El título de este artículo es el subtítulo de un libro del catedrático de Teoría Económica y Economía Industrial Juan J. R. Calaza (ATeoría económica de la moneda única. El euro contra España@. Editorial Pirámide 1999) que se ha publicado recientemente en España.
De obligada lectura para quien se preocupe honestamente por los problemas de España, se trata de una exposición rigurosa, sistemática, de fácil lectura incluso para el profano y de extraordinaria contundencia contra el pensamiento dominante sobre la moneda única en Europa.
Todos hemos podido comprobar el gran esfuerzo propagandístico reliazado por los poderes financieros y por los políticos neoliberales para trasladar a los ciudadanos la idea de que el euro es la garantía de bienestar, el impulsor del crecimiento económico y la respuesta al paro. En fin, una especie de nueva panacea universal.
Quien lea el libro podrá comprobar algo que venimos diciendo los economistas más críticos con el proceso de integración monetaria: que ninguna de esas aseveraciones tiene fundamente teórico ni soporte empírico suficiente. En otras palabras, que se ha engañado soberanamente, nunca mejor dicho, a la ciudadanía.
El libro comienza por un largo prólogo en el que se analiza con precisión que los pasos que ya se han dado han comenzado a provocar efectos muy negativos en las economías europeas, y muy especialmente en la española, una economía periférica que se verá perjudicada extraordinariamente incorporándose al euro en las condiciones en que lo ha hecho.
Se analizan, por ejemplo, los cambios ya registrados en las diferentes posiciones comerciales, en el empleo o en la respectiva posición competitiva de las diferentes economías y concluye con una de las tesis más sorprendentes del libro: el euro no sólo no tendrá ventajas para el conjunto de Europa, y menos para las más débiles, sino que, ni tan siquiera, será capaz de garantizar la paz en Europa.
En este sentido, el autor establece una conjetura sorprendente. Si el euro terminase por estallar como resultado de sus propias contradicciones y de los efectos perversos que genera, estallaría también el orden nacional en países como España, con problemas de articulación de las periferias nacionalistas, al haberse renunciado a una de las expresiones más importantes de la soberanía. Resultaría trágicamente paradójico que quienes ahora tanto se preocupan por nuestra integridad nacional estarían actuando como verdaderos pirómanos al auspiciar, al mismo tiempo, un proceso que terminaría en la definitiva desmembración del Estado Español.
El segundo capítulo del libro pone sobre el tapete los verdaderos problemas que traerá la creación de una zona monetaria en Europa. Se señala, una vez más, que los países que integran el euro no constituyen una Azona monetaria óptima@, lo que de suyo invalida cualquier planteamiento destinado a justificar las bondades de la integración y se anuncian los peligros a los que dará lugar la renuncia a instrumentos esenciales para la política económica nacional.
En particular, se analiza con la mayor precisión que la renuncia al tipo de cambio y a la gestión presupuestaria impedirá hacer frente a los choques asimétricos que sufran los diferentes países, es decir, a los problemas específicos que en un momento dado puedan afectarle. Y, lo que quizá es más importante, se demuestra con toda nitidez que la renuncia al tipo de cambio no es sólo la renuncia a un instrumento de esencial necesidad para salvaguardar los intereses de las economías más débiles, sino que, además, es simplemente la condición necesaria para que se fortalezcan las economías potentes de la zona euro. Todo ello dará lugar de forma inevitable al mayor declive de la periferia y de los países y regiones menos desarrollados, como España.
Los dos capítulos siguientes se destinan a poner en solfa las pretendidas ventajas de la creación de una unión monetaria en Europa. Análisis que se sustenta no sólo en la revisión de la literatura económica más moderna sino en el reciente ejemplo de la integración alemana. La contundencia de las tesis de ese libro se constata al leer las conclusiones de esos dos capítulos. Al final del primero de ellos, se afirma que de mantenerse la lógica de flexibilidad laboral que implica índices de precarización preocupantes a largo plazo se podría poner en duda la sostenibilidad política de la Unión misma. Y el segundo concluye diciendo que el euro es una moneda diseñada a la medida de Alemania pero con efectos malthusianos para las exportaciones españolas.
La tercera parte del libro la constituyen tres capítulos de aún mayor calado teórico, pues se contempla el proceso de integración monetaria a la luz de los modelos teóricos dominantes en la ciencia económica. De acuerdo con las teorías más contrastadas y aceptadas se concluye que la moneda única provocará porcesos de concentración y desestructuración que perjudicarán notablemente al equilibrio económico y territorial, o que la renuncia a las políticas monetarias y presupuestarias de carácter nacional será un handicap quizá insalvable para las zonas periféricas.
Igualmente, se demuestra sin ningún género de dudas que el modelo de crecimiento que se genera no permitirá distribuir homogéneamente la actividad económica acumulada, sino que provocará economías de escala que tenderán a concentrarla en Alemania y sus espacios económicos anejos. Y, además, que la inevitable existencia de shocks externos en las diferentes economías, unido a las políticas deflacionistas dominantes y encomendadas al Banco Central Europeo, traerán un incremento de la inestabilidad y, sobre todo, del desempleo en Europa, especialmente, una vez más, en la periferia.
El libro termina con un capítulo cuyo título es suficientemente explicativo: la moneda única no es una elección racional. Calaza realiza en este caso un análisis sugestivo sobre el tipo de opciones a la que se enfrentaban las diferentes economías basándose en diferentes teorías y modelos sobre elección racional. De todo ello concluye que España hubiera adoptado una solución mucho más enriquecedora y racional si no hubiera optado de entrada por una solución que no tiene marcha atrás. Por el contrario, se hubiera podido beneficiar del proceso si hubiera esperado a su desenvolvimiento inicial y si no hubiera asumido condiciones (como en el tipo de cambio del euro) que le resultarán a la larga muy desfavorables.
Termina el libro con una frase que manifiesta la frustración en la que tantas veces se resuelve el trabajo de los intelectuales que no se dedican a repetir como loros lo que dictaminan los poderes dominantes: AEn este libro hemos insistido y repetido machaconamente las mismas cosas, casi hasta la fatiga: que luego no digan que no hemos advertido@. P
ero al terminar de leer el libro se comprobará indefectiblemente que nada habrá cambiado. La publicidad oficial seguirá haciendo el mismo tipo de aseveraciones sobre las bondades del euro, los políticos neoliberales, militen en la derecha o en la izquierda, seguirán embelesados afirmando que la economía va bien o que han colaborado con espíritu de estado a que España ha conquistado su último desafío histórico. Todos asumirán con disciplina la renuncia a la soberanía nacional, la indefensión politico económica y harán la vista gorda a las verdades del barquero que no quieren desvelar.
Quien se pregunte cómo es todo eso posible, cómo puede mantenerse contra capa y espada un proceso cuya naturaleza real es tan negativa para la mayoría de la población y desde luego para economías como la española, no podrá responderse sin comprobar que se ha cometido una monumental estafa, un engaño de dimensiones históricas que todos terminaremos pagando más tarde o más temprano.
Señalaré, para terminar, que el autor dedica el libro que hemos comentado a Jean Pierre Chèvenement quien Ase opuso al genocidio del pueblo de Irak, que se opuso al Tratado de Maastricht, que se opone al desmembramiento de la nación española@. Es una pena que en España hayan sido muy pocos los dirigentes políticos que hayan seguido la estela de lucidez y honestidad de este socialista francés.
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