En los últimos días ha circulado por la red un video en el que daba mis razones para salir a la calle el 15 de octubre. Naturalmente, ha recibido muchos comentarios a favor y en contra, como es lógico que ocurra porque no todas las personas pensamos igual ni tenemos las mismas sensibilidades.
Pero de entre los comentarios que me han llegado me gustaría glosar uno porque, al investigar en google sobre quién era su autora, cuyo nombre no voy a dar, he descubierto que es una economista del Fondo Monetario Internacional.
Dice esta economista que no comparte este tipo de iniciativas porque «se hace acusaciones muy serias en un video en youtube, citando a lo que dicen unos cuantos periódicos».
Es decir, no demuestra que lo que yo diga sea falso sino que simplemente me descalifica sin más.
¿Es falso que la Secretaria de Estado de Justicia ordenó al abogado de Estado que no se ejerciera acción penal contra el Banco de Santander y sus representantes, impidiendo así que el proceso saliera adelante? ¿Es falso que se haya suspendido la aplicación de la sentencia a Alfredo Sáenz a la espera de que se tramite el indulto?
Si la economistas del FMI que me descalifica se hubiera tomado un poco de tiempo para informarse hubiera comprobado que quien dio la información a la que yo aludo sobre el Banco de Santander fue el mismísimo señor D. Rodrigo Rato, ex Director Gerente del Fondo Monetario Internacional donde ella trabaja.
Pero ¿qué necesidad tiene ella de informarse de la realidad? Si la realidad que yo reflejo no cuadra con sus ideas simplemente le basta con descalificarme.
Luego afirma, refiriéndose a mí, que «este señor dice que acabar con el hambre en le mundo es una cuestión de dinero–si fuese tan fácil ya se habría hecho hace tiempo–es mucho mas complejo–no entiendo que tipo de economista es este señor la verdad».
Es falso que yo haya dicho eso. Lo que yo afirmo en el video, como se puede comprobar fácilmente, es que mientras que siempre ha habido todo el dinero necesario para salvar a los bancos y a los banqueros nunca se ha podido disponer de las cantidades doscientas o trescientas veces menores que piden los organismos internacionales para luchar y acabar con el hambre en el mundo.
¿Es falso eso? ¿puede esa economistas decir que yo miento o que simplifico la realidad al decir exactamente eso?
Se pregunta mi comentarista qué tipo de economista soy yo por decir esas cosas y se lo voy a explicar.
Soy de los economistas que venimos denunciando con datos en la mano que el Fondo Monetario Internacional ha arruinado a un buen número de países obstinándose en aplicar políticas económicas que fracasan una y otra vez y que lo único que producen es pobreza y atraso económico.
Soy de los economistas que denunciamos (como yo he hecho con citas textuales en mis últimos libros) que el Fondo Monetaria Internacional no es solo dañino sino que, además, es una de las corporaciones de economistas más incompetentes que hay en el planeta porque falla constantemente en sus predicciones y análisis, como es fácil comprobar que ha ocurrido con la crisis en la que nos encontramos.
Y no soy de los economistas, como ella, que descalifica a los demás sin dar un dato, o que desprecia a los que no piensan como uno mismo, sin contradecir sus argumentos, como hace ella.
Finalmente dice que ella también está de acuerdo con que exista una democracia real. Pero se pregunta que «por qué no me quejé de la falta de democracia real antes, cuando todos estos líos se estaban cociendo».
Su pregunta es también una buena prueba del modus operandi de estos economistas al servicio de los poderosos. Como decía entes ¿para qué necesitan informarse, para qué necesitan buscar cualquier tipo de información? Simplemente dejándose llevar por sus prejuicios, por las ideas preestablecidas que tienen le es suficiente.
No ya un buen economista sino cualquier persona prudente se hubiera informado de quién es la otra persona a la que alude antes de criticarla. Pero esta economista del Fondo Monetaria Internacional no tiene que actuar así: no le conviene una realidad, o en este caso lo que yo digo, y resuelve el expediente inventándose la que le sirve: ahora, argumentando con toda falsedad, que yo antes he estado callado.
Bastaría haber puesto mi nombre en cualquier buscador de internet (porque doy por sentado que mis libros no estarán en la biblioteca del FMI) para comprobar que se me pueden criticar muchas cosas pero no precisamente que haya estado callado antes.
Y para terminar, la economista del FMI nos proporciona una auténtica perla para explicarnos la falta de democracia real que en su opinión hay en España: «En mi opinion -dice- se debe a que existen mucho «free riders», que cuando las cosas van bien no se preocuparon de nada, que no le rindieron cuentas a un gobierno, comunidades autonomas, municipios, etc que han llevado una gestion economica pesima, y un Presidente del Gobierno que mintio descaradamente cuando la crisis se estana gestando y trasmitio a la gente el mensaje de que «aqui no pasa nada». Eso es muy grave en mi oipion, y nadie movio un dedo».
Para esta economista del FMI la mayor o menor falta de democracia en España no tiene nada que ver con la desigualdad tan elevada, con el poder político de la banca, con sus favores a los partidos políticos, con la falta de pluralidad en la propiedad de los medios de comunicación, etc., etc. Así es como ven la realidad social y económica estos economistas que se permiten despreciar y descalificar a cualquier otro que piense distinto a ellos sin aportar ni un solo dato.
Termina su comentario la economista del Fondo Monetario Internacional diciéndonos lo que es la Democracia: «no es solo votar en las elecciones e indignarse cuando las cosas van mal–la democracia se ejerce cada dia–donde estaban todos los ciudadanos «indignados» cuando sus ayuntamientos estaban cometiendo los atropellos urbanisticos y corruptelas mas tremedos del siglo? Nadie se indignaba cuando todo iba bien….asi no se vale-«.
Es una frase también expresiva del modo de actuar de estos economistas para quienes los que no piensan como ellos no existimos. Solo así se puede explicar que afirme que nadie estaba indignado en estos últimos años.
Su definición de democracia se podría compartir pero que hable de democracia una funcionaria del Fondo Monetario Internacional, un organismo que no es democrático porque allí los países más ricos imponen sus decisiones a todo el planeta y Estados Unidos tiene poder de veto, que ha sido colaborador de golpes de estado y dictaduras, que ha hecho todo lo que ha estado en su mano para hundir experiencias progresistas de gobiernos y que ha producido tanta miseria y dolor a millones de personas solo para ayudar a los ricos resulta, cuanto menos, patético.
Como ha explicado entre otros Jean Ziegler, antiguo relator especial de la ONU para el derecho de la alimentación, los planes del Fondo Monetario Internacional han sido «mortales» o «asesinos» para Haití, por ejemplo, y en su opinión el Fondo es responsable, entre otras cosas, de que Haití, que en 1980 era autosuficiente en arroz, haya pasado a tener que importar el 75% de sus necesidades; o también de la gran pérdida de ingresos de su Estado al obligarle a bajar los derechos de aduanas del 50% al 3%. Y por referirme a la intervención de una delegación del Fondo en la que estaba la economista que me critica en República Dominicana citaré la crónica que de su visita hacía una web de aquel país porque me parece un ejemplo bien expresivo de lo que va dejando tras de sí el Fondo Monetario Internacional y sus brillantes economistas: «La visita deja el saldo de un asesor dominicano muerto de un infarto tras una reunión sobre el tema del paquete impositivo, empresarios descontentos por el aumento de los impuestos contenidos en las medidas y una gran mayoría de la población atribulada por alzas en la tarifa eléctrica, los combustibles y los alimentos» (UPI.com, 7 de junio de 2011, Misión FMI deja en crisis a Dominicana con paquete fiscal). Así son y así actúan estos economistas que me critican por decir lo que digo.
Se, por supuesto, que en el Fondo Monetario Internacional hay otros y otras que tratan de actuar de otro modo, que respetan a quienes no piensan como ellos y que analizan la realidad sin anteojeras ideológicas (aunque no estoy seguro de que allí duren mucho actuando así). Pero, en todo caso, creo que mi comentarista ha demostrado que no forma parte de este grupo.
(Nota: los errores y faltas de ortografía en la frases entrecomilladas son las que venían en el texto de la economista del FMI).
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