Acabo de leer una noticia en la que se indica que, según un informe de la Universidad de Cambridge para la Unión Europea de 2006 pero que yo no conocía, solo un ínfimo 1,5% de los miembros de la comunidad de software libre son mujeres, frente al 28% en software propietario. Y también, que según la Encuesta del Censo de Ubuntu (junio de 2006), las mujeres solo representan el 2,4% de los voluntarios en la comunidad de Ubuntu.
Se trata de un problema garvísimo y muy preocupante: el software libre, que será uno de los lenguajes sociales y tecnológicos decisivos en los últimos años, prácticamente solo lo están generando los hombres. Y la historia nos ha dado ya muestras muy evidentes de lo que ocurre cuando los hombres nos apropiamos en exclusiva de las tareas sociales: hacemos las cosas para los hombres, dejamos de lado los intereses de las mujeres y no satisfacemos sus necesidades concretas, generando así un poder masculino socialmente insatisfactorio, desigual y antidemocrático. La experiencia demuestra que cuando los hombres asumen sin compartir democráticamente los poderes de decisión no resuelven en función de los intereses de toda la sociedad (como seguramente ocurriría si lo asumieran solo las mujeres).
Por eso es fundamental que el desarrollo del software libre no sea solo cosa de hombres y por eso animo a las mujeres que lean esto a tomar conciencia de la importancia de dedicarse a estas cosas y a que animen a otras mujeres a que se dediquen a ellas. Algo que deben procurar también los hombres inteligentes y solidarios.
(La noticia a la que me refiero es Nace Ubuntu Mujeres y el informe aquí).
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