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Vamos a hablar en serio y a dejarnos de chorradas: El capitalismo ha propiciado el mayor desarrollo económico de la humanidad, y su extensión una drástica reducción de la pobreza en el mundo.
De entrada, podemos fijarnos en la evolución del PIB per cápita mundial. Este indicador apenas ha mejorado a lo largo de la Historia, con la salvedad de los últimos dos siglos y medio.
Esta mejora del ingreso per cápita se ha traducido en una reducción significativa de la tasa mundial de pobreza, que se ha reducido un 80% en las últimas décadas, pasando del 27% al 5% entre 1970 y 2005.La tasa global de pobreza era del 26,8% en 1970 frente al 5,4% registrado en 2006.
Laurence Chandy y Geoffrey Gertz han actualizado estos cálculos para considerar el periodo comprendido entre 2005 y 2010. A lo largo de dicho lustro, y a pesar de la Gran Recesión que sufren las principales economías, el número de personas bajo la línea de pobreza cayó de 1.300 a 900 millones de personas, una reducción sin precedentes para un periodo tan breve. El proceso de reducción de la pobreza es cada vez más rápido.
Pero la mejora del ingreso per cápìta y la reducción de la pobreza en el mundo no han sido fenómenos aislados, sino que han ido de la mano de un aumento significativo de la esperanza de vida.
Otros indicadores de desarrollo confirman esta evolución positiva. Por ejemplo, la mortalidad infantil ha experimentado un descenso notable en las últimas décadas. Si en 1960 se registraban niveles de 108 fallecimientos por cada 1.000 niños nacidos, los datos de 2011 dejaban este indicador en una media mundial de 28. La caída es superior al 75%.
Incluso si nos fijamos en algunos de los países más pobres del mundo, encontramos noticias para el optimismo. Si agrupamos a los cinco países con menor ingreso per cápita (Malawi, Congo, Somalia, Burundi y Nigeria), la caída de la mortalidad infantil es del 40%. El dato es aún mejor excluyendo a Somalia, ya que en dicho país no se han producido avances notables mientras que Malawi, Congo, Burundi y Nigeria ven mejoras del 76,5%, 32%, 37% y 52% a lo largo del periodo comprendido entre 1970 y 2010.
Si atendemos a la alimentación, las noticias también son esperanzadoras. El consumo diario medio de calorías crece de 2.575 en 1991 a 2.755 en 2007, según los datos de la FAO. También The Economist ha tratado recientemente de esta cuestión, señalando la tendencia a mejor que se observa en las últimas décadas.
En el campo medioambiental, también encontramos signos de mejora que desmienten la supuesta relación entre capitalismo y contaminación. Por ejemplo, las emisiones per cápita de CO2 se reducen de 10,43 a 8,4 toneladas métricas entre 1990 y 2009. Si hablamos del porcentaje de personas que tienen acceso al agua potable, de nuevo hay motivos para la esperanza: este indicador crece del 80% al 86% entre 1990 y 2006.
Otro indicador de interés se refiere al número de horas trabajadas. La media anual cae de 2.300 horas en 1950 a 1.800 horas en 2011. También la educación es otro campo en el que encontramos buenas noticias. Los años de aprendizaje primario y secundario que puede esperar un niño han subido de 9,5 a 12,3 entre 1980 y 2011.
También se aprecia un cambio positivo en la seguridad laboral. En 1999 se produjeron 7,8 millones de accidentes laborales en el mundo, mientras que en 2008 este indicador había bajado hasta los 4,9 millones.
Todos estos avances se han producido en un contexto de creciente liberalización económica. Desde 1980, el Índice de Libertad Económica del Instituto Fraser ha visto subir su puntuación global del 5,3 al 6,8. Por su parte, la clasificación de libertad económica de The Wall Street Journal y la Fundación Heritage también muestra una línea ascendente.