Entrevista en Público.es: "El capitalismo es cada día más incompatible con la democracia"

Me ha sorprendido la primera aseveración que haces:
“Juan Torres: El capitalismo es un sistema que ha traído consigo unos avances sociales impensables y con él la democracia ha avanzado más que nunca.”
No consigo comprender la intención edulcorante de esa primera declaración cuando el contenido de la intervención restante (que haces precisamente a continuación) es un alegato contra las consecuencias de ese Capitalismo en el momento presente.
Capitalismo es el proceso histórico desarrollado durante los últimos siglos, y no me parece razonable decir que “es un sistema que ha traído consigo unos avances sociales impensables y con él la democracia ha avanzado más que nunca”. Eso es un contrafáctico, querido Juan.
Me parece más acertado considerar, con Carlos Fernández Liria (El orden de El Capital) que:
“El modelo del Estado del bienestar constituye una anomalía que la lógica del Capital no puede consentir de un modo indefinido (y, de hecho, parece que está tocando a su fin). Que en cierto modo lo haya consentido en el centro de Europa durante algunas décadas se debe a una situación histórica completamente excepcional: dada una correlación de fuerzas que ponía en peligro la supervivencia misma del capitalismo, hicieron, sin duda, concesiones a la clase obrera. Esto, desde luego, no es algo tan sorprendente. Desde principios del siglo XX, el comunismo parecía una fuerza incontenible. Durante la confrontación entre bloques, el comunismo parecía contar no sólo con los ejércitos del Este, sino con cientos de miles de “soldados” en cualquier barrio obrero de Europa. Eso de tener Manchester, Turín, Munich o París infestado de “soldados enemigos” no podía resultar nada tranquilizador para el capital. Así, una vez la clase obrera organizada tenía la sartén por el mango, no le resultaba lograr mejoras en las mesas de negociaciones.
Sin embargo, visto desde la actualidad, cuando nos encontramos ante el desmantelamiento de todas las conquistas, no podemos evitar lamentarnos de que, cuando la clase obrera pudo decidir ganar la guerra, sus burocracias la obligaran a permitir que subsistiera lo fundamental del engranaje.”