Los profesores universitarios podemos solicitar voluntariamente cada seis años que una agencia estatal evalúe nuestra actividad investigadora para conseguir unos complementos retributivos conocidos como «sexenios». Inicialmente, esa evaluación se estableció para valorar la productividad de los investigadores pero poco a poco se ha ido dirigiendo a reconocer su supuesta excelencia en función de dónde y cómo publiquen sus trabajos de investigación. Se supone que solo los que se publiquen en determinadas revistas son los que deben gozar de reconocimiento y los que permiten que los investigadores reciban esos sexenios que luego se exigen, por ejemplo, para formar parte de tribunales o incluso para ocupar algunos tipos de cargos académicos.
Uno de los criterios establecidos en el área de economía a la hora de evaluar la actividad investigadora es que la publicación de libros o la divulgación de los resultados de la investigación no tienen apenas valor alguno. Los investigadores que nos dedicamos a escribirlos perdemos el tiempo, al menos desde el punto de vista de la posible obtención de estos sexenios que para muchos representan algo así como la prueba del algodón que distingue a los buenos investigadores de los malos, o incluso a los académicos que investigan de los que no.
Pero en estas líneas no voy a referirme a los problemas y perversiones que está provocando este tipo de evaluación (me referí a ellos en mi artículo Austeridad y control del conocimiento que puede leerse aquí). Tan solo quiero dejar un rápido testimonio del desprecio que cada vez más responsables de instituciones académicas muestran sentir hacia el libro, posiblemente el instrumento más eficaz que ha creado la humanidad para adquirir y transmitir el conocimiento.
Hace unas semanas se publicó el último de mis libros y, como suele ser habitual, la editorial me pidió que organizásemos algunos actos de presentación.
Pensé que no había un sitio mejor para ello que mi propia Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales en la que doy clase y trabajo y solicité al decanato el Salón de grados, comunicando que intervendríamos un catedrático de otra universidad que presentaría el libro y yo mismo.
Enseguida me llamaron para decirme que había fechas libres y que me autorizaban pero indicándome que el libro no se podría vender en ese acto.
Me pareció que esa prohibición es aberrante. En las mejores universidades del mundo, y desde luego en muchas españolas, hay librerías y, por supuesto, se fomenta que los estudiantes, profesores y todo tipo de gente compren libros. Es lo habitual, por ejemplo, que alguna librería especializada se encargue de venderlos en los centros donde se celebran congresos científicos. Y no creo que vender libros de temática académica (o de ninguna otra) sea una actividad comercial más ajena a la vida universitaria que la bancaria que se desarrolla en un local que es lo primero que se ve cuando se entra en el módulo central de mi Facultad.
Como había poco tiempo y no me veía con posibilidades de cambiar en unos pocos días esa prohibición simplemente desistí y solicité un local en la Diputación Provincial, que generosamente lo proporcionó. Pero no terminan ahí las cosas.
Dado que el acto no sería en mi Facultad y por cortesía hacia mis colegas, me dirigí de nuevo al decanato para indicarle que si lo estimaba oportuno informase al resto de profesores y profesoras que se iba a presentar el libro en otro lugar. Lo hice por medio del siguiente correo electrónico:
Por si se considera de interés informar al profesorado de la Facultad me permito enviar esta invitación a la presentación de mi libro El capitalismo en crisis. Del crac de 1929 a la actualidad (Anaya) que realizará el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Pablo de Olavide Manuel González de Molina. El acto será el miércoles 13 a las 19,30 en la Casa de la Provincia de la Diputación de Sevilla (Plaza del Triunfo nº 1).
Un cordial saludo
Al día siguiente el decanato envió a todos los profesores de la Facultad el siguiente correo que en su Asunto señalaba «Conferencia «El capitalismo en crisis. Del crac de 1929 a la actualidad»:
Por indicación del prof. Dr. Juan Torres López, adscrito al Dpto. de Análisis Económico, le informo que el próximo día 13 de enero se impartirá la conferencia titulada «El capitalismo en crisis. Del crac de 1929 a la actualidad», en la Casa de la Provincia de la Diputación de Sevilla, a las 19.30h. Atentamente. Secretaría Decanato
Entendiendo que se trataba de un error, envié enseguida otro correo en el que decía:
Aunque le agradezco mucho la difusión de la convocatoria que le envié debo señalar que no se trata de una conferencia sino de la presentación de un libro. Muchas gracias
Y mi sorpresa impresionante se produce cuando acto seguido recibo el siguiente correo del Decanato:
Buenos días, lo sabemos, pero al no tratarse de un acto académico en la FCEYE, lo hemos tenido que revestir dando a la presentación la categoría de conferencia. Esperamos su comprensión. Un cordial saludo. Atentamente. Secretaría Decanato. Facultad Cc. Económicas y Empresariales
Indignado (esa es la verdad), escribí de nuevo protestando y solicitando que se informase correctamente al profesorado, no solo porque mentían y me producían un daño a mí sino también a otro catedrático cuya intervención (más importante) ocultaban, o incluso porque era una clara falta de respeto a otra institución y a todos los profesores de mi centro. Pero, como me ha ocurrido ya en otras ocasiones en que he expresado opiniones contrarias a las mantenidas por el decanato, he recibido la callada por respuesta. No se han dignado contestarme.
En fin. En mi Facultad no solo no se pueden vender libros sino que ni siquiera se puede mencionar que un profesor los ha escrito y que los presenta en otro lugar.
Parafraseando a Thomas de Quincey en sus Confesiones de un inglés comedor de opio, podríamos temer que quien empieza por permitirse despreciar al libro (el asesinato decía él) «pronto no le dará importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente”.
Creo que no hace falta que añada más comentarios.
POST DATA
Días después de haber escrito este texto el Decanato me pide disculpas por haberse tratado de un malentendido. Las acepto y espero que todos aprendamos a valorar ese gran instrumento de difusión de la cultura que es el libro.
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15 comentarios
¿Y no se podía dirigir usted mismo directamente a todo el profesorado, sin necesidad de pasar por el decanato?
Las burocracias y los burócratas están para ser puenteados. No se merecen nuestro respeto y consideración. Anteponen supuestos intereses corporativos a los de la ciudadanía que les paga.
Un saludo muy cordial.
Penoso. en este pais si no eres de la cuerda del PP todo son problemas. Hasta cuando ?
Si al nivel universitario las cosas son como son, con razon todo el mundo
funcina tan mal.
Se debe pensar seriamente en retroceder hacia una etapa primitiva pero
un poco mas inteligente.
Es increible esto que haya ocurrido, qué vergüenza!!, que la decanatura de una universidad que se presume dedicada al desarrollo de la ciencia y del saber haga estas tonterías?
Parece que Franco no ha muerto o que ese decano y sus secuaces lo están resucitando. Pobre España!!!!
Estimado amigo Juan, entiendo tu cabreo, y muy de acuerdo con el fondo de tu artículo. Los libros tienen un parto complicado, sobre todo ponerle fin al desarrollo del mismo y llegar a su publicación. En ello muchas veces se te van cientos de horas y nunca lo das por terminado. Escribir un libro y decir cosas en él de interés, y sobre todo aportar ideas nuevas es harto difícil, y por ello creo que es injusto que se tengan en cuenta la publicación de libros en los sexenios. Ciertamente, para los que os ganáis la vida de esta forma es una manera de penalizaros frente a otros investigadores que ponen foco en el camino que le marca el sistema.
Enhorabuena Juan y ya sabes que en mí tienes un amigo, aunque he de decirte que soy más de la escuela de pensamiento de Hayek… pero que se le va a hacer nadie es perfecto… je je je.
Mira por donde realicé el año pasado el máster del profesorado de ESO y BACH y estoy dando clases a chicos de 1º de BACH de Cultura Emprendedora y Empresarial (Nueva asignatura de la LOMCE, no es tan mala esta Ley como dicen…) en Novaschool Añoreta. Me lo paso genial.
un fuerte abrazo y aprovecho para desearte un feliz y saludable 2016 a ti y a tu familia.
Juan ten cuidado, como sigas con tu crítica antisistema terminarán quitándote tus títulos academicos.
Saludos y ánimo
¡No me lo puedo creer que esto pase en Europa en el Siglo XXI!
Se les tenía que caer la cara de vergüenza a esos individuos del decanato! ¿Pero en qué Universidad-País vivimos?! Siga adelante con la cabeza bien alta Profesor Juan Torres, que intelectuales críticos como usted son imprescindibles si queremos mejorar ( y es muy difícil con tanto mediocre insolidario en los poderes) España. Saludos cordiales.
Por estas cosas y otras parecidas (que implicaban mucho dinero) un compañero que trabaja en la Universidad defendía que había que hacer recortes. Me costó convencerle que lo que se necesitaba es la eficacia y transparencia en los comportamientos y en el empleo del dinero.
Saludos. Sólo decirte: hay ciertos personajes que se sientan en sillones de ignominioso cuero «fregados y pulidos por la saliva aduladora>>, creo que la frase es de Pablo Neruda. Está claro, si eres honrado no tienes cabida en esos sillones o espacios y no entras en su marco de visión del sistema. A ese tipo de «gente» no le interesa que la gente aprenda a pensar, sólo le interesa adoctrinar. Por eso siempre te pondrán zancadillas y palos en tu carrera de educar y formar a la gente.
Un fuerte abrazo desde Granada y no te desanimes.
Estimado Juan, como digo muchas veces, y repetía ayer en un comentario, vivimos una DEMOS GRACIA…, de que no son peores, mientras que en las entidades públicas, Educación, Sanidad, Justicia etc. y todas las empresas púbicas, que los responsables, se elijan por méritos y no a dedo, no viviremos una verdadera DEMOCRACIA
Siempre ocurre lo mismo con los envidiosos, los impotentes y los incorregibles que ostentan un mínimo poder… y están en la otra cuerda.
Es increíble esta noticia, eso solamente ocurre es esa tierra, y luego los gobernantes hablan de estabilidad cuando cosas como esas son pruebas de la baja calidad de los responsables, que muchas veces actúan por miedo a que les quiten el pesebre.
He adquirido el libro por Amazón , me ha gustado, una publicación muy adecuada para los jóvenes que estudian bachillerato o el último curso de la ESO, y también una buena herramienta para los maestros, profesores de institutos y para aquellos como en mi situación de jubilado refrescamos memoria y nos formamos para seguir luchando para que esto cambie. Gracias.
Amigo Juan ya es de todos conocida la estulticia que abunda en las instituciones de este país. Los mediocres se han instalado a perpetuidad y esto causa desatinos parecidos a tu caso. Te envío mi solidaridad y un abrazo.
Estimado profesor: Me encanta que saque el tema de los libros y la biblioteca. ¿Si alguna vez es decano de la facultad en la que actualmente imparte clase hará como hizo en la Universidad de Málaga cuando prohibió a los estudiantes estudiar en la biblioteca? Recuerdo que también eliminó las sanciones por no entregar los libros a tiempo. No quiero pensar que fuera usted uno de los beneficiarios de dicha medida…