Está claro que Bin Laden es un terrorista sanguinario, primitivo y sin escrúpulos pero igual de evidente es que Estados Unidos responde a la barbarie con barbarie, al crimen con el crimen, a la venganza con venganza, a la sangre con más sangre. Estados Uniuos practica el terrorismo de Estado, miente al mundo cuando le parece y una vez más ha desaprovechado una oportunidad de oro para mostrar al mundo que su potencia comporta un nivel moral superior. Seguramente, porque no es así ni nunca lo ha sido.
Y, por cierto, es patético que quienes condenaron en España al PSOE por el GAL ahora feliciten a Obama.
El asesinato de Bin Laden no cambiará mucho la amenaza terrorista porque no creo que dependa de un solo hombre (que vete a saber si realmente era su determinante). Pero sí cambiará, y para mal, el modo de afrontar los conflictos. Una vez más, y quizá más claramente que nunca, se ha afirmado que vivimos en un mundo en el que vale todo y que los poderosos se pueden tomar la justicia por su mano, asesinar a su antojo, torturar y cometer cualquier tipo de atrocidad sin juicios justos previos para salvar sus intereses que, además, suelen ser, como en la zona en que operaban los partidarios de Bin Laden, los de las grandes empresas multinacionales.
Y encima se felicitan entre ellos por el modo en que actúan.
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