Publicado en Público.es el 13 de abril de 2020
Es muy de agradecer que el eurodiputado de Ciudadanos Luis Garicano, en lugar de dedicarse a atacar a sus rivales políticos con palabras vacías e insultos, haya hecho una propuesta concreta para hacer frente a las consecuencias de largo plazo que la crisis del Covid-19 puede generar en la Unión Europea y en España en particular.
Con semejante espíritu me gustaría hacer algún comentario sobre su planteamiento porque me parece que, aunque tiene algún aspecto positivo, no puede ser la solución completa y suficiente que necesita nuestra economía para evitar la crisis profunda y peligrosa que se avecina si no acertamos con la terapia.
Estoy de acuerdo con los puntos de partida de Garicano que creo se pueden resumir fielmente en los siguientes:
– La tarea inexcusable de los gobiernos, «para aguantar el parón forzoso del confinamiento», es «mantener las rentas salariales y de los autónomos, garantizar la liquidez a todas las empresas y ejecutar el gasto sanitario»
– Ese objetivo implica un inevitable incremento del gasto público que, unido a la lógica pérdida de ingresos fiscales como consecuencia de la inactividad, va a suponer que los países ya de por sí más endeudados salgan de esta crisis con «una deuda gigantesca». Garicano estima que la de España podría aumentar «en 30 o 40 puntos sobre el PIB», es decir entre 360.000 y 480.000 millones de euros, más o menos, sólo en 2020.
– Una deuda tan elevada provoca dos problemas. El primero es, dice Garicano, «el riesgo de que los mercados no quieran comprar nuestra deuda», lo cual «podría llevar a una crisis parecida a la de 2008». El segundo problema es que tal cúmulo de deuda impondría «una presión de décadas sobre el crecimiento».
El eurodiputado de Ciudadanos estima que el primer problema, es «muy probable» que lo hayamos esquivado gracias a las medidas anunciadas por el Banco Central Europeo y a las aprobadas la semana pasada por el Eurogrupo. El segundo, el posible frenazo del crecimiento, es al que trata de dar respuesta.
Su propuesta consiste en que el esfuerzo para llevar a cabo la reconstrucción necesaria tras la crisis no recaiga sólo en los los estados miembros, sino que «gran parte del gasto de la reconstrucción de Europa lo hagan los europeos de forma conjunta». Para ello propone que la Unión Europea pida prestado algo más de un billón de euros al 2,5% (pagándolo con nuevos impuestos) y que, a través de su Presupuesto, financie las inversiones necesarias para la reconstrucción.
De esa forma se conseguiría que «la UE no se endeude para prestar a los países, sino para financiar directamente inversiones europeas».
Si me quedara sólo con el final de lo que propone Luis Garicano podría estar bastante de acuerdo con él. Yo también creo conveniente que la Unión Europea aumente su presupuesto y que asuma todas o parte de las inversiones que van a ser imprescindibles no sólo como consecuencia de la pandemia sino para hacer frente a la ralentización que ya se venía produciendo antes de que estallara y al cambio tecnológico y civilizatorio que se avecina.
Sin embargo, no puedo considerar su propuesta como una terapia adecuada para las gravísimas consecuencias de la pandemia ni me parece aceptable la fórmula que propone para disponer de los recursos. Mis razones para creerlo así son las siguientes:
– A finales de 2017 (últimos datos disponibles de Eurostat), los países de la UE acumulan una deuda pública de 12,73 billones de euros y los de la eurozona de 9,91 millones. Los primeros pagaron un total de 303.890 millones de euros en intereses en ese año y los de la eurozona 219.732 millones. De 1995 a 2017, el 99% del incremento de deuda de los países de la UE y el 106% de los de la eurozona corresponde a intereses.
En esta situación, lo que propone Garicano es que la deuda nacional siga aumentando (porque así lo hará, aunque se vea algo aliviada si una parte del gasto en inversiones lo realiza la Unión Europea en su conjunto) y que la paneuropea también. Su receta tiene, por tanto, el mismo efecto que tienen las únicas políticas que se sabe aplicar en la Unión Europea: aumentar la deuda o, lo que es lo mismo, el negocio de banca privada.
– La propuesta de Garicano de convertir a la Unión Europea en inversora en lugar de prestamista de sus países miembros es buena pero me parece inaceptable el procedimiento por el que pretende conseguirlo. Si el Banco Central Europeo le da todo el dinero que desee a la banca privada al 0% ¿cómo podemos admitir como razonable que la Unión Europea se financie al 2,5%? ¿Por qué el Banco Central Europeo no puede financiar las inversiones europeas, conjuntas o nacionales, al mismo coste con que financia a la banca privada? El único obstáculo (además de la voluntad política de favorecer a esta última) es el artículo 123 del Tratado de Lisboa que prohíbe financiar a los gobiernos pero este se puede cambiar y, si no se desea hacerlo, se puede financiar a través de entidades de crédito públicas.
Garicano no dice a cuántos años se endeudaría la Unión Europea pero es fácil calcular la ingente cantidad de intereses que tendría que pagar a la banca privada al rechazarse que sea el Banco Central Europeo quien la financie.
– La propuesta de Garicano podría ser aceptable, salvo en el aspecto que acabo de mencionar, para ayudar a la reconstrucción, pero esta es sólo una de las cuestiones que hay que resolver. A su propuesta le pasa lo mismo que a la de una renta básica que hace unos días realizó su antiguo compañero de partido Toni Roldán: sólo pondría en movimiento una de las dos ruedas del carro que hay que impulsar. En el caso de la renta básica, salvar los ingresos de las personas, pero no la liquidez de las empresas; y, en la propuesta de Garicano, afrontar la reconstrucción, pero no evitar que nuestra economía se destruya previamente.
Un mayor esfuerzo presupuestario europeo para reconstruir Europa tras la pandemia es, como digo, deseable, pero por definición implica que se ha producido antes la destrucción.
A mi juicio, el defecto principal de la propuesta de Garicano es que no contempla la respuesta que con carácter inmediato habría que dar a lo que él mismo señala, muy correctamente, como las tareas que deben acometer los gobiernos: endeudarse para garantizar salarios, liquidez empresarial y suficiente gasto sanitario.
¿De verdad cree Luis Garicano que, si la deuda de España sube 30 o 40 puntos en 2020 como él mismo dice, lo que simplemente debemos buscar es que la UE aumente sus inversiones en un billón de euros en unos cuantos años y para todos los países? Yo tengo la seguridad de que Luis Garicano es plenamente consciente de lo que supone ese incremento de deuda para nuestra economía, por muy generoso que sea el Banco Central Europeo comprando bonos españoles en el mercado secundario. España quizá no entraría en bancarrota si la socorre el MEDE o el BCE pero lo que pudiera recibirse en inversiones adicionales del presupuesto comunitario gracias al préstamo a la UE sería completamente insuficiente para evitar un declive de décadas en nuestra economía y una catástrofe social.
Me temo que la propuesta de Luis Garicano, sin duda bien intencionada y en parte positiva por lo bueno que sería el aumento de las inversiones paneuropeas, es inapropiada, porque incrementa innecesariamente la deuda que es el mayor factor de riesgo de la economía española y mundial, y porque no proporciona garantías de que la pandemia no destruya una buena parte de nuestra capacidad productiva.
Yo creo, por el contrario, que en España, como en Italia y en los demás países europeos, tenemos dos grandes alternativas que resolver con urgencia y me parece que Garicano más bien las soslaya.
La primera radica en decidir si se pone en la economía el dinero que es necesario para garantizar que no cierren miles de empresas, se empobrezcan millones de personas y colapse el sistema sanitario, o si no se pone y nos encaminamos directamente a una dura depresión económica en los próximos años.
La segunda alternativa consiste en decidir si la financiación necesaria para evitar el colapso económico (esos 30 o 40 puntos de deuda que estima Garicano) la van a proporcionar con mucho mayor coste los mercados (aunque sea con la protección adicional del BCE o del MEDE que no evita una factura de intereses brutal), o si la proporciona directamente el Banco Central Europeo, no sólo evitando el pago de intereses sino incluso reduciendo la deuda hasta ahora acumulada (algo que se podría hacer muy fácilmente).
Si se elige pronto y bien, en lugar de la reconstrucción a la que se refiere Garicano tendríamos que hablar solamente de reactivación. Parece una simple deferencia terminológica pero creo que cualquier persona, por muy poco que sepa de economía, entenderá perfectamente la enorme diferencia que eso supone para nuestras finanzas, nuestras empresas y nuestros compatriotas. El problema es que el tiempo para conseguirlo se va acabando.
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