Publicado en La Opinión de Málaga. 21-03-2004
El efecto de los cambios políticos en la vida económica es un tema abierto en la discusión teórica y de cuya magnitud exacta y efectiva no podemos hablar con completa certeza. Sin embargo, está demostrado que en los países más industrializados y avanzados, incluso la mera alternancia política va de la mano de modificaciones en el enfoque y en las orientaciones generales que afectan finalmente a aspectos muy concretos de la vida económica y social, si bien es igualmente cierto que las grandes coordenadas de la política económica apenas si se ven alteradas.
No sabemos con exactitud lo que está por venir en España en los próximos cuatro años pero si nos atenemos a lo que ha prometido el partido socialista podemos anticipar algunos cambios que tendrán efectos notables sobre nuestra economía provincial.
Si de verdad se impone el diálogo y la concordia, será posible sacar adelante proyectos imprescindibles para nuestra economía sin que se atasquen en eternas discusiones entre administraciones guiadas solamente por el afán de debilitar al adversario. Si se crea un ministerio de la vivienda y se aborda de una vez la puesta en marcha de una política estatal que salvaguarde los recursos del suelo, creo que nuestra provincia verá mejorada su competitividad y el nivel de bienestar de sus ciudadanos. Algo parecido ocurriría si España definitivamente asume compromisos más valientes y avanzados en política ambiental.
Posiblemente, el reto más importante al que tiene que hacer frente el nuevo gobierno es el de la competitividad de la economía española, literalmente por los suelos tras la entrada en vigor del euro. Si se lleva a cabo una política integral de innovación y fomento de la calidad que prime la inversión en I+D+I y que, además, mejore la competencia y el funcionamiento de los mercados, nuestros empresarios más innovadores y de vanguardia van a encontrar condiciones mucho más favorables. Eso beneficiará igualmente a nuestro parque tecnológico y al objetivo de consolidar a Málaga como una auténtica capital tecnológica.
Hace falta que todos asumamos que el cambio que se avecina es una oportunidad que hemos de aprovechar todos, sin sectarismo y en un clima de concordia y colaboración democrática. Lo contrario sí que sería seriamente perjudicial para la economía y para la sociedad en su conjunto.
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