Los dirigentes europeos, con el eco de todos los grandes medios de comunicación y del poder financiero, se empeñan en decirnos que Europa debe multiplicar sus presupuestos para gastos militares como única forma de tener seguridad y autonomía y, además, que eso ha de hacerse reduciendo el Estado de Bienestar.
A mi juicio, están completamente equivocados por tres razones principales.
Europa también ha generado inseguridad para sí misma
En primer lugar, porque confunden, o engañan, cuando hablan sobre el origen de la inseguridad y la naturaleza de las amenazas. Los dirigentes europeos no hacen un balance autocrítico de lo que ha ocurrido en los últimos años. Se empeñan en culpar a Rusia de la situación actual, cuando la propia Unión Europea y Estados Unidos han contribuido a provocarla, incumpliendo sus compromisos de no expansión de la OTAN y generando una verdadera e innecesaria amenaza existencial para Rusia. Producirían risa, si no fuesen por lo dramático de la situación en la que estamos, las declaraciones de Macron advirtiendo de que Putin se propone invadir a toda Europa (cuando no han parado de decir que Rusia que su derrota militar ante Ucrania no sólo era posible, sino segura; incluso diciendo que había tenido que sustituir los carros de combate por burros).
No voy a negar que Europa se enfrenta a amenazas exteriores, pero no son todas las que nos ponen en peligro. La política insensata, belicista, antieuropea, seguidista frente a Estados Unidos, provocadora y pirómana que han seguido sus dirigentes también ha creado enemigos y se ha convertido en un riesgo para la propia Unión Europea.
Más gasto militar no asegura más defensa ni autonomía estratégica
En segundo lugar, los dirigentes europeos se equivocan porque es materialmente imposible que Europa pueda lograr seguridad y autonomía por la vía de aumentar sus presupuestos militares.
En un artículo que acabo de publicar señalo las razones que justifican mi opinión.
– Para disponer de un ejército capaz de enfrentarse hoy día a cualquier amenaza bélica hace falta disponer de una base industrial potente y un sistema de investigación, innovación y desarrollo avanzado e independiente. Europa no los tiene, en el grado necesario, porque las políticas neoliberales que ha aplicado en los últimos años han desmantelado su industria y la han dejado en situación de gran dependencia.
– Para tener garantías militares de disuasión y defensa suficientes frente a sus supuestos enemigos militares, Europa necesitaría un presupuesto militar mucho más elevado, no ya del que ahora tiene, sino del extraordinario que sus dirigentes afirman que van a disponer en un futuro inmediato. Sobre todo, cuando lo previsto es que este último lo pongan en marcha los diferentes países y no la Unión Europea en su conjunto.
– En cualquier caso, para garantizar su seguridad y disponer de autonomía estratégica, lo que necesita Europa no es más dinero para presupuesto militar. Si fuera un solo país, sería la segunda potencia militar mundial, tras Estados Unidos y con 3,5 veces más gasto militar per capita que China. Sin embargo, ese ya elevado presupuesto militar conjunto (aumentado en un 30% en los últimos tres años) más el de Estados Unidos (entre ambos, casi el 55% del total mundial en 2023, según SIPRI) no ha sido capaz de rebajar la inseguridad y el peligro. Por el contrario, los ha aumentado, según reconocen los propios dirigentes europeos cuando afirman que ahora estamos más en peligro que nunca.
Si de fuerza militar se tratara, lo que necesitaría Europa, en todo caso, serían sinergias, más cooperación, vertebración e integración cuando hicieran falta, inversiones coordinadas y complementarias… En suma, un Ejército europeo y no una suma de milicias.
– Para que un ejército sea efectivo como instrumento de defensa frente a un enemigo exterior es necesario que tenga una única bandera, que responda a intereses colectivos que lo respaldan y apoyan, que exista un fuerte lazo nacional y de pertenencia entre la ciudadanía y las instituciones que la lleve a sentirse protegida por un ejército al que considera suyo, al que apoya y está dispuesta a financiar con su esfuerzo y sacrificio. Europa no tiene nada de eso porque las políticas neoliberales que ha aplicado han producido desafecto, alejamiento y rechazo de la ciudadanía a sus instituciones, como demuestra el avance de las fuerzas de extrema derecha, nutridas, precisamente, de la inseguridad y descontento que eso genera.
– Es un auténtico despropósito y un insulto a la razón y a la inteligencia de la ciudadanía europea que sus dirigentes afirmen que Europa gozará de seguridad y autonomía defensiva aumentando su gasto militar mientras permiten que en nuestro suelo haya 38 bases militares de Estados Unidos con más de cien ojivas nucleares (en realidad, es muy posible que muchas más) que pueden destruir varias veces a todas las naciones europeas si se aprieta un botón en Washington.
O la Unión Europea apuesta por seguir arrendando su defensa a Estados Unidos y entonces se somete a sus dictados (como reclama con razón Donald Trump), o quiere ser de verdad autónoma militarmente y entonces no se permite que el presidente de Estados Unidos siga teniendo la llave del destino no ya militar, sino existencial de toda Europa.
No es verdad que el mayor gasto militar requiera desmantelar el Estado de Bienestar
Diferentes políticos, economistas, periodistas y líderes de opinión vienen diciendo en los últimos días que, para financiar el necesario rearme europeo, es preciso reducir el gasto social: «recortar el Estado de bienestar para construir un Estado de guerra», según decía un artículo reciente de Financial Times.
Esa afirmación es, sencillamente hablando, un engaño que desmienten la teoría económica, los hechos y la historia.
Desgraciadamente, la historia humana está plagada de escaladas armamentistas y guerras, hoy día muy bien documentadas, y, por tanto, es fácil conocer cómo se financiaron y cuál fue el resultado de las diferentes vías utilizadas para ello. Como también se saben perfectamente las desventajas económicas de todo tipo que tiene el gasto militar frente al civil.
En la historia contemporánea, casi siempre han sido financiadas con una combinación de fuentes: impuestos, deuda, ayuda exterior, sobreexplotación de recursos naturales, aportaciones del gran capital privado, o mediante comercio ilegal o mafioso. De entre ellas, sobresalen los impuestos y la deuda y por eso se puede decir que ningún rearme ni guerra tienen buenos resultados económicos (salvo, claro está, para los ganadores si se aprovechan de su victoria para saquear a los vencidos y compensar sus costes).
Por el contrario, reducir el gasto para financiar la defensa o la guerra, en detrimento de los impuestos o la deuda, es un despropósito económico, político y social.
No conviene económicamente porque a menor gasto (por supuesto, incluido el social) hay menos demanda productiva y eso debilita a la economía, cuya fortaleza es fundamental para soportar el gasto militar y el esfuerzo bélico, si la guerra llega a producirse. Es una rémora política porque la menor producción de bienes y servicios civiles merma el apoyo ciudadano y deslegitima a los gobiernos que deben llevar a cabo la escala armamentista. Y reducir el gasto social es también un pesadísimo lastre social en momentos de amenaza o conflictos bélicos porque crea pobreza, exclusión, descontento y rechazo al sacrificio y al patriotismo, cuando se comprueba que estos se hacen recaer desigualmente sobre la población.
Cuando se oye hablar de financiar a los ejércitos conviene informarse para no dejarse engañar. Y quizá no hay mejor vía para ello que conocer lo que hizo el presidente Roosevelt cuando tuvo que declarar el estado de guerra ante la amenaza nazi y el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941: introdujo un impuesto general sobre la renta con un tipo que en 1944 fue del 91%, pidió préstamos masivos y multiplicó el gasto público por diez. En solo cuatro años gastó más dinero (en dólares de aquel momento) que desde que se fundó su país, 152 años atrás.
Naturalmente, un estado de guerra que obligó a multiplicar por cuarenta y dos el gasto militar produjo grandes sufrimientos a la población. Pero, al revés de lo que se proponen hacer los dirigentes europeos, los repartió equitativamente y no sólo no detuvo sino que siguió llevando a cabo políticas de bienestar: aumentó el salario mínimo y prohibió el trabajo infantil, comenzaron a pagarse cheques de jubilación y aumentó la cobertura de las ayudas por desempleo y a la pobreza, se multiplicó la construcción de viviendas públicas asequibles, se tomaron medidas contra la discriminación racial en el trabajo, se racionaron alimentos y combustibles para asegurar el suministro a toda la población, se impulsaron las ayudas para educación o vivienda a veteranos de guerra… En lugar de disminuir la fuerza del New Deal que puso en marcha frente a la Gran Depresión de 1929, lo continuó y fortaleció. Todo eso hizo posible que la pobreza bajara entre 15 y 20 puntos porcentuales de 1940 a 1944, justo en esos años dramáticos de guerra e ingente gasto militar.
No trato de hacer, ni mucho menos, una defensa de estos últimos como motores de las economías (el PIB de Estados Unidos se duplicó en ese periodo y el programa de gasto masivo de Roosevelt fue la base de su inmenso poder imperial en la posguerra). Simplemente, quiero señalar que afrontar una escalada de gasto militar como la que pretenden los dirigentes europeos, sin reforzar la equidad y dinamitando la cohesión social y el bienestar es una vía suicida que traerá la consolidación de la extrema derecha y mucha más inseguridad y quizá nuevas guerras en Europa.
La Unión Europea está haciendo el ridículo y paga los platos rotos
El discurso de las dirigentes europeos es mentiroso, catastrofista y amenazante. Busca generar miedo en la población, exagerando las amenazas y mintiendo, como he dicho, sobre su verdadera naturaleza, para que se acepten sin rechistar sus propuestas. Ya lo hicieron en la crisis originada a partir de 20027-2008. Amenazaban con el colapso total de las economías si no se aplicaban cuantiosos recortes del gasto social y resultó, como muchos advertimos, que fueron sus políticas de austeridad las que, en realidad, provocaron su derrumbe. Decían que no había dinero para bienestar, cuando lo hubo y dieron sin límite billones de euros a los bancos privados y a las grandes empresas. Ahora tratan de hacer lo mismo.
Europa no se puede dejar envolver por el discurso de sus dirigentes. Hay razones de sobra para mostrar que se han equivocado provocando a Rusia y luego creyendo que sería posible vencerla militarmente y mediante sanciones económicas. Una estrategia que ha hundido en la miseria y en el dolor a Ucrania y que ha tenido dos vencedores, el país invasor y Estados Unidos, en detrimento de Europa que es quien está pagando de verdad los platos rotos. Es normal que Trump y Putin se esté mofando de todos ellos en su propia cara.
Hay esperanza si se apuesta por la paz
No es verdad, como dicen los dirigentes europeos, que nuestra alternativa sea involucrarnos cada día más en la política de amenazas, dejarnos llevar por el cántico de los belicistas, aumentar el gasto militar y prepararnos para la guerra.
La Unión Europea puede ser, por el contrario, un bastión de sensatez y de luz en los tiempos de oscuridad en los que vivimos si asumiera otros principios fundamentales, quizá como los siguientes:
– La tregua y el fin de la guerra es el objetivo primordial cuando ya se ha desatado. La Unión Europea debe apoyar el camino que lleve a conseguirlos, vengan de donde vengan y lo antes posible.
– La paz sólo puede basarse en la ausencia de amenazas. Europa tendría que asumir sus errores pasados, entender que los acuerdos deben respetarse y que no se puede acosar a ningún país. La mejor contribución que la Unión Europea puede hacer ahora a la paz es reconocer que contribuyó a quebrarla, tal y como hoy día es sabido a través de multitud de testimonios de líderes políticos o diplomáticos.
– Hay que poner sobre la mesa nuevos acuerdos de desmilitarización permanente. Europa debería liderar la apuesta por suscribir los que impulsen la desmilitarización y pongan freno al incremento salvaje del gasto militar. Empezando por la necesaria reconsideración del papel de la OTAN que ha actuado como detonante y aceleradora de conflictos más que como instrumento de la paz.
– La paz a la que aspiremos no puede ser la de los cementerios ni podemos creer que será completa. La paz siempre es imperfecta y seguramente limitada, el resultado de acuerdos frágiles, difíciles y casi siempre en la cuerda floja. Por ello, lo mejor que hay que hacer para alcanzarla y asegurarla es sostener los principios que la rijan sobre una base de respeto mutuo, bienestar y progreso de los pueblos.
– La mejor forma de fortalecer a la Unión Europea y de garantizar su seguridad es lo que hasta ahora no viene sucediendo: la prioridad de sus instituciones debe ser proporcionar mejores niveles de vida a su ciudadanía y reforzar la democracia, liberándose de la influencia de los grupos de interés y de los poderes en la sombra que antidemocráticamente dictan sus decisiones. Hay que impulsar una revisión de los tratados europeos que impulsan las políticas que mantienen a «Europa encadenada», como ha escrito Sami Naïr en su último libro.
– La Unión Europea debe ser realista, pragmática e inteligente. Debería darse cuenta de lo que realmente está ocurriendo en el mundo: el ocaso del imperio estadounidense que sustituyó al británico. Por eso, el haberse dejado caer ciegamente en brazos de los Estados Unidos de Biden (y antes de otros presidentes, aunque ahora en medio de una guerra) ha sido un gravísimo error histórico. Donald Trump no es un loco, ni un pollo sin cabeza, como ingenuamente se quiere hacer creer. Lidera, con mucha más decisión, aunque de forma más desvergonzada, inhumana e ilegal, eso sí, la misma estrategia que Biden: lograr retrasar lo más posible ese colapso creando condiciones que favorezcan la reindustrialización de su economía, incentiven la vuelta de miles de empresas actualmente deslocalizadas y permitan que el dólar siga siendo la moneda de referencia mundial. Cuanto más desconcierto genere, mayor sea la incertidumbre y más debilite al resto de las economías, más fácilmente podría lograr su objetivo.
Por eso, la seguridad y autonomía que debe buscar la Unión Europea no es la militar, sino la económica y la política. Justo las que perderá si apuesta sólo por el rearme
Europa está a tiempo y tiene ante sí una oportunidad única. Salvo un milagro impensable a estas alturas, sus actuales dirigentes no van a saber aprovecharla, suponiendo que tuvieran voluntad de ello y no fueran meros empleados de la industria militar y financiera donde están los únicos beneficiarios de la estrategia de rearme que están defendiendo.
Europa necesita otros principios y también otra clase dirigente. No caerán del cielo, sino que vendrán de donde ha venido siempre el impulso que ha traído paz, democracia, libertad y progreso a las sociedades modernas, de la ciudadanía, de la gente corriente.
Sí, efectivamente; he dicho que vendrán porque tengo la completa seguridad de que, antes o después, la razón de la paz se impondrá sobre la brutalidad de la guerra. Y si logramos que eso sea un empeño generalizado y vibrante, también estoy seguro de que eso ocurriría más pronto que tarde.
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10 comentarios
Me gusta su optimismo profesor y lo admiro en vista de lo que estamos viendo, yo tengo esperanza pero sin fe, es la contradicción que me provoca lo que estamos viendo, descerebrados votando, descerebrados desinformando, y descerebrados gobernando el mundo, demasiado descerebrados guiados únicamente por la codicia y el miedo.
Gracias Profesor.
Es como Ud. dice .
Por mi parte , solo repetir que la Otan se ha aproximado demasiado a Rusia . A los americanos no les gustó nada la presencia de misiles rusos en Cuba , eran los años 60 .
No veo porque habria que aumentar el gasto en defensa . ¿ Podria Rusia con Europa ? No lo creo .
Lo urgente pienso es detener cuanto antes la guerra en Ucrania con unos acuerdos de paz sólidos que incluirian el retoceso de la proximidad de la Otan al territorio ruso ..
¡Un texto magistral! Un monumento a la seriedad intelectual, a la objetividad y al coraje!
Gracias, Profesor!!!
Gracias Juan…Si las fuerzas progresistas europeas lenntaran la mirada hacia este texto otro gallo nos cantaría. Este camino es el.necesario. Ojalá la ciudadanía tomáramos nota y lo impulsaramos. La,paz y la justicia social van de la mano. Avancemos en unidad en esa dirección. Avancemos con un programa común de progreso en Europa, Andalucía y la Humanidad…
Los ciudadanos de la UE necesitamos un Estado Europeo con su capital en Bruselas o donde sea, y convertir a los presidentes de los 27 estados en gobernadores. Un Estado con su gobierno, su ejército y su moneda (esto es ya urgente). Y los países que no lo deseen pueden salir.
En todo caso, gracias maestro por tu pieza !
Magnífico,pero es predicar en el desierto..los medios de comunicación,siguen pautas e intereses concretos,están creando un clima preguerra, me da miedo….se necesitan muchos Juan Torres,pero la marginalidad o discrepancia de sus planteamientos, no tiene desgraciadamente eco….Un abrazo profesor
Gracias por este artículo que da claves para que podamos afianzarnos en que la Paz es el único camino y como en otras ocasiones ha pasado, hoy seremos unos antisistemas los que la pongamos como eje central de una Europa por construir que pueda ser bandera de cambio para un mundo mejor.
En estos tiempos hay que reivindicar a nuestro conciudadanos Federico Mayor Zaragoza que era un defensor de la Paz como principio motor del poder de los Pueblos.
Pongo mi pasión en que todos podamos contagiarnos con la Paz y la cooperación de los pueblos.
Durante unos pocos años unos pocos hemos estado defendiendo la paz en Ucrania. Que era una guerra que solo favorecía a EEUU. Que perdía Europa y Ucrania mucho más que Rusia. Entonces en España partidos políticos como PP, Psoe, Vx…. seguiditas de la política exterior de EEUU, lamían las botas del Tio Sam y nos decían que Putin era el diablo, que la guerra era «necesaria», que «había que sacrificar dinero» para la guerra, aumentar el gasto «EN DEFENSA» (la retórica y sus cositas… «defensa» lo llaman, y nadie está atacando a España). Los votantes de PP, Psoe, Vx… han estado 3 años comiéndose la discursiva de «la guerra de Ucrania es necesaria», «las muertes en Ucrania son necesarias», solo porque sus políticos preferidos (lameculos todos de EEUU) les decían en tv que «era necesaria». Durante ese período hemos pasado de comprar gas a Rusia a comprárselo a EEUU a un quíntuple de su precio. Hemos visto como pagábamos 4 veces más por la luz. Y lo mismo en la alimentación (aquí han habido gigantes empresariales con la cara de cemento que han usado la excusa de la guerra para asfixiarnos mientras PP, Psoe y Vx tampoco decían nada sobre esto). El dólar, que hace 3 años estaba por debajo del euro, ahora está de nuevo por encima de nuestra moneda europea.
Y ahora Trump parece haber levantado el teléfono y dialogado con Putin. Pareciera que se viene una paz en Ucrania. Una paz donde Rusia tomará un cacho de terreno. EEUU se llevará el cacho más gordo de Ucrania; tierras raras, el grano, el gas… Zelenski seguirá siendo el payaso de EEUU que ha sido hasta la fecha. Y Europa habrá quedado con una deuda brutal, dependiente y vasalla de EEUU, y con dudas internas sobre si la UE sirve para algo o no ; las ultra-derechas más extremas querrán desgajarse de la UE (y tendrán la excusa perfecta para buscar una sub-especie de autocracia -básicamente nuevas dictaduras), otras ultras-derechas y derechas seguirán lamiendo la bota del Tio Sam (porque ya están colocados en empresas estratégicas gringas: Casado en una armamentística, Borrell en la OTAN, y un gran número de antiguos miembros de PP-Psoe en empresas con accionariado estadounidense), y, además, las socialdemocracias que se denominan de izquierdas nos mostrarán, como han hecho hasta ahora, que desde inicios del año 2000 no han hecho progreso izquierdista alguno, sino que, más bien, llevados de la mano de la política exterior estadounidense, del imperio colonialista y sus empresas que compran y arrasan con todo, han tomado como defensa de sus ideales «el centro» político. La deriva fascista va ganando terreno en Europa. La historia suele ser cíclica, con sus sutiles diferencias. Y vivimos ahora un momento donde las verdaderas izquierdas (pacifistas, sociales y humanistas) son observadas y señaladas como el «enemigo» (porque son el enemigo del gran capital tecnofeudalista que comienza a dominar el mundo hoy día, implicando que son el último reducto de la defensa de los derechos de las personas de abajo, pese a que estos mismos aún no se hayan dado cuenta).
Feijóo, Abascal, Sánchez, el pnv, junts… Incluso gentes de Sumar, Más Madrid o Compromís NO han señalado estos últimos 3 años lo de Ucrania como lo que verdaderamente era (muchos intereses económicos… muchos políticos en nómina del Tio Sam).
Es lamentable y deprimente ver como la masa votante de estos grandes y no tan grandes partidos han asumido durante 3 años que la guerra «era necesaria» y ahora cuando se finiquite el asunto y los Sánchez, Feijóo y Abascal nos cuenten las milongas que Trump quiera que nos cuenten aceptarán cabizbajos el discurso: Un discurso que nos van a vender en todas las tvs como han estado vendiéndonos el discurso contrario estos últimos 3 años. (Tanta muerte hemos avalado y dejamos atrás en Ucrania….)
Y estos nuevos pastores mediáticos que se mostraron en telediarios y tertulias durante todo este tiempo siguiendo un guion, cambiarán ahora el mismo, y tras sus largas y tediosas disquisiciones diarias, esconderán un simple y sencillo mensaje:
«Hasta mañana…. borregos!».
Me alegra k haya personas sensatas. Estoy con usted. Nos van a llamar de todo, traidores, pro Putin y otras burradas. El militarismo nunca es la solución.
Querido profesor, se han juntado el hambre con las ganas de comer.
1)El desprestigio por la inutilidad comprobada de los dirigentes europeos por los problemas que no quieren o no son capaces de resolver han reducido a cero la estima y han subido a cien la desconfianza y la rabia de la población contra ellos. La forma mas efectiva de mantener sus poltronas, poder y privilegios es acallar las críticas y diluir el cabreo popular para evitar que les echen a patadas. El mecanismo tradicional ha sido la creación de un ambiente prebélico por causa de un enemigo real o imaginario, pero terrible e implacable, que impulse la necesidad de una ley marcial encubierta o real. Todos callados y a tragar, el que desobedezca es un antipatriota, como mínimo. No explicarán qué hacer con 27 ejércitos con idiomas, mandos, inteligencias y contextos distintos y cuánto tiempo puede llevar unificarlos, racionalizarlos, cohesionarlos y que puedan entenderse, porque lo urgente es armarlos con 800.000 mil millones (no 813.000 ni ninguna otra cifra), en unas cuentas muy dudosas por la imposibilidad de calcular necesidades reales, ya que lo único que cuenta es rendir pleitesía al amo y que no tenga queja. Tampoco nos explicarán nada sobre el pasito p’alante que daríamos hacia una guerra atómica, ni la vuelta a un austericidio mayor que los vividos.
2)¿De dónde va a sacar Europa 800.000 mil millones con todos sus miembros endeudados por enormes deficit? Con más deuda. Pero la necesidad de dinero cuadra, ¡Oh, casualidad! con la necesidad de los grandes financieros y rentistas judíos BlackRock, Rothschild, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Lehman Brothers y demás colegas que están desbordantes de dinero ocioso y precisan colocarlo. Gran gestión de los CEOs que consiguen la seguridad absoluta con cero riesgos convirtiéndonos a 500 millones de corderos en hipotecados con servidumbre gratis para el resto de nuestra vida, con el agradecimiento y la gendarmería de nuestros poderes públicos.
Zalenski, jázaro (judío de raza no semítica, igual que Netanyahu) paradójicamente nazi, con su resistencia a finalizar la guerra ha resultado un hábil captador de clientes para su causa, azuzando la debilidad de la jerarquía europea, posiblemente envalentonado por los británicos, que parece ser que se han adelantado en secreto a los EEUU y ya tienen acuerdos cerrados sobre “tierras raras” y otros minerales para 100 años, con el consiguiente cabreo que Trump televisó en directo al mundo.
3)Los ingleses, franceses, alemanes, belgas, polacos y más, añoran los imperios colonizadores que fueron y como el resto de europeos llevan en su ADN el gen de la belicosidad, generado tras cientos de años provocado guerras e invasiones entre ellos. Y según vemos, y los lideres cuentan con ello, las poblaciones caen con facilidad en el mismo síndrome y aceptan con entusiasmo patriótico las guerras, sobre todos aquellos que se quedan en casa y no pisan el frente. Rusia, el país mas extenso del mundo, con suficientes recursos materiales para su limitada población no precisa conquistas, ni nuevos territorios, solo seguridad de no volver a ser invadida o acosada. Rusia disolvió la Unión Soviética y el pacto de Varsovia para adaptarse, no es la enemiga y sería una buena socia. Ganaríamos mucho integrándola para que Europa pueda ser alguien y pueda influir en el futuro, que es lo que quiere evitar EEUU.
4)Las cuatro mayores empresas de la industria armamentística son estadounidenses. Así que ya sabemos adónde irá la mayor parte de nuestro sudor, porque las europeas no tienen capacidad y sería un error, eso si diera tiempo, dimensionarlas para luego reducirlas.
Y es que Trump no parece un guerrero con aspiraciones de héroe, mas bien parece un mercader con muchos trucos y pocos escrúpulos que nos va a vender la burra de que precisamos armarnos hasta los dientes comprando en USA para compensar todo lo que han hecho por nosotros, aprovechando la estulticia de nuestros débiles y corrompidos jerarcas. Mientras, Ucrania les irá devolviendo solo a ellos, el dinero de las “ayudas” recibidas de todos, con concesiones y explotación de materias primas, si le deja algo Gran Bretaña, que luego nos venderá a los 27.
¡Que dios no pille confesados!