Tan ocupados están los gobiernos de los países más poderosos en defender los derechos humanos en Cuba y Venezuela, los únicos lugares del mundo en donde parece que le interesa comprobar que se puedan violar, que no se dieron cuenta de que ellos mismos sostenían dictaduras salvajes en todo el norte de Africa.
En Túnez, en Marruecos, el Libia, en Egipto…torturaban y asesinaban a los disidentes policías bien formados en las academias francesas o españolas. Allí se reprimían las manifestaciones populares y las huelgas con materiales antidisturbios fabricados en la moderna industrial militar de la OTAN. Los dictadores nos visitaban constantemente y Berlusconi, Sarkozy, Bush, Aznar, Zapatero y demás defensores de la libertad los agasajaban y firmaban suculentos contratos con ellos o se aseguraban el suministro de petróleo a cambio, eso sí, de hacer un poco más ricos por vías poco confesables a los dictadores. Los monarcas europeos tratan de hermanos a sátrapas criminales y utilizan sus agendas para ayudarles a poner a salvo sus fortunas logradas a base de robar a sus pueblos.
Ahora los pueblos se levantan y los que durante decenios habían mantenido esos regímenes criminales se hacen los tontos sin saber a ciencia qué decir. Creían que la historia que sus socios les contaban cuando afirmaban que todo estaba en paz en sus naciones era cierto y que todo permanecería siempre bajo control.
Ben Ali, Mubarak, Gadafi y compañía pasarán a la historia como lo que son, dictadores que asesinaban y robaban a sus conciudadanos, pero la historia quedará a medias si no ponemos igualmente en la picota a quienes realmente los han mantenido durante tanto tiempo en el poder, a quienes los encumbraron y luego los han protegido contra la ira reprimida de sus pueblos. Los gobiernos de Francia, de Italia, de Francia, de España, de Estados Unidos… son los que han armado a los dictadores, los que manejaban en realidad su mano sucia de sangre. Por eso no habrá justicia hasta que sus dirigentes sigan el mismo camino que ellos y den cuentas de su responsabilidad ante la historia y ante los pueblos.
Exactamente igual que la ciudadanía de estos países norteafricanos se enfrenta a los dictadores, la europea debe hacer frente a sus gobiernos para decirle, por ejemplo a nuestra Ministra de Asuntos Exteriores, que nos avergonzamos de sus palabras de complicidad con Marruecos, o, al presidente Zapatero, que sus manos también están manchadas de sangre después de vender armas a gobiernos criminales. Y a todos ellos, que da asco su cinismo.
¡Que se vayan para siempre los dictadores pero también sus cómplices!
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