Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

El crimen que no deja huella

Reordenando unos viejos papeles encontré el texto de una conferencia sobre el hambre que di hace ya unos años, nada menos que el 4 de marzo de 1993. Empezaba con una frase de una novela de Josué de Castro titulada «De hombres y cangrejos» en la que comparaba el ciclo del hambre con el «ciclo de los cangrejos»: el hombre cae al mar y los cangrejos comen su carne, más tarde el hombre atrapa al cangrejo y se come de él. Cangrejos comen hombres y los hombres comen cangrejos y nunca se sale de ahí. Escribía de Castro.

 

«Pregunté a los hombres:»¿Qué lleváis envuelto en ese fardo, herma­nos?. Y ellos me contestaron «Levamos un cadáver, hermano». Así que les pregunté ¿Lo mataron o murió de muerte natural?. «Eso que preguntas tiene difícil respuesta, hermano. Pero más bien parece haber sido un asesinato». ¿Y cómo fue el asesinato? ¿a cuchillo o con bala, hermanos?, les pregunté». «No fue ni un cuchillo ni una bala: ha sido un crimen mucho más perfecto. Un crimen que no deja huella alguna». Entonces, ¿cómo lo han matado?, pregunté. Y ellos me respondieron con calma: «A este hopmbre lo ha matado el hambre, hermano».

 

Cuando Josué de Castro escribió estas palabras, en 1967, había unos 800 millones de hambrientos en el mundo, unos 200 millones menos que ahora, y el hambre asesinaba más o menos al mismo número de personas cada día, entre 30.000 y 40.000, según distintos estudios. En este aspecto, en lugar de avanzar hemos ido hacia atrás.

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