La vida no se reduce, no puede ni debe reducirse a criticar a los neoliberales, por mucho que se lo tengan merecido (como doña Esperanza). Es más, yo creo que esa crítica sería mucho más eficaz si dedicásemos más tiempo a reirnos (aunque no sea de ellos y de ellas) o a contemplar la belleza (¡cuántas veces la echamos de menos sin darnos cuenta de que la tenemos a nuestro lado sin prestarle atención!). Por eso me fascina ver cada noche la Giralda iluminada y, sobre todo, cuando se une a la Luna, como en estas últimas noches, para cortejar a nuestro limonero.
Dejo el testimonio gráfico del cortejo (captado por Lina con la cámara de mi teléfono) y un haiku improvisado de recuerdo:
La luna de septiembre
y la Giralda
Pajes del limonero
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