Es verdad que con el dinero que la Iglesia Católica recibe del estado español (de una forma, por cierto, bastante discriminatoria para otras iglesias y mucho más generosa que la respuesta que la jerarquía de extrema derecha da a las instituciones democráticas, constantemente denostadas por los medios de comunicación afines) lleva a cabo muchísimas actuaciones dignas de encomio, pero también hace cosas que no parecen serlo tanto. El informe que hoy publica El País es muy interesante.
El dinero invertido anualmente por la Iglesia en valores mobiliarios (renta fija o variable) a través de sus sicav (sociedad de inversión de capital variable) o de modo directo supera los 18 millones de euros, según datos registrales. Su juego bursátil no ha estado exento de riesgos: desde 1999 ha registrado pérdidas de casi seis millones de euros, según sus balances. Creó sus sicav en paralelo o con posterioridad a que el Arzobispado de Valladolid retirara en marzo de 1999 seis millones de euros de una agónica e inspeccionada Gescartera, el chiringuito financiero intervenido en 2001 donde la Iglesia alegó haber perdido 15 millones de euros.
– Umasges. Es la principal sicav de la Iglesia. Su capital (8,8 millones de euros según su último balance, de 2004), se divide así: Arzobispado de Madrid, 10,07%; Arzobispado de Burgos, 32, 78% y otro 53,26% corresponde a la mutua de seguros de la Iglesia católica española, Umas (Unión Mutua Asistencial de Seguros), cuyo presidente es el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco. Este accionista eclesial, Umas, se declara sin ánimo de lucro. Sin embargo, su rentabilidad es muy alta. En 2004, tuvo unos beneficios netos de 2,2 millones de euros que destinó básicamente al fondo mutual y a reserva voluntaria. Tras esta inyección, sus fondos propios ascendieron a 16,4 millones de euros.
Pero no todos sus excedentes han ido a fortalecer este fondo mutual de la Iglesia. Por un lado, ha realizado inversiones mobiliarias directas. En 2004, tenía invertidos 2,5 millones de euros en letras del Tesoro y deuda a corto plazo con pacto de recompra. Pero al margen de tales inversiones mobiliarias directas de Umas, la Iglesia creó su propia sociedad de inversión en febrero de 1999 con 2,4 millones de euros: Umasges. Hoy, según su ultimo balance (2004), Umasges tiene un capital suscrito de 8,8 millones. En tanto que sicav, Umasges goza de un muy bajo tipo fiscal: sólo tributa anualmente el 1% de sus beneficios. En 2004 obtuvo 493.000 euros de beneficio neto, frente a los 274.000 del año anterior, según sus cuentas oficiales. Esta bonanza económica sucedía a varios ejercicios desastrosos. Porque la Iglesia no juega sobre seguro en sus inversiones mobiliarias. Según su propio balance, Umasges «tiene un perfil de inversión de riesgo medio-alto». Fruto de esa política eclesial de riesgos inversores, en 2002 Umasges tuvo unas pérdidas de 1,4 millones; al igual que en 2001, otros 1,2 millones de euros; más otros 448.923 euros en 2000 y otros 169.000 euros en 1999. Por tanto, en sus primeros cuatro ejercicios esta sicav de la Iglesia perdió 3,2 millones de euros, según sus propios balances.
Actualmente, primer semestre de 2006, el valor de dicha sociedad de inversión bursátil es de 8,6 millones de euros. El 61,2% de su cartera española asume el riesgo, y se inscribe en la renta variable. En este capítulo se contabilizan sus acciones de empresas como Campofrío, Fadesa, Europistas, Gamesa, Ferrovial, Fenosa, Repsol, Dinamia Capital, Indra, Endesa, Ebro Puleva… A lo que hay que añadir sus inversiones en el extranjero bajo igual concepto (otro 18,7%).
– BI Gran Premiere. Pero Umasges no es la única sicav utilizada por la Iglesia. El arzobispado de Oviedo, según datos de CNMV, posee el 17,96% de una sicav denominada BI Gran Premiere constituida en mayo de 2000. Sus 598.000 euros aportados para fundar esta sicav se aproximaron casi a las pérdidas que tuvo esta sociedad en 2002 -último balance disponible- por un monto de 418.000 euros. El auditor no ocultaba el drama vivido: «Según avanzaba el ejercicio se confirmaba que de nuevo se iba a vivir un año desastroso para los mercados. Los principales índices bursátiles presentan otra vez fuertes pérdidas». A dichas pérdidas hay que sumar otros 381.000 euros en 2001, otros 306.000 en 2000 y 178.330 en 1999. Total, en sus cuatro ejercicios registrados oficialmente sumó 1,2 millones de pérdidas. Su valor patrimonial actual, con datos del tercer trimestre de 2006 de la CNMV, suma unos tres millones de euros.
– Vayomer. Hay, al menos, una tercera sicav vinculada a la Iglesia católica. «Es voluntad del Obispado de Astorga constituir una sociedad anónima de inversión mobiliaria de capital variable». Tal criatura empresarial nacida en mayo de 1999 fue Vayomer. El Obispado de Astorga suscribió todas las acciones -menos una- por un valor nominal de 2,4 millones de euros. Y así sigue según recientes datos de la CNMV: posee el 99,99% de sus acciones. Esta sociedad en 2003 brindó un beneficio neto de 168.111 euros, que se elevó a 238.260 euros en 2004 (último balance disponible). Por contra, en 2002, registró pérdidas por valor de 952.000 euros, al igual que en 2001, otros 868.968 euros; que en 2000, otros 401.000 euros, y que en 1999, otros 178.330. En suma, 2,4 millones de pérdidas en sus cuatro primeros balances. Su capital suscrito se ha triplicado desde 1999. Ya suma 6,2 millones.
En 2004, último ejercicio registrado, su cartera de renta variable (dos millones de euros) y de renta fija (2,6 millones) daban un total de 4,6 millones de inversiones financieras. Y en el segundo semestre de 2006, según datos de CNMV, sus inmovilizaciones financieras ascienden ya a 5,5 millones. Preside la sociedad el ecónomo del Obispado de Astorga.
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