, ya antes de la pandemia se venía produciendo un proceso de relocalización empresarial, de búsqueda de nuevos nichos de aprovisionamiento y ventas y, sobre todo, el inicio de una auténtica revolución en el sistema global de logística.

Esto último es, en realidad, lo que explica (y no la pandemia) la mayor parte de los cuellos de botella que vienen provocando la escasez de suministros que lleva consigo tantas pérdidas (110.000 millones de dólares se calcula que está suponiendo para la industria mundial del automóvil) y que está obligando a muchas empresas a realizar movimientos estratégicos de gran calado para no desaparecer si las perturbaciones prosiguen.

Durante el confinamiento se observaron los primeros síntomas de la perturbación (desacoplamientos, bloqueos de rutas, retraso de contenedores, aumento de tarifas, escasez de transportistas..) y muchas empresas tuvieron que diversificar rápidamente sus cadenas de aprovisionamiento para evitar riesgos. Eso exacerbó los desajustes, ciertamente, pero si todo ello está resultando tan problemático es porque se estaba produciendo un cambio crucial desde antes. Y la prueba es que las cosas, en lugar de ir a mejor a medida que se han ido recuperando los intercambios, están empeorando.

El sistema global de logística había estado respondiendo a la crisis industrial y de la globalización que he mencionado generando una auténtica revolución tecnológica orientada a automatizar las redes globales mediante la digitalización y la inteligencia artificial, un proceso desarrollado a través de estrategias diferentes y con distintas velocidades y resultados, sobre todo, entre China y Estados Unidos. Y aquí está la clave.

La pandemia ha acelerado el proceso (tal y como ha ocurrido en otros momentos de la historia en que se han producido shock inesperados) pero lo ocurrido con la pandemia no es el proceso mismo.

Lo que está sobre la mesa y genera los problemas que están sufriendo las empresas y las economías en su conjunto no es la normalización del sistema de aprovisionamiento anterior a la crisis de la Covid. Este no va a volver a ser lo que era. Ahora se trata de algo más importante. La globalización ya no se va a seguir guiando por la misma lógica de competencia anterior. El coste y el precio van a dejar de ser determinantes de la ganancia y pasarán a serlo la inmediatez y la seguridad y las empresas han de modificar sus estrategias de producción, aprovisionamiento y localización. Este es el desorden en el nos empezamos a mover y el que provoca la escasez y subidas de precios y por eso es ingenuo creer que se va a resolver en cuestión de unos meses.

Lo que está en juego es el rediseño y el control del nuevo sistema logístico global digitalizado y automatizado gracias a la inteligencia artificial que está en proceso de desarrollo y la readaptación productiva y espacial de las empresas para adaptarse al cambio. La nueva guerra fría tendrá allí uno de sus escenarios principales Quien lo domine, dominará el mundo en la nueva fase de la historia cuyo nacimiento ha acelerado la Covid-19.

Muy pronto vamos a ver cómo este tema pasa a primer plano de las agendas internacionales, aunque de manera cada día más conflictiva entre las dos grandes potencias y sin solución a corto plazo para los bloqueos en el suministro y la subida de precios. Estos van a ir a más porque ni los gobiernos ni los bancos centrales están en condiciones de poner orden para aliviarlos sin quebrar la lógica que guía a un capitalismo neoliberal herido por su fracaso para hacerse sostenible (concentrando la renta y la riqueza ha triunfado plenamente). De hecho, han agudizado el problema al no haber tenido presente el cambio que se estaba produciendo a la hora de inyectar los recursos tan cuantiosos que han proporcionado a las economías. Si se siguen equivocando y desatan una crisis de deuda tendremos la combinación que provocará una tormenta perfecta.

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13 comentarios

Jose 5 de noviembre de 2021 at 23:04

Creo que es usted una excelente persona con sensibilidad a todo lo que tiene que ver con la justicia social. También estoy con usted en que en que ni en occidente ni en oriente existe una verdadera conciencia de lo que es justicia social. No la hay en Europa, no la hay en América ( sobre todo del sur ) y desde luego, no la hay en EEUU. Eso es un hecho experimental. El mundo está ( y ha estado siempre ) enfermo de falta de solidaridad. El diagnóstico de la enfermedad ya lo conocemos. Me temo que la queja ó la denuncia ( vd.la hace permanentemente ) no es suficiente para cambiar el mundo. De un economista de su categoría ( a quien admiro sobre todo como persona ) no es suficiente para resolver los gravísimos problemas que padecemos. Si Vd va al médico por un cancer ( Dios no lo quiera y soy agnóstico ) seguro que no es suficiente el diagnóstico. Seguro que a un médico competente, se le exige más que diagnosticar una enfermedad. Lo deseable es que dicho médico es que además, sea capaz de curarte ó al menos intentarlo. Para eso, el paciente exige al médico, la capacidad de curar su enfermedad, ya que solo el diagnóstico sin capacidad de curación no vale para nada. Es completamente estéril. Lo mismo con los economistas notorios como Vd. Sírvanse dar soluciones y no solo denunciar algo que es evidente. Esto es un ruego pero también una exigencia a alguien que ha estudiado con dinero público. De un economista destacado, exigimos no solo denuncias ( que bien venidas sean ) si no soluciones. Solo el diagnóstico no es suficiente. Es más, no solo no es suficiente, si no que es polucionante y generador de ruido. Esperamos sus propuestas y reitero el aprecio a su persona.

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Jose 6 de noviembre de 2021 at 00:58

Señor Torres. La historia es ya lo suficientemente larga para que dé su opinión sobre los diferentes regímenes económicos de la historia, la exprese claramente. Que régimen ha estado más cerca del paraíso en el cual a todos y seguramente usted y yo estaríamos felices. Si no ha existido todavía , Vd. tiene la obligación de proponer por donde iría la sociedad ideal siempre que no entre en contradicción con la naturaleza humana, lo cual implica que no sería algo que no pase de la utopía, que siempre añoramos pero que es una ficción poco parecida a la realidad de la humanidad. ¿ el hombre ( y la mujer ) son tan sumamente imperfectos que hay que controlarl@s y someter@s como lo ha hecho por ejemplo la religión católica a lo largo de la historia ?
¿ tiene que estar el hombre permanentemente controlado para que no fluyan sus instintos malignos que se han demostrado destructivos a lo largo de la historia ? ¿ para qué el mundo sea perfecto, deberíamos llegar algún tipo de jerarquía como la de 1984 de Jeorge Orwell ? ¿ hay que controlar los malos instintos del hombre por ley ? ¿ quien lo controlará ? ¿ será fiable la oligarquía que lo controle ? . Mójese por favor. No nos deje con la duda ya que al menos para mí, Vd. tiene la autoridad de la honradez intelectual y el desinterés económico que otros, por supuesto políticos de izquierdas no han demostrado. Tampoco es Va. un megalómano como algunos políticos a los que se les ha acabado el crédito y se les ha visto el plumero. Es normal por que Vd no es un político. Relátenos como seria su mundo ideal pero por favor, no ireal. Tiene Vd. obligación de hacerlo . Un abrazo de mi parte a una persona honesta como vd, a la cusl admiro, de momento, más por su honestidad que por otras cosas que aún espero de Vd.

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Juan Torres López 6 de noviembre de 2021 at 07:52

De eso va a tratar mi próximo libro. Un abrazo y muchas gracias por sus palabras

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Cecilio 10 de noviembre de 2021 at 13:39

Demandar a un economista, por muy progresista que sea como Juan Torres, o a cualquier otro sabio (filósofo, gurú, etc.), como hace «José» en su correo, soluciones para «cambiar el mundo» y alcázar una «sociedad perfecta» es por lo menos ineficaz y una pérdida de tiempo. Igual que esas manifestaciones, especialmente de jóvenes, que están teniendo lugar en Glasgow pidiendo a los dirigentes mundiales medidas drásticas y urgentes para atajar los efectos terriblemente negativos del cambio climático. La mayoría de los manifestantes sabe en su fuero interno que lo que saldrá de esta reunión al más alto nivel será, como en las anteriores (Kioto, Paris) un bla bla bla, que Greta Thumbert no para de denunciar en su generoso activismo. A pesar de ello, esta líder activista se encuentra presente en la ciudad escocesa! El pasado domingo, en la entrevista que le hicieron en televisión, dijo algo que pasó desapercibido para el periodista que la entrevistaba cuando este le preguntó sobre qué pensaba de los que negaban el cambio climatico: «Todos somos de alguna manera negacionistas, dijo, pues hacemos cosas que no deberíamos hacer». Aquí el periodista debería haberle preguntado a continuación sobre esas cosas que hacemos y que no deberíamos hacer. «Todos», pues no se puede esperar que los dirigentes por sí solos encuentren soluciones sin la aportación de cada uno de nosotros. Pedir a los políticos soluciones para el cambio climático, pero que no me pidan a mí dejar de coger un avión para ir de vacaciones y seguir comiendo abundante carne a sabiendas que todo ello incide en el calentamiento global. Esto es una actitud cínica, pues aunque lo sabemos lo hacemos. Por qué? Porque la ideología que nos mueve (no es el «final de las ideologías», como algunos proclamaron) no está instalada en el saber, en la mente, en la conciencia, sino en el hacer, cuya motivación es el deseo instalado en el inconsciente. Qué es el deseo? Es la búsqueda constante de la complitud perdida, la que teníamos cuando estábamos en el vientre de nuestras madres donde todas las necesidades estaban satisfechas. No se trata, por tanto, de que somos ignorantes y necesitamos un saber que nos saque de la ignorancia, sino de cómo tomar conciencia (sacar a la luz) del deseo incrustado en el incisciente y en el que se apoya toda ideología. Esto ya lo sabían los sages orientales desde hace muchos siglos. En occidente, el filósofo esloveno Zizek parece estar en la misma onda y lo explica bien en su libro El sublime objeto del deseo. «El punto de enganche de la ideología, dice, no está en el saber sino en el hacer. No es un vélo el que tapa nuestros ojos sino una fantasía que trama el deseo en el inconsciente, como cuando nos emocionamos con la compra del teléfono móvil de última generación, emoción que pasará a los pocos días y necesitaremos desear otro objeto que nos emocione y así sucesivamente, en la búsqueda interminable de ese algo que nos satisfaga completamente pero que no llega. Parece, pues, claro que criticar posturas políticas o prácticas económicas desde la racionalidad no va muy lejos (como se hace brillantemente en el libro Econofakes). Al fin y al cabo, lo que mueve a la gente en su actividad\lucha diaria (y a la actividad economía en general) es el deseo individual de enriquecerse, el egoísmo, en una palabra, como ya lo dijo creo, Adam Smith en su famoso libro. Dado que la ideología tiene efectos a nivel inconsciente, Zizek, influido por el psicoanalista Lacan, recomienda algun tipo de psicoanálisis que nos haga ver y superar el trauma que está en la base de nuestra actitud y comportamientos cínicos. Tiene muy claro que esto sólo se puede realizar a nivel individual. Pues, aunque se puede diagnosticar las patologias de una sociedad (como la del calentamiento global), «el cambio solo se puede dar a nivel de los individuos» . Claro, es mucho más fácil salir a la calle a manifestarse y pedir a los políticos que arreglen el mundo.
Y qué me aporta el» saber», intelectualmente, al leer el libro de Econofakes, que políticos y economistas me están engañado? De lo que tengo que darme cuenta, tomar conciencia, es si ese engaño no lo estoy generando y manteniendo inconscientemente. Ya que la «rabia» que me produce el hecho haberme informado de qué manera soy engañado, patadogicamente me produce un goce (Zizek\Lacan), no sólo en el saber, intelectualmente, sino sobre todo emocionalmente, afectivamente, pues me siento formando parte del grupo especial (club, partido, eckesia, etc.), restringido, de «sabios» que, al menos, saben que les están mintiendo. Grupo, que es pura fantasía que produce el goce de pertenecer a él, goce que verbalmente se manifiesta negativamenteen :»ay, si no fuera porque políticos y economistas que nos están engañando, otro mundo tendríamos más justo, más…».Es lo mismo, por ejemplo, que el goce que sentimos perteneciendo a una nación, que no es más que pura fantasía. «Una nación existe, dice Zizek, en la medida en que su goce específico continúa materializandose en un conjunto de prácticas sociales y trasmitiendo se por medio de mitos o fantasías que aseguran esas prácticas». Lo mismo se puede decir de las religiones, los partidos políticos, etc. La naciones no existen, tampoco las religiones, etc. Son ficciones que procuran goce, que a su vez las mantiene, aunque, por otra parte, son útiles, como el libre comercio (según P Lamy, citado en el libro Economofakes). Útiles para mantener el statu quo!

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Juan B. Astigarraga 13 de noviembre de 2021 at 21:55

Espero con ilusión su próximo libro, pues he entendido que es una respuesta y una hoja de ruta hacia un esquema socioeconómico habitable
No es fácil el empeño, pero no espero menos de UD:

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Jack Pontiac 14 de noviembre de 2021 at 05:28

Afortunadamente, se trata de un receso, el confinamiento , estoy seguro va a precipitar una recarga estratégica financiera para una reinversión, pero requiere que colapsen aún más las economías para que eso ocurra, para una nueva era de privatizaciones y mantener la economía a flote. Eso requiere una alineación más o menos comprometida entre política y capital. De esta forma es sostenible subvencionar el fracaso social. La crisis económica seguida del confinamiento mantendrá un estado creciente de quiebra gubernamental hasta mediados o el final de esta década, y una nueva era de privatizaciones relocalizadas surgirán.
Saludos a todos y a Don Juan Torres

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Jaime 14 de noviembre de 2021 at 15:42

¿ Quien se cree lo del crecimiento infinitivo? Por favor!
El otro día leí un artículo no recuerdo donde que hacia referencia a las materias primas: luz, gas y carbón, entre otras más. No lo explicaré porque está muy explicado por diferentes especialistas que ruedan por Internet.
Pero si me quedé con un tema que llevo muchos años pensando, como es el crecimiento de la población mundial e indicaba: Si todo el mundo tuviera UN SOLO HIJO, en 50 años la población mundial bajaría un 50%.
Eso es lo que tiene que ser, DECRECER en todo, no hay otra, es muy simple de ver, es que no queda otra.
Enhorabuena por sus artículos, como siempre.
Salud.

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Pepe Candela Ochotorena 14 de noviembre de 2021 at 21:04

Bueno, creo que Juan Torres nos da preguntas y nos orienta bien sobre lo que no poner el énfasis para empezar a solucionar los problemas. Como economistas es lo que debe hacer. Si leemos atentamente nos indica grandes peligros. El primero, una revolución tecnológica subterránea pero emergente, que solo el gran capital encauza. El segundo, el declive imperial de EE UU, y la emergencia de un nuevo modelo en China, ninguno de los dos satisfactorios para los problemas desigualdad, agotamiento de los recursos y cambio climático, que pediríamos a un sistema económico alternativo. Tercero, el peligro de un conflicto bélico entre las dos potencias en disputa que, en el mejor de los casos empeorará todos los problemas y, en el peor, acabaría con ellos haciendo retroceder la civilización varios siglos y llevándose por delante una parte de la humanidad. Soluciones, partiendo de los tres problemas a resolver comenzar el debate democrático en todos los niveles para poner soluciones sobre la mesa y decidir por voto libre y universal, en cada uno de los niveles de la política; sabiendo que La Paz y la cooperación global son un prerrequisito a cualquier solución

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Melchor 15 de noviembre de 2021 at 02:41

Tengo profunda admiración a la persona y economista D. Juan Torres López.
Para curar al enfermo hace falta conocer lo que le pasa realmente, o sea, hacer un diagnóstico certero.
El profesor Juan torres López ha realizado un diagnóstico certero, con una síntesis pedagógica brillante y sencilla para que todos sus lectores la podamos entender. Gracias profesor.
Esto es una aportación muy relevante. No lo olvidemos.
Tampoco olvidemos que la realidad es cambiante, muchas veces en sentidos y giros inesperados, con variables que son impensables que puedan intervenir y, situarnos en un escenario peor. Veremos…

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Antonio 15 de noviembre de 2021 at 11:22

La solución a las lacras de la sociedad capitalista actual ya la puso sobre la mesa Karl Marx. Lo que ha pasado es que el capitalismo hasta ahora ha tenido suficiente capacidad para desarrollarse y seguir dominando. Karl Marx en su «Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política» lo exponía así:

«Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización».

Como hasta ahora no ha habido condiciones materiales para una revolución en los países capitalistas más desarrollados, en Occidente han prevalecido la políticas reformistas y keynesianas en el seno de las «izquierdas». Pero ahora, en medio de la crisis capitalista mundial, esas políticas están demostrando toda su impotencia. Las masas trabajadoras ya no pretenden ninguna mejora ni otra cosa que no sea conservar lo que tienen y lo que queda del «Estado del Bienestar», Están paralizadas por el miedo a perder lo poco que queda de él, pensando, como el chiste del que fue a Lourdes, «Virgencita, Virgencita…que me quede como estoy». Y toda la izquierda, en general, sin atreverse a cuestionar el capitalismo es un guirigay centrada más que en nada en en medidas conservacionistas sociales y en asumir, sin más, las demandas de los colectivos LGTBI, del feminismo y del ecologismo pequeñoburgués.
En el seno de la sociedad actual, es decir, capitalista no hay solución, ni siquiera de una mejora apreciable, de ninguno de los gravísimos problemas que nos azotan. Por eso, desgraciadamente, habrá que espera a que todo empeore y que en algún lugar salte la chispa que provoque el incendio revolucionario. que barra el sistema. Un anticipo de ello fue la crisis del 2007-2008 que dio lugar al 15M, y posteriormente a Podemos en España y a fenómenos similares en todo Occidente.
Otra cita de Marx: «Bajo esta prosperidad general, en que las fuerzas productivas de la sociedad burguesa se desenvuelven todo lo exuberantemente que pueden desenvolverse dentro de las condiciones burguesas, no puede ni hablarse de una verdadera revolución. Semejante revolución sólo puede darse en aquellos períodos en que estos dos factores, las modernas fuerzas productivas y las formas burguesas de producción incurren en mutua contradicción…. Contra ella rebotarán todos los intentos de la reacción por contener el desarrollo burgués, así como toda la indignación moral y todas las proclamas entusiastas de los demócratas. Una nueva revolución sólo es posible como consecuencia de una nueva crisis. Pero es también tan segura como ésta».
Karl Marx «La lucha de clases en Francia…»

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JANO 15 de noviembre de 2021 at 14:36

Yo creo que lo primordial, es el diagnóstico. Un diagnóstico bien hecho es media solución a un problema. La «solución» ni es única ni rápida ni posíble por las mil cosas que habéis todo indicado. Incluido nuestro particular cinismo y nuestra inconsciencia. Debemos comentar para dialogar y tratar de buscar una salida, pero…¿sabéis que cada correo electrónico, cada mensaje en internet, es CO2 a la atmósfera?…¿sabéis que la contaminación que provocamos con estas acciones ¡ahora mismo yo!, emiten (por ser billones cada día en el munto) más toneladas de CO2 que la aviación comercial?….yo ésto, lo he sabido hace poco, pero me dejó «de piedra»….¡cáda vez estoy más contento de no tener redes sociales!….
La «solución»…..nadie la puede dar. Una cosa es segura: el capitalismo tiene «base genética» competir es innato en el ser humano y su base es la avaricia y el egoísmo: «todo para mí»….dificil arreglo de un problema sin solución y del que todo deriva….cooperar el «cultural»….la base del socialismo (o de la social-democracia si se quiere) es cultural…a cooperar se aprende, a competir no. Nacemos compitiendo y exigiendo atención por encima de todo, caiga quien caiga, y así solemos seguir hasta el final de nuestra vida….salvo que la cultura nos haya ayudado a saber que es mejor (más inteligente) cooperar que competir….No hay «la solución»….habrá soluciones diversas. Tantas como la inteligencia sea capaz de construir….

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J.Figueiredo 16 de noviembre de 2021 at 01:04 Responder
Jose 4 de diciembre de 2021 at 09:31

Contestación al señor Cecilio.
Encontrábame yo empleado en una empresa como las del mundo real, por tanto imperfecta, sin el poder de cambiar las cosas que no me gustaban de esa empresa que eran muchas y evidentes al menos para mí. A pesar de no tener un puesto ejecutivo, mientras denunciaba los errores tenía a casi toda la gente a mi favor en la empresa. A mi favor ni siquiera debido a mi carisma – que no poseo dicho sea de paso – ni por que yo tuviese tal ó cual idea política ó ideología. Siempre me debatía yo entre justicia social y meritocracia en las personas de mi empresa y nunca pensé que fuesen conceptos excluyentes . Aun no lo pienso. La justicia social, servía para conseguir que las personas tuvieran una vida digna y la meritocracia servía para resolver con eficacia el día a día de la empresa y asegurar su subsistencia. Un día, recibí una llamada desde las más altas instancias de la empresa. Me dijeron que apreciaban mis denuncias siempre constructivas sobre la dignidad de la persona y también mi trabajo técnico en mi empresa y por tanto, a partir de ese día, pasaba a ser un ejecutivo notorio que tendría poder para resolver todos los problemas que había denunciado, tanto de índole social como de aprovechar el potencial de las personas que estarían a mi cargo para así aumentar la productividad y las posibilidades de subsistencia la empresa. En ese momento, empecé a replantearme los cimientos de mi propia persona y tratar de discriminar lo que era imposible de hacer, posible pero trabajoso, y recomendable. Gran parte de las cosas que había denunciado, se me antojaron como posibles de resolver aun que trabajosamente. Otras eran sencillamente imposibles de resolver y la subsistencia ( de la empresa ) era de las cosas recomendables urgentes e inevitables e incluso posibles. A partir de ese día dediqué al sueño solo cuatro horas de media. Al cabo de un largo tiempo, conseguí a duras penas la continuidad de la empresa. Conseguí también que las personas que siempre me habían apoyado ( me refiero a trabajadores ) tuvieran muchas cosas contra mí, quiero creer que en algo mejoré la felicidad de los trabajadores ( solo en algo ) . Desde mi puesto en la cabina de mando, pude contemplar la mezquindad innata que tenemos las personas las peleas de la gente normal por una miga de pan, el quebranto que producía a las personas mas productivas el hecho de ayudar a las menos productivas por pura dignidad humana. En ese momento, me di cuenta de que más ó menos, vivimos en una selva en la que los depredadores tienen que matar para vivir y los demás animales arrasar con lo que pueden. Pastos, árboles, los castores desviaban los ríos ( como el ser humano ) y propiciaban la muerte de otros animales . Que el instinto de procreación y por tanto de subsistencia de la especie es una bestia imparable, viendo como el tiburón macho mordía y hería al tiburón hembra para aparearse. Así es como todo el mundo actuamos en la empresa, primero por la supervivencia individual y segundo por la de empresa. Lo que ocurría dentro de la empresa, era similar a lo que ocurría entre empresas, partidos políticos y también en medio de la selva. Los árboles potentes matan la hierba que hay bajo sus pies para sobrevivir. A partir de ahí, la empresa sobrevivió y yo dejé mi cargo de ejecutivo para dedicarme a mis labores puramente técnicas que es lo que mas me estimula. En el fondo de todo ésto subyace la dualidad meritocracia de unos – dignidad de otros y dignidad de otros y como gestionar su proporción. La naturaleza humana no va a cambiar y se va a hacer patente tanto en el sistema capitalista como en el comunista que se derrumbó también por la corrupción y las ansias de poder de los mandatarios del partido, funcionarios y la gente normal para subsistir. Con ésto, lo que le estoy diciendo es que aun que no esté muy de moda, sería bueno que las mentes pensantes, hicieran un ejercicio de realismo, no por que vayan a cambiar el mundo desde su sillón ( pecado de la universidad española ) si no por dignificar el debate y hacerlo más filosófico por que si no se va a la raíz jamás la cosa irá a mejor. A todo el mundo se nos debería exigir que antes de dictar sentencia del mundo desde nuestra cátedra, baje a la selva de las personas y de las empresas. Al menos, conseguiremos que se enriquezca nuestro debate. Saludos

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