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Los Índices de Libertad Económica que publican anualmente diferentes organizaciones analizan aspectos fundamentales para el correcto funcionamiento del mercado, incluyendo aspectos como la facilidad para hacer negocios, la apertura comercial, las buenas políticas tributarias, la austeridad en el gasto público, la protección de las inversiones, la competitividad financiera o la seguridad jurídica.
¿Obtener un buen resultado en estos informes significa un salto adelante en materia de desarrollo? De entrada, podemos analizar la cuestión de los ingresos. Tomando como referencia el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage, vemos que el PIB per cápita (PPA) llega a $45.000 dólares en las economías más libres del mundo, alcanzando los $38.000 en el segundo grupo de naciones que más respeta los principios del laissez faire. La situación es completamente opuesta entre los países que reprimen la libertad económica, ya que en dicho caso se identifican niveles de ingreso personal inferiores a los $6.500 dólares.
Los críticos de estos trabajos podrían argumentar que el enfoque del ingreso peca de «economicista». Sin embargo, cuando analizamos la relación entre capitalismo y otras variables del bienestar, encontramos que los países con un mayor grado de libertad económica registran mejores indicadores de desarrollo social:
Menos pobreza: Entre las economías más libres, la incidencia de la pobreza ronda el 6%. Para los países donde se reprimen los procesos de mercado, este indicador llega al 22%.
Más desarrollo humano: Comparando el crecimiento de la puntuación obtenida en el Índice de Desarrollo Humano, vemos que las economías capitalistas avanzan anualmente un 30% más que aquellos países en los que se reprime el laissez faire.
Más empleo: Entre las economías capitalistas, el paro medio es del 6%, menos de la mitad que el 13% registrado en países hostiles al mercado. No obstante, a esto se añade la cuestión de la informalidad laboral, que afecta a la mayoría de la población en el segundo grupo de países pero tiene un peso mucho menor entre las economías más libres.
Más libertad política: Tanto si tomamos como referencia las mediciones de Freedom House como si acudimos al Índice de Democracia de The Economist, encontramos que existe un vínculo muy positivo entre el aumento de la libertad económica y la mejora de las instituciones democráticas. A esto se une un menor grado de corrupción (tres veces más baja entre las economías más libres).
Más ingresos para los que menos tienen: En términos reales, la renta per cápita del decil de población con menos ingresos es de $8.735 dólares en las economías más libres y de $1.061 dólares en las que frenan el capitalismo.
Más esperanza de vida: Los habitantes de los países con mayor libertad económica viven, de media, veinte años más que aquellos residentes en lugares donde se persigue el capitalismo.
Mayores niveles de alfabetización: De media, la tasa de alfabetización de las mujeres que viven en países de menor libertad económica apenas llega al 64%; entre los hombres, este indicador es del 78,6%. En comparación, el cuartil de países más afines a los principios de la economía liberal registra puntuaciones del 92,2% y el 94,6%, respectivamente.
Más felicidad: entre las economías más libres, el Índice de Satisfacción Vital llega a una puntuación media de 75, frente al 47 obtenido por el cuartil de países menos capitalistas.
Menos desigualdad hombre-mujer: Comparando el Índice de Desigualdad de Género con las mediciones de libertad económica, vemos que el cuartil de países más capitalistas se anota un resultado dos veces mejor que el conseguido por los países menos respetuosos con el capitalismo (0,34 vs 0,67). A esto se unen otros indicadores que también benefician a las mujeres: más educación secundaria, más representación en cargos públicos, mejor salud, más oportunidades laborales…
Mejor conservación del medio ambiente: el cuartil de países más libres alcanza una puntuación de 85 en el Índice de Desempeño Medioambiental; por su parte, los países menos capitalistas se quedan en 65 puntos.
Considerando todo lo anterior, es interesante analizar las conclusiones a las que llega el Índice de Progreso Social, un estudio alentado por célebres investigadores como Hernando de Soto o Michael Porter. Este informe incluye tres categorías de análisis:
Necesidades básicas: nutrición, atención sanitaria, acceso a agua y saneamiento, seguridad personal…
Fundamentos del bienestar: acceso a conocimientos básicos, disponibilidad de información, libertad de comunicación, sostenibilidad medioambiental…
Oportunidades personales: derechos individuales, libertad para elegir, tolerancia e inclusión social, acceso a educación avanzada…
Entre las conclusiones del informe, cabe destacar el fuerte vínculo existente entre el PIB per cápita y el Índice de Progreso Social. De nuevo, apreciamos una conexión entre mediciones más «economicistas» y variables más «sociales».
Ciñéndonos al Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage podemos ver que los diez países que mejor resultado obtienen en el Índice de Progreso Social figuran también entre las 35 economías más libres del mundo. Por orden, el top 10 incluye a Nueva Zelanda, Suiza, Islandia, Holanda, Noruega, Suecia, Canadá, Finlandia, Dinamarca y Australia. En la medición de libertad económica, estos países ocupan, respectivamente, los puestos 5, 4, 23, 15, 32, 20, 6, 19, 10 y 3.
Ampliando el campo de estudio a la segunda decena de clasificados del Índice de Progreso Social podemos encontrar a otros muchos países que también destacan en el Índice de Libertad Económica. Por orden, el puesto 11 de Austria viene seguido de Alemania, Reino Unido, Japón, Irlanda, Estados Unidos, Bélgica, Eslovenia, Estonia y Francia. En la tabla de la Fundación Heritage, dichas economías ocupan respectivamente los puestos 24, 18, 14, 25, 9, 12, 35, 74, 11 y 70. Solamente Eslovenia y Francia registran puntuaciones mediocres en lo tocante a la medición de su grado de laissez faire, mientras que el resto figura en el «top 25».
Lo sabemos y lo sentimos en nuestras propias carnes. Tenemos que implicarnos
Cada vez está más claro el engaño del capitalismo. Sólo altos niveles de alienación pueden hacernos todavía creer que en el capitalismo existe algo parecido a la ‘libertad’, a no ser sólo para unos pocos. Sin olvidarnos de que los buenos indicadores de unos son en gran medida a costa de los malos indicadores en otros.
Hola, Sr. TORRES LÓPEZ:
Hace algunos años que le sigo y entiendo la economía como Ud la explica mejor que anteriormente, no siendo experta en la materia y no interesándome especialmente el tema. Hasta la crisis, me parecía una cuestión de «expertos». Por sus lecturas y las de otros autores con los que Ud trabaja, tengo una proposición que hacerle: ¿PODRÍA, CUANDO UD. PUEDA, EXPLICAR DE MANERA CLARA Y CONCISA, si ello es posible, UNA ALTERNATIVA ECONÓMICA AL CAPITALISMO? Muy amable y gracias.