Creo que este artículo de Juan Francisco Martín Seco es elocuente sobre lo que está pasando en España. Lo transcribo y mientras me pregunto: ¿hasta cuándo van a aguantar los afiliados responsables y consecuentes del Partido Socialista? ¿Van a dejar que Zapatero hunda a la izquierda para siempre?
Este Gobierno es marxista
Juan Francisco Martín Seco
¿Recuerdan ese diálogo entre Chico y Groucho en Sopa de ganso?:
-«Chico: Un coche y un chófer cuestan demasiado. He vendido mi coche.
-Groucho: ¡Qué tontería! En su lugar, yo hubiera vendido el chófer y me hubiera quedado con el coche.
-Chico: No puede ser. Necesito el chófer para que me lleve al trabajo por la mañana.
-Groucho: Pero, ¿cómo va a llevarle si no tiene coche?
-Chico: No necesita llevarme. No tengo trabajo.»
Podría ser un buen exponente del discurso que viene manteniendo el Gobierno a propósito de los impuestos y el presupuesto. En realidad, se le podría atribuir, sin que desentonase, la mayoría de los disparates con que los hermanos Marx nos sorprenden. Como en sus películas, todo es posible. Esto, aquello y lo contrario. No es de extrañar que si uno pretende encontrar algo de lógica en su discurso termine mareado.
Sin solución de continuidad, se pasa de defender en Pittsburgh la necesidad de mantener los estímulos fiscales a presentar en España unos Presupuestos restrictivos y, para que la confusión sea aún mayor, en las mismas cuentas públicas, al tiempo que se realizan múltiples recortes en las partidas de gasto -incluso en las de inversión pública-, se recoge la transferencia de 5.000 millones de euros a los ayuntamientos para que inviertan y reactiven la economía. En fin, que no se sabe si se quiere hacer una política restrictiva o expansiva. Y como la máxima prioridad es la de combatir el paro, se recorta la oferta pública de empleo.
Tan pronto se dice que bajar los impuestos es de izquierdas como que subirlos también lo es. Y ya en el colmo de la confusión se afirma que un Gobierno responsable debe bajar los tributos en tiempos de auge y subirlos en la época de crisis, cuando el abecé de la política anticíclica, la misma que el presidente del Gobierno ha ratificado en Pittsburgh, proclama todo lo contrario.
Se comienza afirmando que se van a subir los impuestos a los ricos y se termina realizando una de las reformas fiscales más regresivas. En unos momentos en los que lo que hay que hacer es incentivar el consumo se aumenta dos puntos el tipo del IVA, que es un impuesto indirecto y, como tal, amén de carecer de progresividad, grava el consumo. Afirmar que tenemos una recaudación por IVA de las más bajas de la Unión Europea no constituye ninguna justificación, porque lo mismo cabría afirmar de la tributación directa, especialmente de la del impuesto de sociedades y del gravamen sobre el capital.
Como se desea cuadrar el círculo, se pretende incrementar el IVA, pero sin dañar el consumo. Se anuncia por ello que la subida sólo será efectiva en la segunda mitad del año, pues para entonces, según la bola de cristal del Gobierno, la economía se habrá recuperado ya. Y ¿qué ocurre si se confunden, que se confunden siempre, y seguimos en plena recesión o al menos con la economía muy debilitada, que es lo más probable? ¿Aprobamos un decreto-ley para dejar sin efecto la medida?
El Gobierno también parece haberse liado en la cuantificación de la subida de la presión fiscal. El presidente anunció que era de un punto y medio, ahora se dice que es tan sólo de un punto; en todo caso, parece que no se percatan de que la recaudación puede incrementarse, aparte de por subir los impuestos, por un mayor control del fraude, del que nadie parece acordarse y, sobre todo, por la recuperación de la economía.
Groucho Marx definía así la política: «Es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». Parece ser que este Gobierno está empeñado en darle la razón.
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