Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

David Anisi. In menoriam

 En el último número de TEMAS PARA EL DEBATE publico un recuerdo homenaje a David Anisi. Lo transcribo a continuación y una vez más lo recuerdo con admiración y cariño. 

 

 David Anisi
 
El pasado curso, David Anisi nos enviaba a estudiantes, colegas y amigos, unos relatos de «fin de semana» en los que, como en toda su obra, mezclaba la reflexión económica, la sabiduría humana y el ansia indisimulable de darle sentido a la felicidad humana. El último que recibí se titulaba «El estudiante» y se refería a uno que trató de descubrir la eterna juventud y la piedra filosofal. En el correo, como un presagio que ninguno imaginábamos que lo era,  nos deseaba buenas y sonrientes vacaciones para todos.
 Será una casualidad pero bien significativa que este último de sus relatos de fin de semana (y no sé si en realidad también el último de todos sus escritos), haya sido sobre un estudiante, porque creo que puede decirse que los estudiantes han sido el hilo conductor de su vida. Basta ver para comprobarlo la multitud de testimonios de afecto y agradecimiento de sus antiguos alumnos que circulan por internet.
 David Anisi ha sido siempre un economista enseñante, pero no solo de modelos, ni de ecuaciones que él también sabía explicar con una especial lucidez e incluso con dulzura, sino enseñante de la vida y de la felicidad que siempre consideró componentes inseparables también de lo económico.
 Los testimonios de esa dedicación no se encuentran solamente en lo que transmitió en clases a sus estudiantes, sino también en su obra científica y en la perspectiva desde la que abordó su objeto de estudio.
 Anisi fue un economista perfectamente conocedor de la economía convencional, capaz de enfrentarse en algunas de sus obras a la modelización más sofisticada y a la formulación matemática tan en boga en los últimos años («Modelos económicos: una introducción a la macroeconomía postkeynesiana», 1984; «Tiempo y técnicas», 1987, «Modelos Económicos: una interpretación de la macroeconomía», 1991). Pero ese dominio de la teoría económica convencional no le llevó a ensimismarse en sus florituras formales sino a darle la vuelta para revelar sus contradicciones y para mostrar otros horizontes del pensamiento económico.
 En otros libros y trabajos («Trabajar con red», 1990; «Jerarquía, mercado, valores: una reflexión económica sobre el poder», 1992; «Creadores de escasez: del bienestar al miedo», 1995) David Anisi ha mostrado la profunda impostura sobre la que está basado el análisis económico convencional de los últimos tiempos y, sobre todo, su radical oposición con las claves auténticas del bienestar humano.
 La obra de David Anisi ha sido singular e importante precisamente por las razones que la academia no suele valorar hoy día, entretenida como está en llevar el análisis económico muy lejos de los asuntos de los que de verdad depende la felicidad de los seres humanos. Me refiero, por ejemplo, a su capacidad para vincular los problemas económicos a las cuestiones del poder y las instituciones, lo que permite poner de relieve su naturaleza auténticamente social y su trasfondo ético. O a la incorporación consciente de juicios de valor vinculados al tipo de compromiso científico sin el cual es imposible que las ciencias se orienten a resolver las necesidades humanas. Y, por supuesto, por su utilidad para proporcionar nuevas respuestas, alternativas de pensamiento y vías diferentes a las que ofrecen las políticas económicas de nuestra época, que Anisi enseñó a reconocer como meros instrumentos para la creación de escasez y la producción de miedo.
 En la lección que impartió para inaugurar en Salamanca el curso académico 2006-2007 («Economía: la pretensión de una ciencia», 2006), lo dejó dicho muy claro, como siempre hizo: «Es la transmisión de esa ideología lo que confiere a la economía actual su característica más relevante. Es el ocultamiento de que se trata simplemente de una ideología lo que lleva a sus transmisores a pretender que emiten sus opiniones respaldados por una ciencia. Y es la perpetración continua de ese fraude lo que lleva a la descalificación, en cuanto no científicas, precisamente de aquellas construcciones teóricas que, alejadas de la simulación oficial, tratan de construir una ciencia empírica».
 Descanse en paz.
 

 

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