En RT TV sobre la deuda griega

En plena crisis económica, con 5.2 millones de parados, todo está arreglado: el Madrid gana al Barça en la copa del Rey.
Una crítica a esa droga moderna que adormece a las masas: el fútbol.
Una fiebre colectiva se ha adueñado de la población española desde hace unos meses. Es el tema del que todo el mundo habla, la ilusión que se comparte, las camisetas y banderas de los equipos que se multiplican por todas las provincias, Barça Madrid, Madrid Barça.
Los medios de comunicación y las instituciones consagran con su eco y su aplauso este ritual de felicidad española, ese fervor de masas que tanto conviene al Poder.
En el siglo XIX Karl Marx sentenció con una frase el nefasto influjo adormecedor que producían las iglesias sobre la conciencia del proletariado: “La religión es el opio del pueblo”. En plena época de la explotación de las masas obreras, la fe religiosa actuaba como una droga que mantenía a la plebe sedada y distraída.
Hoy, en 2012, Marx tendría que modificar el sujeto de su oración: “El fútbol es el opio del pueblo”. El filósofo alemán, si viajase a través del tiempo y conociese el futbol del siglo XXI, quedaría impresionado de ver cómo un pais de 46.081.574 millones de habitantes con más de 5.2 millones de parados se olvida de sus miserias escondiéndose detrás de los símbolos y aspiraciones de unas Sociedades Anónimas Deportivas, o sea, de unas empresas particulares con ánimo de lucro que dicen representar a las localidades enteras.
Es llamativo ver cómo la mayoría de las cabezas masculinas de todas las ciudades, y también una parte amplia también de las femeninas, dedican más horas a perseguir los anhelos de un club deportivo que a luchar por mejorar su grave situación social y laboral. No hay otro tema de conversación que las hazañas futbolísticas del Real Madrid o el Barcelona, no hay nada que genere más unión que una bandera blanca o blaugrana. Ninguna práctica de solidaridad humana relacionada con el apoyo a las necesidades básicas es capaz de levantar tanta adhesión; sin embargo, las banderas. y sus himnos recorren hasta los barrios más deprimidos de este pais.
Ayuntamientos en números rojos subvencionan a estas empresas del fútbol con millones de euros, y las masas lo celebran. Unos propietarios que invierten un dinero de dudosa procedencia en el negocio del balón, y la opinión pública lo ve con buenos ojos. Unos desheredados sin trabajo y sin futuro se ilusionan por unos juegos de pelota, sin saber si van a poder pagar la luz el mes próximo o si tendrán que hacer cola en un comedor social.
El plan de entretenimiento para el vulgo no es tan novedoso, ya lo hacían los césares romanos: “Pan y circo”. Pero al menos, en esa época el imperio tenía que procurar el pan para saciar a la plebe. Hoy resulta más fácil tenerla divertida, se contenta con una parte del binomio, con ese circo moderno del balompié.
Los poderosos se regodean en el triunfo de su táctica: opio para el pueblo, adormidera para que dormiten la dignidad y la conciencia. Nunca unos metros de tela de unas banderas dieron para tanto.
Es mi humilde opinión.

¿Véis como no podemos subir los sueldos?
Primero, apretarse el cinturón.
Segundo, vayan ustedes a votar, por el bien de Hispanistán.
Tercero, «no llores como un niño lo que no has sabido defender como un hombre».
Vota PPsoe, por el bien de la Democracia. Ah, que maravilla de país…
http://www.youtube.com/watch?v=hoMM7L6oIkY&feature=player_embedded
Por cierto, ¿cuándo es el próximo partido? ¿ganará Alonso el mundial este año?