He leído con detenimiento el escrito que envié hace un par de días a la revista El Observador y creo necesario señalar que me equivoqué.
Me equivoqué, lo siento y ahora rectifico porque utilicé expresiones que pueden ser interpretadas como ofensivas y que, además, no reflejan lo que de verdad yo pienso y siento sobre quienes hacen la revista.
Me equivoqué señalando que publicar ese artículo sobre Federico Mayor sin mencionar su autoría y firmado solo por la Redacción es una muestra de falta de coraje o de cobardía. Me equivoqué porque ahora soy consciente de que se puede entender que yo acuso de cobardes a los periodistas de El Observador cuando de ninguna manera yo pienso eso. Puedo estar en desacuerdo con algunos de sus enfoques (en este caso, muy en desacuerdo) pero tengo la sincera convicción de que vienen realizando un periodismo valiente y comprometido. Y eso no lo digo de forma retórica sino en reconocimiento del riesgo personal y de todo tipo que asumen y la generosidad con que actúan. Una cosa no quita la otra.
Desde este mismo lugar en que edité mi escrito anterior quiero pedirles disculpas de todo corazón por las expresiones que pueden significar una agresión en lo personal porque ni serían merecidas ni responderían a la intención con la que escribí el texto.
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