Publicado en Público.es el 4 de diciembre de 2012
La detención del anterior presidente de la patronal española, acusado ahora de blanqueo de dinero, alzamiento de bienes e insolvencia punible y tras una larga serie de escándalos empresariales protagonizados incluso bajo su mandato, es un buen motivo para reflexionar sobre el papel que los empresarios y sus dirigentes patronales desempeñan en nuestra sociedad.
En cualquiera que sea el sistema económico con el que uno se identifique (capitalismo, socialismo, comunismo…) la empresa tiene una función esencial. Entendida como la organización que se dedica a la producción de bienes y servicios no tiene sustituto posible en la inmensa mayor parte de los casos que conocemos, bien sea poniéndolos a disposición del mercado, del estado, de la colectividad por cualquier otro medio, o de alguna autoridad central. Es verdad que no es la única forma de obtenerlos pero sí que resulta prácticamente insustituible a poco que los procesos de producción se hagan algo complejos.
Sin embargo, la ignorancia y el papanatismo ideológico que tanto abundan han generado una confusión muy habitual que ha hecho que la empresa, y por ende la figura del empresario (o empresaria, porque creo que cuando se habla de empresas es cada vez más necesario subrayar el papel de las mujeres) sea muy mal comprendida y mucho peor apreciada. Tantos los izquierdistas de salón como los defensores fundamentalistas del capitalismo suelen identificar erróneamente a los empresarios con los capitalistas y más concretamente con el tipo de capitalismo que impera en cada época o en cada economía. Un error manifiesto porque es obvio que puede haber empresas en donde la propiedad no sea la privada o incluso empresas puramente capitalistas en donde los valores o la forma de gestión de los recursos predominantes no esté guiada exclusivamente por la avaricia o el afán de lucro. Una confusión aciaga y que tiene mucha más trascendencia de la que pudiera parecer cuando la difunden personas de gran influencia pública.
Para crear riqueza y empleo y para proporcionar ingresos y satisfacción a los seres humanos son imprescindibles las empresas y puede ocurrir que nada de eso se consiga en la medida necesaria si unos las rechazan porque ven en ellas a su enemigo capitalista y si, al mismo tiempo, otros entienden que lo único que hay que hacer para fomentarlas es fortalecer el capitalismo y, en particular, un tipo de empresa capitalista (jerárquica, social y ambientalmente irresponsable, empobrecedora, o ineficiente por muy rentable que sea) con el que es muy difícil que la inmensa mayoría de la sociedad se sienta identificada.
Lo primero le pasa a muchos sindicalistas y líderes políticos de izquierdas, que no se dan cuenta de que entre los empresarios (por ejemplo los que ahora están realmente al borde del abismo por culpa de los bancos y de las grandes empresas) pueden tener a muchos aliados, o que si se dedicaran a promover la creación de empresas de otro tipo (cooperativas, sociedades laborales, autogestionadas, etc.) avanzarían mucho más aceleradamente hacia la sociedad alternativa a la que aspiran.
Lo segundo es lo que creo que le viene pasando a la patronal española en los últimos años. Ha estado y está dominada por personas cuya trayectoria no ha sido precisamente la que podría servir a la sociedad como referencia de la excelencia, el riesgo y el buen hacer productivo de un empresario ejemplar. Y no me refiero solo a sus presidentes sino a los más de 35.000 liberados (por cierto, casi 8,5 veces más de los que tienen los sindicatos) que mantienen las diferentes organizaciones patronales.
El caso de Gerardo Díaz Ferrán es una muestra paradigmática de ello. Es decir, de que la patronal española refleja a un tipo carpetovetónico de empresario que tiene muy poco que ver con el que de verdad crea riqueza y con el que sería necesario promover para lograr que en nuestro país nos liberásemos alguna vez de la mentalidad dependiente y del terrible «¡que inventen ellos!».
Ferrán y tantos otros empresarios instalados en la cúpula del poder empresarial, son en realidad buscadores de rentas que defienden el mercado cuando hablan ante los micrófonos pero que solo saben ganar dinero aliándose con la clase política más corrupta y que solo compiten a la hora de dar comisiones. Son los que piden austeridad a los demás pero que inflan las cuentas del Estado cuando se quedan con contratos públicos gracias a los políticos a los que han comprado. Son los que dicen que los servicios públicos son insostenibles mientras se llevan a espuertas el dinero que han ganado a costa de su militancia política a paraísos fiscales para no pagar impuestos.
Los líderes de la patronal que no tienen en la boca propuestas distintas a reducir salarios, como Díaz Ferrán, son en realidad enterradores de empresas y no verdaderos líderes empresariales. Con tal de sacarle las castañas del fuego a las grandes compañías de quienes reciben votos, favores y dinero a mansalva, vienen defendiendo políticas económicas que han arruinado a miles de pequeños y medianos empresarios que son los que realmente crean empleo porque la desigualdad a la que dan lugar arruina sus mercados y destruye sus clientelas.
¿Cuándo hemos oído a un dirigente empresarial español reclamar a sus colegas que hay que investigar más, que hay que ser creativos y producir con calidad, que la asunción del riesgo y la innovación es lo que distingue a una buena empresa y no el número de pelotazos conseguido o el número de despidos, y que no basta con bajar sueldos para ser competitivos?
Los dirigentes de la patronal española están continuamente diciendo que tiene que haber más empresarios y critican que los jóvenes no quieran serlo.
Yo estoy completamente de acuerdo con esa demanda aunque entiendo perfectamente por qué no hay más empresarios y empresarias en España. De hecho, lo hablo a menudo con los jóvenes a quienes enseño en la universidad o con los que trato en otros lugares.
A mi juicio hay dos grandes problemas que lo impiden. El primero es que no hay capital suficiente. Los dirigentes de la patronal olvidan a menudo que para que haya empresarios no basta con que existan herederos. Es imprescindible que haya dinero, aunque no sea lo único que hace triunfar un proyecto empresarial, y eso no es lo que se consigue precisamente con las políticas que defienden. Pero también otro tipo de capital muy importante: social, cultural, relacional, también buena educación, formación adecuada, ingenio en el ambiente social. Y resulta que la política que viene defendiendo la patronal española destruye este capital. Se dedica solo a privilegiar el que ya dispone una ínfima parte de la población o a financiar medios de comunicación y centros de estudio como negocio que adocenan, desmotivan y maleducan. Y, como en estos últimos años, a proporcionar dinero fácil a base de especular y de estafarse unos a otros.
El segundo problema es también determinante. Mientras que los líderes de la patronal se presenten a la sociedad como cancerberos de la derecha, como escuderos de los proyectos políticos más reaccionarios y conservadores, o mientras sean simples delincuentes, como en el caso de Ferrán, mientras a los líderes de la patronal se les vea tanto el plumero político ¿cómo vamos a pedir que haya más empresarios entre todo tipo de jóvenes o entre personas honestas de todas las tendencias?
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11 comentarios
Completamente de acuerdo con ambasr críticas. Yo soy de
izquierdas y me identifico con el modelo comunista. Sin embargo
opino que algunos sectores de la izquierda española pecan de
doctrinarios, los modelos no son estáticos, deben ser flexibles.
Como me dijeron en Cuba alguna vez… cada pueblo se construye y
organiza de acuerdo a sus características, no hay modelos fijos.
Por otro lado, suscribo cien por cien la descripción de la
patronal.
Un economista alternativo que presenta la teoría de «La
economía del bien común». Unos postulados perfectamente aplicables
que darían la vuelta al modelo económico actual.
http://www.youtube.com/watch?v=rjJUoex6b4g
Comparto tu opinión. Sólo un apunte, siempre he defendido que si España quiere empresas estratégicas que requieren una gran acumulación de capital, debe crearlas desde lo público. Aquí los empresarios nunca asumirán el riesgo necesario para montarlas.
Pero esta crisis también nos muestra la crisis de la Sociedad Anónima, donde los accionistas propietarios no pintan nada y son ninguneados por los directivos. Recuerdo un presidente de Endesa, político él y de la que cobró una gran indemnización muy propia de estos directivos que dejan para el arastre las empresas, que decía que le querían comprar Endesa con papelitos de Gas Natural. !Ni hasta él se lo creía!
Gracias por el post, en él creo que juega con el maniqueísmo, intentando a la vez desmontarlo como patrón interpretativo de la empresa en España, y me ha motivado a preguntarme por el papel que el «riesgo» juega en nuestras sociedades y en la necesidad de que se explique esta «coletilla» que a menudo acompaña los discursos sin más explicación y que justifica la existencia de la empresa o de el/la empresario/a, capitalista o no, de una manera que al menos yo nunca he llegado a comprender del todo. Por lo que que sé, las mujeres como empresarias a las que se les ha concedido un microcrédito son buenas pagadoras de sus intereses, mientras que los hombres suelen tener mayores tasas de morosidad en casos similares… creo que también en su post abre un resquicio para la indagación en cuanto al género y su relación con la forma de emprender y asumir o no el riesgo en una empresa
Gracias por el post, en él creo que juega con el maniqueísmo, intentando a la vez desmontarlo como patrón interpretativo de la empresa en España, y me ha motivado a preguntarme por el papel que el «riesgo» juega en nuestras sociedades y en la necesidad de que se explique esta «coletilla» que a menudo acompaña los discursos sin más explicación y que justifica la existencia de la empresa o de el/la empresario/a, capitalista o no, de una manera que al menos yo nunca he llegado a comprender del todo. Por lo que que sé, las mujeres como empresarias a las que se les ha concedido un microcrédito son buenas pagadoras de sus intereses, mientras que los hombres suelen tener mayores tasas de morosidad en casos similares… creo que también en su post abre un resquicio para la indagación en cuanto al género y su relación con la forma de asumir o no el riesgo en una empresa
Querido Juan:
Estando totalmente de acuerdo con el contenido de fondo del artículo, me quiero referir a la crítica que haces a los llamados portavoces de los trabajadores:
“Lo primero le pasa a muchos sindicalistas y líderes políticos de izquierdas, que no se dan cuenta de que entre los empresarios (por ejemplo los que ahora están realmente al borde del abismo por culpa de los bancos y de las grandes empresas) pueden tener a muchos aliados, o que si se dedicaran a promover la creación de empresas de otro tipo (cooperativas, sociedades laborales, autogestionadas, etc.) avanzarían mucho más aceleradamente hacia la sociedad alternativa a la que aspiran.”
También me interesa la siguiente indefinición que planteas:
“Entendida como la organización que se dedica a la producción de bienes y servicios no tiene sustituto posible en la inmensa mayor parte de los casos que conocemos, bien sea poniéndolos a disposición del mercado, del estado, de la colectividad por cualquier otro medio, o de alguna autoridad central.”
La desconfianza que observamos en la clase trabajadora (y en algunos de sus pretendidos portavoces) al valorar la figura del llamado “pequeño y mediano empresario”, yo creo que obedece a la propia confusión con que se ha venido configurando ese mismo empresariado. Para evitar lo cual yo acostumbro a atender la diferencia entre dos categorías analíticas fundamentales: Trabajo y Capital.
Estarás de acuerdo conmigo en que, de hecho, la mayoría de estos empresarios se ha forjado en busca de su propio puesto de trabajo (entre otras razones, ante la dificultad de conseguirlo en el mercado), embarcándose en préstamos, y habiendo proporcionado, eso sí, la mayoría del empleo que existe en este país, motivo por el cual deberían ser merecedores de cierto elogio, aunque no en todos los casos, como trataré de ilustrar posteriormente.
No cabe duda de que el país necesita personas que aporten iniciativa y conocimientos con los que prever, planear, coordinar y administrar los recursos que requiere cualquier empresa, en su sentido más amplio. Tampoco cabe duda de que tales personas merecerían reconocimiento y una retribución superior a la media, atendiendo a parámetros basados en la productividad de su iniciativa para producir bienes y servicios útiles a la Sociedad, así como en la intensidad y en la dedicación de su propio “tiempo de trabajo”. Pocas objeciones cabe oponer, por ejemplo, a que ese esforzado y productivo “gerente”que trabaja intensamente durante doce horas, perciba tres o cuatro veces lo que un más relajado currante durante ocho horas.
Sucede sin embargo que las cosas no funcionan así por regla general. Me pregunto si no es frecuente encontrar ejemplos de “empresarios” cuya única iniciativa consiste en conquistar un nicho de negocio, comprar una furgoneta, contratar en precario a un par de currantes y, a partir de tamaña estructura, facturar el trabajo de estos multiplicando por diez el coste de explotación.
A modo de ilustración sarcástica al respecto, y en cuanto a Andalucía, quiero confiaros lo que pude ver con mis propios ojos (hace algún tiempo) en Canal Sur Televisión. El citado medio público concedió espacio en uno de sus programas para presentarnos como “empresario emprendedor” a un buen Señor, vestido con traje y corbata, que ofrecía (¿al ayuntamiento de Córdoba?) los servicios de su “empresa” consistentes en despegar los “chicles” de las aceras, invirtiendo para ello (en Capital Constante) la adquisición de una furgoneta y de un artilugio succionador (que aparentemente conseguía despegar los molestos chicles), y que asimismo invertiría (en Capital Variable, subvención de la S.S. mediante) la contratación de un par de currantes para realizar la faena. Desconozco en qué términos concluyó el negocio de este buen Señor, pero ya entonces me sobrevino la duda acerca de los resultados de la revolución tecnológica con que la Autonomía andaluza pretende eliminar el desempleo.
¿No parece una visión bastante miope de la finalidad que debería tener este tipo de empresa?¿No parece necesario, por lo tanto, un Plan director a nivel superior, para coordinarlas?
Muy buen artículo. Con base a él se podrían abrir interesantes debates en muchos círculos de la clase trabajadora. Efectivamente un estimable número de militantes no tienen ni idea sobre lo que es una empresa y lo difícil que es gestionarla y sacarla adelante con éxito suficiente. En el fondo de su imaginario pervive mayoritariamente el ideal de ser una especie de futuro funcionario del Estado, que sería el propietario y gestor de todo. La actitud en la empresa sigue siendo conseguir determinadas mejoras, sin querer saber nada de cómo se lleva su administración. Eso es cosa del patrón. Y mañana, será de los dirigentes estatales (quizá complementados con los sindicales), que son los que saben. Los sindicatos tampoco ayudan en este sentido ni reivindican la participación de los asalariados en la dirección empresarial.
Dicho esto, tengo serias dudas de que sean muchos los pequeños y medianos empresarios con comportamiento poco capitalista. Quiero decir que, aunque su negocio lógicamente se fundamenta en las reglas del juego del capitalismo, se conducen de una manera clara y justa con sus empleados, crean un clima de confianza mutua y gestionan al estilo de lo que defiende y promueve Koldo Saratxaga en el País Vasco http://k2kemocionando-novedades.blogspot.com.es/ .Yo he conocido bastante bien lo que es una pequeña empresa (he trabajado en ellas 45 años), he hablado con mucha gente de otras similares, y son más un infierno laboral que otra cosa. Hay una descomunal banda de patronos de poca monta, burguesitos muy creídos ellos de su función hoy en día tan alabada, que acumulan en sí todas las virtudes de la arbitrariedad, el despotismo y el desprecio hacia sus contratados. Y no son pocos los que son unos negados para el negocio. Encima la competencia suele ser brutal en el mercado en el que se mueven. Se junta todo y los trabajadores afectados están en unas condiciones laborales muchísimo peores que los de las grandes empresas o las instituciones públicas (con el agravante de que hay relación personal directa con los dueños y el sufrimiento psicológico es mayor). Porque si algo han conseguido los oligopolios que nos dominan, es trasladar en su beneficio el mercado de verdad a sus auxiliares subalternos pequeños y medianos, ahora paseados como héroes “emprendedores”.
Ahora bien, mientras los trabajadores y trabajadoras no nos mentalicemos a tomar en nuestras manos, ya desde ahora, el ser nuestros propios empresarios poniendo en marcha empresas de economía social (cooperativas, sociedades laborales, mixtas coparticipadas) e ir extendiendo un tejido empresarial protosocialista (exigiendo crédito y respaldo público), que paulatinamente vaya sustituyendo a las típicos empresarios privados capitalistas españoles en todos los campos de la producción y los servicios, no nos quedará más remedio que aguantarles. De alguna manera nos los mereceremos. Comprendo que no es tan fácil y sencillo, pero tenemos que cambiar el chip. Los sindicatos también.
Un cordial saludo.
Todos queremos cambiar el modelo productivo, pero hace falta un cambio cultural.
Por ejemplo, debemos ser consumidores exigentes y no lo somos, sólo compramos lo más barato o lo que más nos gusta, sin pararnos a mirar si tras un producto hay una empresa responsable, o una cercanía que requiera menos recursos en transporte. No somos conscientes del poder que tenemos si mañana dejamos de consumir algo, pasado otra cosa y con esa presión (y con su publicidad) podríamos obligar a muchas empresas a cambiar sus formas.
Pero también vivimos en un país saturado de universitarios que no encuentran acomodo laboral a su preparación, porque las empresas exigen universitarios pero pagan como becarios y ni siquiera los utilizan para que den de sí en base a sus conocimientos. Tampoco quieren a profesionales bien cualificados con formación profesional o larga experiencia, o al menos no le pagan esa cualificación.
Hacen falta ideas para cambiar las cosas porque las empresas, en general, no apuestan ni por la investigación, ni por resultados a medio y largo plazo, ni por retener a trabajadores cualificados.
Necesitamos que nos despierten para movernos, alguien tiene que hacerlo. Ni desde la universidad, ni desde la política, ni desde los sindicatos estamos consiguiendo llegar a los ciudadanos sumidos en una especie de depresión que acrecenta el espíritu individualista, y que no tiene fuerzas para cambiar nada, ni ganas.
Ideas, por favor. Es urgente, si no no salimos de ésta.
Un comentario muy real sobre la verdad de los empresarios.
En España nos extrañamos de empresas, normalmente extranjeras, que pagan buenas nóminas a sus empleados para que produzcan, más, y mejor.
Pero no solo se trata de ganar un buen suedo, sino también de las condiciones en que trabajan, y la buena disposición de la empresa hacia sus trabajadores.
Cuando la empresa no se dedica a rapiñar los euros de las nóminas de sus trabajadores, las cosas son bien distintas, y las empresas, y sus trabajadores funcionan muchisimo mejor.
También tenemos elcaso de CCOO contra Arturo Fernández, presidente de la patronal madrileña CEIM y propietario de la empresa de Colectividades Arturo Cantoblanco. Después de varias denuncias que nunca condujeron a ninguna parte, en agosto de este año un juzgado de lo social de Madrid lo encontró culpable de aplicar un Expediente de Regulación de Empleo Fraudulento. Por fin lo pillaron despues de años de estar cometiendo ilegalidades… la pena por el intento de fraude, ninguna. Simplemente pagar salarios atrasados. Pocos periódicos recogieron la noticia. Esa es nuestra España.
No comparto algunos temas del artículos, no voy a entrar en que todos los empresarios son iguales, pero la mayor parte buscan el negocio y el enriquecimiento rápido. Ejemplos existen, soy delegado de prevención y España es el país con mayor número de accidentes de trabajo de toda Europa, eso implica el tipo de empresariado que tenemos, no ve la prevención como una inversión sino como un gasto. Lo anterior es extrapolable a todos los ámbitos, existen honrosas excepciones por supuesto.
Lo que si comparto es la critica sindical, es el momento de crear una alternativa, y para mí no es capitalista debe ser socialista.
Pero sí que deberíamos empezar a crear alternativas, ¿por que cuando se cierra una empresa o se declara en quiebra los trabajadores/as son incapaces de querer gestionarla, que pase a control obrero?
Porque ciertos sindicatos, los mayoritarios, han dejado de ser revolucionarios, y una revolución no es pegar tiros y matar gente, en cambiar modelos económicos y sociales, de cambiar estructuras, de repartir la riqueza y de acabar con la injusticia. Y los sindicatos minoritarios a veces se dedican más a criticar a los mayoritarios en vez de crear esas alternativas. Y lo digo como militante de un sindicato alternativo
Deben crearse un denominador común entre las fuerzas alternativas, algunos temas que podrían hacerse en este país, es crear un plan de reforestación, que tengamos seis millones de parados y no existan un plan para repoblar nuestros pueblos y cultivar la tierra de manera ecológica, y a partir de ahí crear una industria que aproveche estos recursos, y a poder ser en colectivizaciones, y crear riqueza y distribuirla de manera equitativa
En definitiva tan importante como resistir a los ataques es crear alternativas. Debemos ponerlos a la obra y de todas maneras gracias por el artículo, ya que abre una vía de debate que es interesante.