«Decenas de personas abarrotan esta patera de madera. Si alguien intenta moverse, un traficante le da una patada para que vuelva a su sitio. No quieren que vuelque la barca sobresaturada y se hundan.
Puede que sean las once de la noche, pero Hashem no está seguro. Ha perdido la noción del tiempo y del lugar. Antes, por la tarde, en una playa del extremo norte de Egipto, a él y a sus compañeros los condujeron como ganado hasta esta barquita. Ahora vete a saber dónde se encuentra la embarcación, meciéndose en la oscuridad total, dando bandazos entre las olas, en algún lugar del sudeste del Mediterráneo. Y sus pasajeros están gritando. Algunos en árabe, otros, no. Hay personas de toda África, otras proceden de Oriente Próximo. Hay palestinos, sudaneses y somalíes. Y sirios, como Hashem. Quieren llegar al norte de Europa: a Suecia, Alemania o algún lugar que les ofrezca un futuro mejor que el de sus hundidas tierras natales. Por esa lejana esperanza se arriesgan a viajar hasta la costa italiana en barca. Si todo va bien, deberían llegar a Italia dentro de cinco o seis días. Pero de momento, Hashem no sabe si él sobrevivirá a esta noche. Ni si lo hará nadie más. Transcurre una hora. Alcanzan una segunda embarcación, una más grande, y después, una tercera, todavía más grande. Los traficantes los lanzan a ellas como si fueran sacos de patatas. Ahora tienen un poco más de espacio, pero están empapados. Han tenido que sortear las olas para llegar hasta la primera patera, y la segunda barca estaba llena de agua. Están calados hasta los huesos, tiritan. Y tienen arcadas. La persona estrujada a la izquierda de Hashem le vomita encima. Después, él devuelve el favor vomitando encima de quien tiene a la derecha. Levanta la vista y se da cuenta de que todo el mundo está igual, con la ropa cubierta del vómito de los demás. Cada uno ha pagado más de 2000 dólares por devolver encima de sus compañeros refugiados. «Es una fiesta del vómito», piensa» (…)
Tiritando entre el vómito de los demás (…) Piensa en sus hijos —Osama, Mohamed y Milad—, lejos, en Egipto (…) Piensa sobre todo en Osama, el mayor. Hoy 15 de abril de 2015 es su cumpleaños. Esta mañana, temprano, empezaba sus catorce años con su padre llorando, disculpándose por su partida inminente y después yéndose sabiendo que quizá no volverán a hablar nunca más».
Así empieza el libro el libro de Patrick Kingsley, periodista de The Guardian y nombrado periodista internacional del año en los Premios Británicos de Periodismo de 2015. Se titula La nueva odisea. La historia de la crisis europea de refugiados y es una crónica en primera persona del horror que se desenvuelve justo ahí, a nuestro lado, sin que, al parecer, sea todavía lo suficientemente horroroso como para que nuestros dirigentes hagan algo o, no nos engañemos, para que lo hagamos nosotros mismos, para que nuestra alma ya casi insensible a todo, nos empuje a decirles que ya está bien de tanto daño y sufrimiento inútil. Al menos, léanlo, sepan lo que pasa, busquen las razones y empezaremos a hacer algo para evitar que todo eso siga sucediendo.
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14 comentarios
La pregunta es: Ese periodista inglés donó para el fondo de refugidos el dinero obtenido por su fama luego de la edición del libro?…
Estas cosas pasan porque hacemos las preguntas sin importancia antes que las trascendentales… estas son: ¿Hasta cuando vamos a consentir este horror? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para impedirlo… aparte de señalar al denunciante?
Volvemos a tener esclavos y tenemos potestad de darles vida o muerte
Que atraso
Libro humanitario
Lo mas horrible de todo es que hay medios para impedir que las máfias sigan embarcando seres como esclavos ,no ha cambiado nada seguimos esclavizando seres humanos.
La pregunta es ,quien se está beneficiando ,y a que nivel tan alto ,tan alto ,que no se hace nada para impedirlo.
Triste.
Es muy triste lo que nos escribes
que, de tan conocido, cicatrizado
todos lloramos,
mas no sé si la tristeza es mayor
ante la pregunta clavada y genial
de comentarista tan pertinaz.
¿El escritor donó?
El escritor o no sé quién,
o quizás tú mismo, Juan,
disculpa la osadía del tuteo
y el enlodarte en la miel,
pero el comentario sagaz
me ha noqueado al suelo,
cual escupitajo,
mi ahora dolorido cerebro.
La miel es metáfora,
que cada uno traduzca al castellano
el «escupitajo».
Quizás ya no entiendo nada
solo porque no tengo hambre,
ni cuando parado supe lo que es la gana.
Vomito por estas barbaridades.
Es una falta de respeto llamarla «crisis europeas de los refugiados» la crisi no es de
Europa es de los paises que los blancos europeos y su descendientes en otros lugares
del mundo no los dejan vivir en paz y los asesinan para robarle sus tierras obligandolos
a un exodo indeseado y lleno de obligados riesgos.
La vision de Patrick Kingsley peca de considerar a Europa el centro del mundo y solo
ver el mundo dentro de ella y el resto no le importa.
Tiene toda la razón D. Pelayo Martín cuando dice que “estas cosas pasan porque hacemos las preguntas sin importancia antes que las trascendentales”.
Kingsley empieza su libro narrando como “decenas de personas se abarrotan” en cada patera, procedentes de “Oriente Medio, Palestina, Sudán, Somalia, Siria…”. Podría haber añadido, sin riesgo de faltar a la realidad, a gente de Afganistán, Iraq, Yemen, Libia… y aun se quedaría corto. Todos buscando “un futuro mejor que el de sus hundidas tierras natales”.
¿Quién protege a las mafias de traficantes que cobran “más de 2.000 dólares” por cabeza a estos desdichados. Por qué la incapacidad de los estados europeos para dar una acogida digna a esta riada humana?. Otra vez la proverbial insensibilidad de las poblaciones de los países desarrollados ante la desgracia ajena?. Podríamos preguntarnos todo esto, y más por el estilo, y seguiríamos sin plantearnos una sola de las preguntas trascendentales capaces de arrojar luz sobre este triste asunto.
Podríamos por ejemplo preguntarnos por qué huyen “buscando un futuro mejor que el de sus hundidas tierras natales” pero esto nos llevaría a preguntarnos cómo, cuándo y sobre todo quiénes y por qué hundieron esas tierras. Porque no estamos ante un fenómeno inmemorial como las invasiones del siglo IV ni cabe echarle las culpas del éxodo al tan manido calentamiento global.
Todos estos países se han ido hundiendo, uno tras otro, como consecuencia de una política permanente de ocupaciones y/o injerencias extranjeras; bombardeos masivos y/o guerras civiles prefabricadas; golpes de estado y/o terrorismo de importación. Pero siempre y en todo caso con las mismas víctimas inocentes y con los mismos intereses culpables.
No, la culpa no la tiene Kingsley por amargarnos la sobremesa con esta tragedia insufrible, aunque pueda utilizarla para embolsarse unos más o menos suculentos derechos de autor. Tampoco los miserables sin escrúpulos que se puedan enriquecer con el tráfico de los inmigrantes; que no hacen más que aprovecharse de una situación creada por otros. Mucho menos los países del sur de Europa que, algunos como Grecia, bastante desgracia tienen con su propia miseria.
Lo que sucede es que atreverse a poner el foco en la madriguera donde habitan las largas manos que mecen la cuna de todo este tinglado es algo que hace estremecer al más templado y sólo a un loco se le ocurriría intentarlo. Por eso seguiremos, como bien dice D. Pelayo Martín, conformándonos con hacernos preguntas sin importancia.
¿El escritor donó? Qué pregunta ¿Eso importa? ¿Le daría menos valor a su denuncia si se hubiera lucrado?
Cuando nos hablan del drama de los refugiados sirios se suele olvidar comentar las causas que lo han provocado. Porque a lo mejor el que escribe sobre el tema es ciudadano de un país desencadenante de ese conflicto. Si así fuese, como ciudadano de ese país, quizás sin saberlo, sería responsable de ese drama a no ser que denunciara a sus gobernantes por provocarlo.
Siguiendo con el tema, mi solidaridad con el combatiente sirio, que en su tierra -Cual Hector en la Iliada, defiende su libertad haciendo frente a las fuerzas de ocupación, entre ellas el temido ISIS, y que también se expone a morir en el frente de batalla aunque los medios de comunicación le hurten la Gloria que merece.
Por desgracia, seguirá así todo esto.
Yo solamente tengo una pregunta. Me la hago a mí miso: ¿por qué votamos en todo el mundo a persona e ideas que conducen a esto? ¿por qué ponemos al frente de las instituciones a individuos que propician esto?….demasiados culpables; luego no hay culpables.
Por cierto: jamás ha dejado de haber esclavos. ¿qué eran las trabajadoras que se quemaron el otro día en una «fábrica» textil de Bangladesh? o en la selvas de Basil o…otra vez demasiados culpables…
¿El escritor donó? Pregunto, ¿donó el fruto de su trabajo quien hace la pregunta? ¿Para poder denunciar miserias hay que estar entro los miserabes? Creo que la pregunta no tiene sentido. Estoy más cerca de Antonio Gil y JANO. Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad (que no culpa) en lo que ocurre. Por votar a quienes no debemos porque constantemente nos muestran a dónde quieren llevar al mundo. Por no ayudar de verdad a quien lo necesita, no por caridad sino por solidaridad humana. Por no exigir que se acabe con las guerras. Por sentirnos felices en nuestro mundo confortable y mirar por encia del hombro a quienes no lo disfrutan. Como no ambiemos la forma de pensar el mundo será, cada vez, un lugar más inhumano.
Agradecer con todo mi corazón al autor del libro por escribir sobre los olvidados.- A juan torresm por difundirlos.- Y a todos por entramar un bebáte con vuestras opiniones.-
siempre le pasa a la izquierda, no es menos sensible quien pregunta sobre los derechos de autor del libro ¿acaso no es un tema importante? saber si vende o no su realidad de lucha?pues tendrá que comer digo yo, o quizás.- sabe tanto de la pobreza que se ha conformado con tan poco para vivir que no requiere de mucho más.- más que de los medios para poder seguir denunciando.
en mi opinión, no hay que criticar tanto a las mafias, a los corruptos y más a nosotros mismos pues el cambio no está en otro sitio que en nuestro corazón.-
yo, joaquin marchena soto.- compro ropa a multinacionales que sé que explotan.- yo, hago un uso del agua que dejaría sin aliento si me vieran los millones de niños que mueren por agua sucia (veinte cada segundo segun la ONU).- y por supuesto no me asocio, denuncio, ni lucho por evitar que los prostíbulos de debajo de nuestras casa no esclavicen a las mujeres tratándolas como bienes de consumo para que las consuman a cachos.-
yo, soy consciente de lo que dijo GANDHI.- Seamos nosotros el cambio que queremos ver en el mundo.- y no nos quejemos, lo esperemos que surja de las lagrimas mientras haya gente que con su propio sufrimiento allanan el camino de la libertad.
soy escritor.- llevo dos años escribiendo un libro.- sobre la transformación del ser para salir del sistema y defender a la raza, el derecho por la vida.- nazca donde se nazca.
y no se que haré con los derechos de autor porque con el dinero.- hasta que no se te ofrece y renuncia mejnor callar;que la vida da muchas vueltas.- Lo que me importa es la transformación de mi ser mientras escribo el libro.- sirviéndome para prepararme en el camino de no formar parte del consentimiento del horror como parte del único sistema que dan por válido.- el capitalismo.- Porque muchos, casi todos.- hemos aceptado la pobreza extrema, el hambre, la falta de saneamiento, medicinas básicas de tantos como la otra cara, dura pero necesaria del sistema.- Un sistema que a pesar de desolar nuestras almas, nos enseñan a mirar para otro lado y sacar tajada.- Todos las sacamos.- o es que nos vamos a comprar la ropa a tiendas o marcas que se hacen en paises que garanticen los derechos laborales.- SI mañana se cae una fábrica de Bangladesh, Pakistan, vietnan…¿de verdad vamos a seguir denunciando a la mafias que esclavizan mano de obra? pero dejemos de pensar.- yo no, nunca, es junto a la sensibilidad la única salida de lucha para evitar el silencio de la gente buena.
gracias a todos. y hay esperanzas para cambiar el mundo pero hemos de ser nosotros, los que quieran clamar contra las injusticias, quienes soporten el, sacrificio que supone la transformación.