Publicado en Rebelión el6 de febrero de 2009
El que fue Secretario de Trabajo con Clinton, Robert Reich, un estudioso progresista del mercado del trabajo y las desigualdades, ha publicado un artículo en el que comenta una coincidencia significativa (aquí el artículo).
En 1976, el 1% más rico de la población de Estados Unidos poseía el 9% de la riqueza. Ahora, después de estos años de políticas neoliberales, ya acumula el 20%. Pero la coincidencia que señala Reich es que este volumen, el 20%, es justamente el que el 1% más rico de la población de entonces poseía en… 1928. ¿Una simple coincidencia?
Reich comenta otros dos datos interesantes. Uno, que en 1994 había en Estados Unidos 38 millones de personas sin seguro médico y ahora, después de la era Bush, 44 millones. El otro, que la fracción del crecimiento de las rentas que se apropia el 1% más rico pasó de ser el 45% en la etapa de Clinton al 73% en la de Bush.
Un buen ejemplo de lo que en realidad es el «patriotismo» del que presume la derecha radical: la confusión del conjunto de la patria con sus miembros más ricos.
Yo tampoco creo que sea una mera coincidencia el que la crisis se esté produciendo justo después de esta época de gran deterioro en la distribución de la riqueza. Todo lo contrario.
Lo que me parece que ha ocurrido justamente es que las políticas neoliberales han traído consigo la debacle en la que nos encontramos.
La acumulación inmensa de riqueza en las clases más ricas y la generación de beneficios multimillonarios se ha realizado a costa de depauperar a la inmensa mayoría de la sociedad y de empobrecer relativa e incluso absolutamente a las clases trabajadoras. Esto último ha deteriorado su capacidad de compra global, lo que ha reducido la capacidad potencial de crecimiento de las economías y, en consecuencia, ha disminuido la posibilidad de alcanzar beneficios de la misma magnitud en los mercados productivos, lo que ha ido expulsando cada vez más capitales y recursos desde la economía real a la financiera.
Pero en esta última lo que se ha ido acumulando es capital especulativo y lo que se han producido han sido continuas burbujas al amparo de la legislación permisiva y de la propensión al fraude y alcortoplacismo que suele ser consustancial con la economía de casino.
Ese es el origen material de la crisis y no hay que ser demasiado inteligente ni un economista de otro mundo para percatarse de que no se podrá salir de ella si no es cambiando radicalmente esta pauta de distribución de la renta y penalizando con fuerza la actividad especulativa y la deriva hacia ella de los capitales.
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