Publicado en La Opinión de Málaga
Hace unos meses se adoptó una desacertada e injustificada decisión que permitió que el actual rector y su equipo de gobierno se mantuviesen en el cargo después de que hubiese terminado su mandato. Se hurtó entonces a la comunidad universitaria la posibilidad de realizar elecciones conforme a la ley, en el momento en el que señalaban los estatutos vigentes.La sorprendente lentitud con la que el rectorado ha dirigido el proceso de revisión de los estatutosha provocado continuos retrasos que han impedido que puedan celebrarse elecciones este curso que estáa punto de acabar. Todo lo contrario de lo que ha sucedido en las demás universidades andaluzas y españolas en las también había que renovar a su máxima autoridad académica.
Esta situación es muy negativa porque nos venimos encontrando en un periodo de cambios muy importantes y decisivos para el futuro de la universidad. Se han tomado decisiones sobre nuevas titulaciones o sobre endeudamiento de la universidad y estamos a las puertas del espacio europeo deenseñanza superior que requiere una preparación que debería afrontarse con visión de futuro y no desde la interinidad en la que nos encontramos.Y si es malo no actuar, o hacerlo con la escasa convicción y alcance que da saber que no se va aseguir en el cargo, peor aún es tomar decisiones que confundan los intereses de la institución con los particulares de alguno de los candidatos.En cualquier caso, cometida ya la irregularidad y sin solución posible para la misma, lo queconviene ahora es afrontar la situación con responsabilidad institucional, con cordura y, por parte del equipo de gobierno, con respeto y neutralidad.
Las próximas elecciones van a ser muy importantes ya que, sea quien sea la persona que ocupeel rectorado, va a tener que liderar un proceso que va a demandar ideas y proyectos novedosos, puesnueva va a ser la situación en la que vamos a encontrarnos.Es necesario definir ya el perfil de nuestra institución, realizar, como han hecho otrasuniversidades más adelantadas que la nuestra, un plan estratégico dialogado y asumido colectivamente.Hay que establecer ya el tipo de oferta académica y de servicio educativo específico que va a proporcionar nuestra universidad y los medios singulares que vamos a poner en marcha para hacerlo con calidad y eficacia.Debemos dar pronta solución a los problemas de gestión económica y administrativa que retrasanlos procesos y que dan una imagen de nuestra universidad que no se corresponde con la condición de institución de vanguardia que nos reclama nuestro entorno social.Es imprescindible establecer con determinación prioridades en nuestra política de investigación.Hay que evitar concentrar injustificadamente recursos millonarios privilegiados en centros sobre cuyarentabilidad social hay muchas dudas, como el de investigaciones biomédicas, y, por supuesto,reglamentar su uso y el de todos los servicios centralizados para que no se conviertan en feudos y estén efectivamente al servicio de todos los investigadores.Nuestra universidad, seguramente como todas las españolas, necesita imbuirse cuanto antes en lacultura de la calidad y la evaluación y eso requiere programas de actuación a medio plazo que impliquen, sobre todo, la realización de planes de mejora en todas las titulaciones y dependencias universitarias.Por mucho que se pueda haber hecho, nunca es suficiente el esfuerzo necesario para promover yasegurar la formación integral de los estudiantes, para fomentar su educación ciudadana y su preparación académica. Y, sobre todo, para evitar o al menos disminuir al máximo el fracaso escolar, una verdaderaplaga de la universidad española y a la que debemos enfrentarnos cuanto antes en la nuestra.El crecimiento que ha experimentado la universidad de Málaga en los últimos años ha generado, tanto en los ámbitos docentes como de la administración de los servicios, notables desequilibrios que espreciso afrontar con decisión y consenso, sin perjudicar los legítimos intereses de los trabajadores perosituando siempre en primer lugar la obligada optimización de los recursos públicos.
El nuevo equipo de gobierno debe relanzar la imagen de nuestra universidad, fomentar la información corporativa y mejorar la comunicación interna, tan a menudo escasa y deficiente a pesar de que hoy día no se concibe una institución moderna y eficiente sin cuidar al máximo estos aspectos.Así mismo, me parece que hay que refortalecer la conexión de nuestra universidad con lasociedad para procurar que nuestra actividad revierta mejor en el conjunto de nuestra sociedad para contribuir en la mayor medida a la creación de riqueza y bienestar.Urge, en fin, que una vez aprobados los estatutos un nuevo equipo de gobierno aborde sudesarrollo normativo de la actividad universitaria para garantizar la transparencia absoluta y la máxima participación democrática. E incluso que abra la posibilidad de reformar aquellos de sus contenidos quepuedan considerarse insuficientemente debatidos o que precisen un tratamiento menos oportunistascomo, por ejemplo, los relativos a la limitación de los mandatos del rector.
No se trata de elaborar aquí el elenco completo de problemas y prioridades del futuro gobierno,sino tan sólo de señalar la urgencia con la que hubiera debido procederse, el coste que ha tenido el retraso injustificado y la necesidad de abordar todos ellos a partir de ahora con una actitud que secorresponda con su importancia: con diálogo, con inteligencia, con participación y con confianza en elfuturo brillante que a pesar de todo tiene por delante nuestra universidad.
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