Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López
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Derecho de patentes, derecho inhumano

La Audiencia de Barcelona ordenó hace unos días retirar de las farmacias un medicamento genérico que ahorra 380.000 euros diarios a la sanidad pública, en beneficio del que está protegido por derecho de patente. Otro ejemplo más del efecto social tan dañino de este último cuando se aplica a productos esenciales para la vida humana.

La patente es el derecho que permite que el descubridor de algún producto lo pueda vender en exclusiva y al precio que desee durante un determinado periodo de tiempo. En otras palabras, lo que hace es concederle un monopolio en el mercado.

Cualquier estudiante de primero de Económicas sabe que el monopolio es un tipo de mercado en el que, gracias al poder del que disfruta el vendedor, se produce y vende menos cantidad y a un precio más elevado que cuando hay competencia. Produce beneficios extraordinarios a costa de un racionamiento artificial del producto, mucho más indeseable cuando afecta a bienes o servicios de primera necesidad, como medicamentos, vacunas o cualquier otro tipo de suministros esenciales. Y en perjuicio también de la expansión de las innovaciones y del desarrollo tecnológico, puesto que quien disfruta de una posición de monopolio trata de mantener el privilegio y la venta que eso le concede sobre sus competidores durante el mayor tiempo posible.

El monopolio que generan las patentes es incompatible con el principio de libre competencia que se supone rector  de la economía capitalista. En realidad, no puede haber «mercados libres», economía de libre mercado como llaman al capitalismo, allí donde haya patentes, es decir, monopolios. Pero lo curioso es que quienes defienden el capitalismo aseguran que son necesarias para que se produzcan inventos, se lleve a cabo innovación y haya progreso tecnológico y social. Dicen que, de no existir, a las empresas no les compensaría dedicar dinero a invertir en innovación, puesto que no podrían recuperar en forma de beneficios posteriores el gasto previamente realizado.

Esto último es completamente cierto. Ninguna empresa privada investigaría si no gana dinero con ello. Las patentes son, efectivamente, el gran incentivo que proporciona el capitalismo para poder generar  el extraordinario avance tecnológico que siempre ha llevado consigo.

Pero si eso es cierto, que lo es, lo que no puede decirse al mismo tiempo es que la ventaja del capitalismo respecto a otros sistemas económicos es que se basa en la libertad y en la plena competencia. Dígase, entonces, que su motor es el monopolio, que para poder crearlos se necesita concentrar cada vez más los capitales, y que todo ello se consigue a costa de producir menos, a precios más caros y dejando, por tanto, fuera del consumo a la parte de la población que carece de dinero suficiente .

En cualquier caso, ni siquiera esa es la cuestión principal. Lo relevante es, en primer lugar, que no es cierto que para inventar y desarrollar innovaciones sea necesario que haya patentes concedidas al capital privado. En segundo lugar, que aunque fuese verdad que son imprescindibles, lo que habría que plantear es si el coste social que eso lleva consigo es superior al beneficio privado que proporcionan y, por tanto, si conviene que la investigación se deje en manos privadas. Y, finalmente, que el sistema de patentes se basa en un supuesto de propiedad privada que es también infundado, como explicaré fácilmente enseguida.

Vayamos rápidamente por partes.

Lo primero que hay que saber es que reconocer el derecho de patentes es una decisión política y no una exigencia económica. Numerosos estudios científicos y evidencias históricas han mostrado que hay multitud de inventos e innovaciones que se han realizado sin necesidad de haber protegido al capital privado concediéndole el monopolio. Cualquier lector puede indagar en la red donde encontrará estudios que lo demuestran en diversas etapas históricas (por ejemplo, aquí y aquí o en algunos artículos míos sobre el caso de las vacunas, como este).

Lo segundo a tener en cuenta es que, siendo cierto que las patentes son imprescindibles para que haya inventos e innovaciones en el sector privado, lo que habría que plantear es si el sistema de monopolio y, por tanto, de racionamiento y mayor precio, es decir de exclusión del consumo e insatisfacción que lleva consigo, compensa a la sociedad, si no tiene alternativa o si no se deben limitar sus efectos negativos.

El ejemplo de la Audiencia de Barcelona es claro, pero se podrían poner cientos de otros semejantes. Téngase en cuenta que las empresas que venden los medicamentos en régimen de patentes o monopolio lo hacen a precios que pueden llegar a ser docenas de veces más altos que su coste. Dean Baker, por ejemplo, mencionaba el caso de un medicamento contra hepatitis C que se vende en Estados Unidos a 84.000 dólares mientras que su genérico cuesta en la India 300 dólares, 280 veces más caro. ¿Debe permitirse o es lícito que el desarrollo de productos esenciales para la vida humana, como las vacunas, dependa de que algunos monopolios privados obtengan beneficios tan extraordinarios? Incluso sin necesidad de eliminar por completo el derecho a las patentes del sector privado, muchos economistas han propuesto sistemas alternativos que no provoquen resultados tan exageradamente costosos para el interés público y la salud y el bienestar humanos. Sobre todo, porque es también una evidencia que las patentes, sobre todo farmacéuticas, están estrechamente vinculadas a la corrupción, a prácticas fraudulentas y a delitos de todo tipo, con frecuencia, muy difíciles de combatir. Así lo denunciaba hace un par de años incluso un medio tan poco sospechoso de radicalismo como The New York Times.

Finalmente, hay que mencionar un hecho que pasan por alto quienes defienden las patentes y, sobre todo, que no se limite su alcance en ningún caso. Aunque sea cierto e incluso justo que una empresa que ha invertido en desarrollar un nuevo producto se beneficie de su venta posterior, no puede olvidarse que ninguna empresa del planeta, absolutamente ninguna y en ningún caso, podría hacerlo sin apropiarse de un acervo de conocimientos común y previo por el que no paga. Algo que se hace especialmente inaceptable cuando se permite que se reconozcan patentes sobre semillas u otros productos naturales.

Siendo esto último así, resulta completamente injusto que quien posea una patente no devuelva al común la parte del beneficio que obtiene gracias al saber acumulado o a la investigación previa que se realiza, por ejemplo, financiada por el sector público.

Se habla muy poco de las patentes y, cuando se hace, siempre suele ser para darle voz a quien las defiende en favor del capital privado. Sin embargo, sin límites y sobre recursos esenciales para la vida, siguen siendo uno de los mayores obstáculos para lograr socializar de verdad el progreso, para conseguir ahorros millonarios en las cuentas públicas y, curiosamente, para que el capitalismo tuviese de verdad las ventajas que dicen que tiene sobre otros sistemas económicos alternativos. Tal como hoy día funcionan, son un derecho auténticamente inhumano. Los partidos progresistas y las organizaciones sociales deben hacer un esfuerzo para poner este asunto en primer plano de su agenda y del debate público.

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12 comentarios

julio collado 4 de septiembre de 2024 at 18:44

Totalmente de acuerdo con tu exposición y tus razonamientos. Ya está bien de alabar al capitalismo como el sistema más eficaz. ¿Para quiénes? Sin subvenciones públicas y sin el acervo social y público que aprovecha el capitalismo, ¿en qué quedaría?
Gracias por tus escritos.

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José Luis 1º 4 de septiembre de 2024 at 21:02

En alguna parte he leído que tras los descubrimientos privados está la investigación en ciencia pura en universidades e institutos financiados por el dinero de todos. Supongo que se trata de la Gran Ciencia a la que suele referirse José Manuel Sánchez Ron, catedrático de Historia de la Ciencia en la Autónoma de Madrid.
Impecable su exposición, profesor Torres. Deduzco de ella que el gran mérito de la dinámica innovadora que se le concede al sistema capitalista por estar basado en la iniciativa privada y la competencia no nos está llevando al mejor de los mundos posibles pues podríamos orientar mejor esa dinámica, con menos costes actuales y con menos riesgos futuros.

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Jano 5 de septiembre de 2024 at 10:20

Habría que saltarse el derecho de patentes de hecho. Que denuncien hasta colapsar los juzgados, esos parásitos de lo público. O pasarles la factura por emplear investigación base, que sería NO MENOR que la que ellos reclaman por «sus inventos».
A ver en qué quedaba tanta prepotencia….¡ay!….que me olvidaba que sus lobbys tienen en nómina a cientos de legisladores corruptos…..

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Antonio Molines 5 de septiembre de 2024 at 11:56

Me parece que no se molestarán en hacer ese esfuerzo. Se van por las ramas y se pierden en tonterías.

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José Gómez 5 de septiembre de 2024 at 12:59

Es otro de los fenómenos inhumanos del sistema capitalista que con el neoliberalismo culmina en un poder prácticamente divino, el dinero como instrumento o medio de los humanos para sus relaciones socioeconómicas pasa a ser un fin en sí mismo con todo tipo de ventajas, desregulaciones y amoralidad.
Es centro y medida, sin límitaciones, de todas las cosas y convierta al humano en un mero y desechable instrumento.

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José Luis Pineda Acosta 5 de septiembre de 2024 at 13:46

¿ Cuantos miles de millones de euros/dólares gastan los gobiernos en preparar a los científicos y posteriormente en investigación,todos sabemos que la gran mayoría de medicamentos y tecnología contra las enfermedades más graves se han inventado en universidades y hospitales públicos,pero cuando las empresas ven venir los beneficios se lanzan como buitres a por los beneficios.
Acumular riquezas sin límite con la salud de las personas debería estar penalizado duramente.
Los laboratorios farmacéuticos deberían de ser públicos y los margenes de beneficios de las farmacias muy bien controlados,además la sanidad pública debería tener sus propios dispensarios de medicamentos,de ésta manera se ahorraría miles de millones la sanidad pública para contratar más personal sanitarios,hacer más y mejores hospitales,ambulatorios y todos los servicios sanitarios.
Hasta ahora los estados y sus gobiernos nunca se han comprometido totalmente a trabajar por mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, las leyes siempre protegen a los poderosos ,en cálculos de proporción 30% para los ciudadanos ( clase trabajadora) y 70% para las clases ricas, los que nos venden su patria,Dios y bandera con sus medios de comunicación vomitivos.

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Francisco Altemir Ruiz-Ocaña 5 de septiembre de 2024 at 18:42

Lo peor es cuando las copian del saber milenario de los indígenas que, además, no tienen voz para defenderse

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Agustín Franco 6 de septiembre de 2024 at 06:47

Una autora referente sobre este tema es Mariana Mazzucato, en concreto sus libros «El Estado Emprendedor» y «El valor de las cosas».

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Ulisex TROPICAL 7 de septiembre de 2024 at 21:03

La reflexión que nos tenemos que hacer es otra bien diferente. Hay que cuestionar de raíz (radicalMENTE) el lenguaje del Poder que se usa y del que se abusa:
1º qué demonios es eso del mercado libre. Cualquier escolástico suspendería esa forma sofisticada de hablar y de mezclar las churras con las merinas. Porque ni una piedra puede ser nunca libre ni tampoco una silla o un armario. Tampoco el mercado. No existe mercado libre.
2º cómo se forman esos jueces de la Audiencia. De dónde salen: cómo se eligen a todos esos zorros para vigilar a las gallinas. y la prueba del algodón la tenemos en cualquier parte de la Desunión Europea: por fin ha salido la mugre y la miseria que la alfombra mágica del escaparatismo mercantilista nos impedía ver. Vox en Hispania; Los Fratelli en Italia; la Alternative für Deustchlands en Alemania; la Reagrupación Nazional en Francia: todo ellos están compuestos por ALTOS FUNCIONARIOS del Estado desde abogados de Estado, economistas del Estado, magistrados, policías, militares, etc
3º los empleos precarios de médicos los llevan hacia el sistema PRIVADO de salud enfermiza yatrogénica como si ellos fueran los nuevos ricos de la medicina.
4º Muchos, por no decir muchísimos cuadros profesionales de los Bancos: de dónde han salido, cómo han sido formateados, qué Facultades universitarias han sido INVADIDAS por esta pandemia de la obsoleta suciedad pornocapitalista tanatocrática.
5º Dónde tenemos estructuras ALTERNATIVAS a ese «inmundo GONZÁLEZ» para organizarnos en contra de estos pésimos USAderrotistas de la Organización Terrorista del Atlántico Norte…

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Ulisex TROPICAL 7 de septiembre de 2024 at 21:38

La cuestión radical que nos está prohibido pensar y, en consecuencia, saber actuar con coherencia lógica es muy sencilla: por qué se habla de mercado LIBRE como de libertad de PRESIÓN, de ExPRESIÓN, de oPRESIÓN es idéntico a tener derecho a poseer esclavos, libertad para hacer esclavos, para putear a las personas y esas cosas se NORMALIZAN, se institucionalizan, se estatalizan, se hacen norma, se hace LEY y se enseña como si ese saber clásico que es radicalmente CLASISTA por ser tradicional ya estuviese legitimado para ser eternamente inculcado en los sujetos deMENTES que lo reproducirán sin ni siquiera darse cuenta de lo que están transmitiendo. Y por eso se habla en contra de la izquierda revolucionaria que es consciente y a la que se la denigra -racismo epistemológico estructural y tradicional- como woke.
Por eso el derecho de las patentes se hace como un derecho para atontar aún más a los que están siendo atontados.
Y a todos los que luchemos contra ese mal estado de las cosas se le tachará de comunista. Y están esperando a que surja un nuevo Stalin para colgarle el sambenito de que él y no ellos será el verdadero tirano, dictador, asesino, etcétera: así se nos reescribe la jodida historia. Y nos la tragamos sin rechistar: por qué. Porque estamos RADICALmente desposeídos de los verdaderos MEDIOS DE PRESIÓN, de ExPRESIÓN, de ImPRESIÓN, y de oPRESIÓN.

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aguila 9 de septiembre de 2024 at 23:38

En definitiva, la raíz de todo el mal es la propiedad privada y su consecuencia, el capitalismo.
Todas las reflexiones llevan a esta conclusión.
Delenda es el sistema capitalista.

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aguila 9 de septiembre de 2024 at 23:41

Pido disculpas pues en mi anterior comentario olvidé dar las gracias al profesor Torres.
Como siempre, unas explicaciones certeras y claras.
Gracias profesor.

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