Mi amigo JR García me regaló el libro hace unos días (por medio y a medias con Lina), aunque lo hice mío, bajo el arbitrio de Angela, en la cafetería Samarcanda de la estación de Atocha (¡no podía ser otro sitio, no se podía llamar de otro modo).
En el camino le preguntó a Lina, no recuerdo bien a cuento de qué, lo que le había costado el sombrero panamá que ella me trajo de Quito hace unos días. Y me chocó entonces el gesto de riguroso conocedor con que recibió, sin decir nada, su respuesta. Claro, yo no había leído todavía Bola extra.
Bola extra es, digámoslo así, el libro de memorias de Jose. No sé si terminará siendo su primer libro de memorias, o el libro de sus primeras memorias, pero, en todo caso, ya tengo claro que ni ha escrito un libro cualquiera de memorias, ni sus memorias son las de un cualquiera.
JR. fue Dandy, un traficante, un estafador, un mujeriego, un bebedor a punto de destrozarse el hígado, un escapado de la Marina, aunque con la mala suerte de que lo hizo tan pronto que no llegó a ser un desertor (una mancha, desde luego, en su carrera), un viajero, huidor casi profesional y a menudo de sí mismo, un lector de más libros que un librero, fumador, impenitente y de cualquier cosa que se terciara, un varias veces superviviente, o mejor dicho, un adicto a la vida que ha estado en diversas ocasiones a punto de perderla mucho antes de la cuenta. Nadie lo puede decir más claro de sí mismo ni contarlo con más transparencia y sinceridad. Ni tan graciosamente.
Bola extra es como un juego de manos en el que JR. tira rápido de un pañuelo y hace aparecer debajo y tras el Madrid aturdido de los últimos años 70 un mundo insospechado de carencias afectivas y de ausencias, de trampas, de humos, de aire caliente y sudores fríos, de dolores de resaca y de todo tipo de drogas; pero que, cuando el pañuelo gira sobre él mismo, lo que deja ver es la ternura de un huérfano empedernido, la de un amante que busca afecto como un poseso, la de un delincuente algo más que accidental empeñado en huir hacia adelante para ocultar que puede ser mejor que una simple buena persona.
Es interesante leer Bola extra para darse cuenta de dónde no acababa el mundo juvenil de los años setenta/ochenta del siglo pasado y de la mano larga que podía desplegar un casi adolescente cuando era dejado de la mano de los dioses y tenía que buscarse la vida solo, cuanto antes y sin ningún tipo de escrúpulos.
Yo me he divertido y reído leyéndolo, aunque también lo he sufrido, he aprendido, me ha hecho pensar al quedarme estupefacto descubriendo lo que guarda en la memoria mi amigo, y recomiendo que lo lean si les interesa el universo humano que hay detrás de los submundos, o el submundo que se oculta en el ser humano.
Pueden pedirlo en librerías o pinchando (nunca mejor dicho) aquí.
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2 comentarios
En Público, en el último artículo de Lidia Falcón cita un texto de un director de la CIA que no tiene desperdicio:
«Sembrando el caos en la Unión Soviética, sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia. De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad. En la dirección del estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas, innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos, y ante todo el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor. Sólo unos pocos acertaran a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarles, desacreditarles y señalarles como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos.»
El texto pertenece al libro titulado EL ARTE DE LA INTELIGENCIA, de ALLEN W. DULLES. ( antiguo director de la Cia )
Juan,
Yo también he disfrutado de lo grande con el libro Bola Extra y por eso he leído tu reseña con mucho interés y agradecimiento. Qué bien has captado que la verdadera adicción de JR es a la vida. Gracias por no sólo repararte en la parte más “escabrosa” de la historia personal de este singular personaje y, ahora, autor, sino resaltar el lado fundamental, el “de un huérfano empedernido, la de un amante que busca afecto como un poseso, la de un delincuente algo más que accidental empeñado en huir hacia adelante para ocultar que puede ser mejor que una simple buena persona”. Aparte de ser una libro sumamente entretenido de leer, comparto tu opinión que tiene algo importante que decirnos, aportándonos otra visión desde dentro de ese “Madrid aturdido de los últimos años 70”. Bola Extra me parece más real, más interesante y más incisivo que todas esas historias que tantas veces hemos oído y visto (pero, curiosamente, no leídos) de la mítica “movida madrileña” al estilo de Almodóvar y compañía. Nos da una visión distinta y creo que necesaria de ese mundo. Y todo eso contado con una voz fresca, original, sencilla, divertida y, sobretodo, terriblemente honesta.
Un saludo …