Se acaba de celebrar el III Congreso de Economía Feminista y transcribo abajo sus conclusiones porque me parece que el feminismo, junto al ecologismo, conforma un basamento fundamental para lograr que la economía llegue a ser un tipo de conocimiento capaz de analizar con realismo la vida económica.
Centrada solo en los fenómenos con expresión monetaria, la economía dominante deja de lado a cuestiones que forman parte tan esencial de la realidad como la producción de desechos, los costes ambientales o el trabajo doméstio o de cuidados no pagado, entre otras muchas otras. Soslayando una parte tan grande de las relaciones económicas, la economía se ha convertido en una ideología con un altísimo grado de irrealismo y por eso es fundamental que se alteren sus puntos de partida básicos.
Se trata de limitaciones ya puestas de manifiesto científicamente y de manera irrefutable por economistas como Georgescu-Roegen, a quien el Premio Nobel Paul A. Samuelson lamaba «el economista entre los economistas» pero que dejó de ser considerado, leido, citado y mencionado desde que demostró la falsedad de los postulados de la economía convencional. Ahora casi nadie lo conoce en las facultades de economía pero su obra y sus análisis no podrán ser acallados para siempre porque son cada día más necesarios y útiles.
Quienes lo han silenciado son los mismos que ahora desprecian las aportaciones de la economía feminista. Un enfoque que yo pero que es fundamental tener en cuenta, a pesar de que (como también le ocurre a una parte de la economía ecológica) muchas y muchos de quienes la desarrollan caen en el error de considerar que la economia feminita es un paradigma autosuficiente. Yo creo, por el contrario, que su gran aportación consiste en proporcionar claves de uso transversal y sin las cuales es imposible entender hoy día la verdadera naturaleza de las relaciones y los fenómenos económicos. Y a pesar también de que algunas economistas feministas, y feministas en general, se empeñen en considerar que la economía feminista, y el propio feminismo, es solo una cosa «de mujeres».
Ahí van las conclusiones y mi recomendación de que para más información lean la página web del congreso que está aquí.
(Conclusiones del III Congreso de Economía Feminista
(Centro de formación feminista Carmen de Burgos en la ciudad de Baeza, 2 y 3 de abril de 2009.)
El tercer congreso de economía feminista se ha realizado los días 2 y 3 de abril en el Centro de Formación Feminista Carmen de Burgos en Baeza, Jaén, en el que se ha llegado a un amplio consenso sobre la actual crisis económica y sus consecuencias:
1.- La crisis económica y financiera que amenaza el tejido social y el bienestar de las personas se superpone a otras crisis, como las del cuidado, la ecológica, la del modelo económico y de desarrollo, así como, la moral y la ética.
2.- La crisis ataca directamente las condiciones de vida de las personas y sobre todo de los sectores de población más vulnerables, incluyendo a las mujeres, que no han sido responsables de las políticas y decisiones que han llevado a esta situación.
3.- Los responsables de esta crisis son las élites del sector financiero y empresarial, así como los gobiernos que han impuesto las políticas neoliberales de las dos últimas décadas, siguiendo los postulados de la economía ortodoxa y patriarcal y del fundamentalismo de mercado.
4.- Las medidas anti-crisis que se están adoptando pueden agravar las desigualdades ya existentes entre mujeres y hombres. Por ejemplo, enfatizando la inversión pública en sectores económicos en crisis -poco sostenibles como el del automóvil o el de la construcción-, y no, en infraestructura social – como educación, salud, cuidados y protección social.
5.- La crisis implica un riesgo de intensificar la división sexual del trabajo y las desigualdades que genera. Pero también, representa una oportunidad y un desafío para establecer nuevas formas de producción y consumo, y de reorganizar las estructuras y relaciones del cuidado, estableciendo un reparto equitativo entre mujeres y hombres del trabajo remunerado y no remunerado. Esto se tendría que hacer con un aumento de la corresponsabilidad entre los distintos agentes involucrados en el bienestar social, incluyendo el Estado a través de un presupuesto público progresista que a través de los ingresos, gastos y beneficios fiscales redistribuya equitativamente los recursos –que garantice el acceso al crédito-, y sea coherente con el objetivo de la igualdad entre mujeres y hombres.
6.- Como economistas feministas denunciamos la economía ortodoxa y el fundamentalismo de mercado, dominantes en las facultades de económicas y en las acciones de gobierno que nos han llevado a la situación de crisis en la que nos encontramos.
Por tanto, exigimos incluir una perspectiva feminista en los planes de estudio y la investigación, así como en la política económica y en las medidas anti-crisis que se están diseñando.
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