Transcribo una entrevista a Federico Mayor Zaragoza que creo que vale la pena leer. Dice las cosas bastante claramente: «En el año 2000, en las Naciones Unidas planteamos el que era un problema de conciencia colectiva, que era que cada días nos gastáramos 3.000 millones de dólares en armas y que no tuviéramos 6.000 millones al año para actuar en favor de los que tienen sida. Ni había dinero para los 60.000 que se mueren de hambre, ¡de hambre!, a diario. Ahora nos hemos dado cuenta que sí existía ese dinero».
FEDERICO MAYOR ZARAGOZA PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN PARA UNA CULTURA DE PAZ
«No había dinero para los hambrientos pero sí para rescates de la crisis»
Diario Vasco
Habla de «desgarros en el tejido social mundial» y del sinsentido que supone que se destinen 3.000 millones de dólares cada día a armamento «al tiempo que mueren 60.000 personas de hambre». Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934) recibió ayer la Distinción Oficial del Colegio de Farmacéuticos de Gipuzkoa durante una visita relámpago a Donostia, donde ofreció la conferencia Salud, la gran prioridad. El ex director general de la Unesco también puso los puntos sobre las íes en una rueda de prensa que completó con una entrevista telefónica a este diario.
– Considera que la prevención «es la gran victoria» que debe situarse en la vanguardia de la terapéutica moderna. En cambio, la autorización de Sanidad a seleccionar embriones libres de cánceres hereditarios ha levantado ampollas en algunos sectores sociales.
– Todo lo que se realiza con rigor científico me parece muy bien. Cuando hablamos de salud, la energía nuclear o la capa de ozono la opinión que debe prevalecer es la de los científicos, y no la de los políticos ni la de personas que representan a distintas religiones o creencias. Cuando estuve al frente de la Unesco, me informaron de que el genoma humano estaba prácticamente a punto de ser descifrado. Entonces sí que había un riesgo real, y era que la clonación humana se utilizara para diseñar seres humanos a la medida, el sueño de Hitler… Y eso sí que no. Conseguimos la anuencia de todas las iglesias y de todos los políticos, incluida la Administración norteamericana, que desde 1989 no ha firmado ni un solo convenio internacional.
– ¿Y el diagnóstico preimplantacional?
– Estas cuestiones tienen que venir del raciocinio y de la consideración científica y rigurosa de los hechos, sin influencia de los políticos, de los industriales y de los representantes de las creencias… Soy partidario de escuchar a todo el mundo, pero en estos temas la calidad de vida debe ser atendida, siempre que se base en principios éticos y en el respeto fundamental a los derechos y a las libertades esenciales. Creo que la aplicación del conocimiento profundo de la genética a la calidad de vida debe salvaguardarse.
– Desafortunadamente, en no todas las partes del mundo está asegurada una calidad de vida digna.
– No podemos seguir siendo espectadores de esto, tenemos que pasar a ejercer el poder ciudadano en toda su dimensión y decir basta a la inversión en armas y a querer, como pretendía la Administración Bush, que hubiera todavía más gastos militares. Ahora nos tenemos que dedicar a la prevención y a la medicina, a destinar los conocimientos que tenemos a paliar el sufrimiento humano. Los farmacéuticos ocupan un lugar de vanguardia, porque gracias a ellos conocemos muchos de los procesos vegetales que hoy permiten obtener cosechas mejores con menos dispendio de agua. Se está avanzando mucho y ya conocemos unas plantas, las leguminosas, que no necesitan abonos, porque captan el nitrógeno directamente del aire. En el momento en que consigamos trasladar esta capacidad a las raíces del arroz o del trigo, ¡se imagina lo que habremos logrado! Son auténticas revoluciones. Todo esto lo digo para que se vea la importancia del conocimiento aplicado a aquellas áreas de las que depende la calidad de la vida humana. Ya está bien de aportar conocimiento para la destrucción, para ver quién es más fuerte…
– «La nutrición es el gran medicamento. La alimentación es el primer tratamiento para una salud vigorosa», dice. Sin embargo, la gente se sigue muriendo de hambre.
– Qué vergüenza y qué problema para nuestra conciencia colectiva el pensar que mientras nosotros nos quejamos en que nos faltan algunas cosas hay gente cuyo problema diario es el acceso al agua o a los alimentos. ¡Qué disparate hemos hecho! Y ahora tenemos que corregirlo. En estos momentos de crisis sólo destacamos la financiera, pero se trata de una crisis de valores, de ética, de democracia, porque hemos confundido los valores con los precios. Ya lo dijo Machado: «Es de necio confundir valor y precio». Hemos sido necios, hemos sustituido los valores de la justicia social, de la solidaridad, por las leyes del mercado y en estos momentos tenemos gravísimas crisis financieras. Estamos rescatando a los que padecen esta crisis, junto con el resto de los ciudadanos, y en cambio no lo estamos haciendo con los que se mueren de hambre. No había dinero para el hambre. En el año 2000, en las Naciones Unidas planteamos el que era un problema de conciencia colectiva, que era que cada días nos gastáramos 3.000 millones de dólares en armas y que no tuviéramos 6.000 millones al año para actuar en favor de los que tienen sida. Ni había dinero para los 60.000 que se mueren de hambre, ¡de hambre!, a diario. Ahora nos hemos dado cuenta que sí existía ese dinero. Lo que pasa es que el dinero se ha producido, a raudales, centenares de miles de millones, cuando no existía para hacer frente a los que no tienen qué comer.
– ¿Sabremos rectificar?
– Toda crisis es una oportunidad. Tenemos que darnos cuenta de todas las barbaridades que hemos hecho. Recuerdo que cuando en el año 2000 volví de la Unesco, el entonces presidente o uno de los mandatarios hablaba de qué maravilloso era que en España se construyeran más viviendas que en toda la Unión Europea. ¡Qué disparate! Y mire cómo ha estallado… Por eso soy muy partidario de que las entidades académicas y científicas no permanezcan más tiempo calladas, que no estén ausentes del debate. Los intereses de los políticos tienen que ser los intereses de la gente.
– «En un mundo global nadie puede considerarse a salvo de afecciones que afectan a países lejanos», ha dicho. La nueva gripe puede ser un buen ejemplo.
– Sí. Se trata de una gripe con una incidencia patológica muy poco grave y que se puede abordar muy bien con los tratamientos ya existentes. ¿Qué se haya exagerado? En este aspecto quizás no haya que olvidar el eco de los medios de comunicación, porque una cosa es lo que haya dicho la directora general de la OMS y otra que al día siguiente haya aparecido en todas las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo. Pero es mejor que haya sido así que no al revés. Lo cierto es que en México está en retroceso; allí se han registrado muertes pero seguramente eran personas que hubieran fallecido como consecuencia de enfermedades ya graves. En estos momentos ya se ha identificado una zona del genoma que no se altera, por lo que podemos hacer un anticuerpo. Eso ya lo tenemos y es una gran ventaja. Otra cosa es que dentro de varios meses en vez de H1N1 sea H5N1, y entonces podría ser mucho más grave. Por eso hay que tomar medidas.
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