Publicado en Rebelión el 6 de octubre de 2004
Una de las cosas que más extrañan a quienes visitan Venezuela o analizan desde fuera su evolución política, económica y social es la enorme preocupación que los sectores más ricos y privilegiados muestran hacia la pobreza que existe en su país.
Si uno oye hablar a los dirigentes políticos de la oposición, si lee u oye los medios de comunicación privados, a los dirigentes más reaccionarios de la Iglesia católica, en fin, a los opositores del Gobierno de Hugo Chávez se encuentra con una prédica común: el proceso bolivariano ha aumentado la pobreza en Venezuela. Ahora, dicen, hay muchos más pobres que antes.
Este hecho nos parece realmente asombroso y digno de análisis por varias razones.
En primer lugar, porque desgraciadamente no ocurre en ningún otro país de América Latina. En otros sitios la pobreza es también muy elevada. Algunas estimaciones señalan que desde 1980 la cifra de pobres se ha doblado en el continente. Y, sin embargo, estas clases dirigentes que ahora y en Venezuela se sienten tan sensibles hacia la pobreza nada dicen, tratan de ocultarla y, como están en el poder, no se les ocurre decir que son las responsables de que haya cientos de millones de pobres. ¿Cómo es que no se levantan contra las políticas neoliberales que han creado mucha más pobreza con la misma bravura que lo hacen contra Chávez? Desde ese punto de vista, la clase política y los grupos sociales que se oponen a Hugo Chávez son verdaderamente singulares. Habría que alabarles su sensibilidad y su preocupación por lo pobres… si no fuera por otras circunstancias así mismo sospechosas.
En segundo lugar, hay algo que cuesta trabajo entender a quien analiza desde fuera la situación venezolana. Si esas clases hasta hace poco dirigentes, si esos sectores sociales que tienen periódicos, televisiones, púlpitos y, por supuesto, muchísimo dinero y poder están tan sinceramente preocupados por la pobreza y por la miseria de sus compatriotas, ¿cómo dejaron que, cuando los suyos estaban en el gobierno, Venezuela se convirtiera en uno de los países más desiguales del mundo?, ¿cómo es que esos políticos, esos periodistas, esos empresarios, esos obispos que ahora claman contra la pobreza que dicen ha creado Chávez no lo hacían cuando gobernando ellos mismos la tasa de pobreza superó, según algunas estimaciones, el 80% de la población?, ¿cómo dejaron que esto ocurriera sin alzar las voces como lo hacen ahora?
En tercer lugar, es igualmente chocante y singular que la “preocupación” que muestran hacia el aumento de la pobreza sólo se manifieste contra los pobres que dicen ha creado Hugo Chávez. Sorprende, por ejemplo, que esos grupos políticos, esos periódicos, esas televisiones, esos obispos de derechas o esos empresarios huelguistas no clamen y critiquen a quien tiene los peores registros de creación de pobreza entre las naciones más ricas del mundo: George W. Bush. Ni siquiera los estudios más críticos contra el gobierno bolivariano estiman que sus resultados en relación con la pobreza sean peores que los de Bush, que en los tres años últimos ha aumentado la pobreza a una tasa superior al 12% anual y que sólo en 2003 hizo aumentar en 1.400.000 los pobres que hay en Estados Unidos. Es chocante, desde luego, que quienes critican a Chávez porque dicen que con él aumenta la pobreza (algo que como veremos no está demostrado) se refugien en Estados Unidos y pongan a su gobierno como ejemplo, cuando está indiscutiblemente constatado que es el mayor productor mundial de pobres.
Finalmente, y ya en otro orden de cosas, lo que más sorprendente resulta al observador extranjero es que el gobierno de Chávez tenga un apoyo electoral tan inmenso (que para sí quisieran los gobernantes de otras naciones) si lo hace todo tan mal. Y, más concretamente, es realmente increíble que pueda seguir teniendo el apoyo electoral precisamente de los más pobres de Venezuela si es verdad lo que dice la oposición, es decir, si todas esas personas son pobres, o más pobres que antes, por culpa de Chávez.
Lo que está ocurriendo en Venezuela es de gran interés para todo el planeta y, especialmente, para quienes estamos convencidos de que, a pesar de todas las dificultades, un mundo en el que no predomine la desigualdad y la miseria es tan posible como necesario. Por eso vale la pena reflexionar con algunos elementos objetivos sobre este asunto.
¿Es verdad que hay más pobres en Venezuela?
La medición de la pobreza es un asunto complicado por muchas razones.
La pobreza es una situación compleja. No es sólo un estado que se mida en términos cuantitativos o monetarios.
El problema es que la pobreza es multidimensional, tiene que ver con lo que se tiene pero también con las posibilidades de hacer. Un pobre podría tener un ingreso considerado suficiente para sobrevivir y, a pesar de ello, seguir siendo pobre en la medida en que no tuviera la posibilidad de mejorar, de integrarse, de realizarse como persona y como ser social, de decidir y participar en la vida que hay a su alrededor. Se puede no ser pobre desde un punto de vista económico y, al mismo tiempo, ser una persona sin capacidad de influencia, alienada y servil. Y, por el contrario, se puede carecer de ingresos monetarios pero formar parte de redes, de grupos, de vínculos de solidaridad que enriquezcan más a los seres humanos que todo el oro del mundo.
Por eso, el registro efectivo de los pobres que existen en un lugar y en un momento determinado debería hacerse a través de variables complejas, capaces de detectar tanto la situación cuantitativa como los rasgos cualitativos del fenómeno. Pero eso es desgraciadamente muy difícil de conseguir, sobre todo, en países donde los registros estadísticos están más atrasados y que, además, suelen ser en los que hay mayor número de pobres.
Por otro lado, la pobreza es una situación relativa. Un pobre en un país donde haya servicios públicos universales y gratuitos es “menos pobre” que otro que viva en un país sin servicios públicos, aunque puede que sea extraordinariamente pobre en relación con los ricos de su país.
Ser pobre no es sólo tener menos de una determinada cantidad de dinero, aunque seguramente decir que hay un determinado número de personas con menos de un dólar diario para vivir sea suficientemente indicativo de cómo puede sobrevivir esa población.
En definitiva, todas estas consideraciones vienen a indicar que “medir” la pobreza es siempre una cuestión muy discutible. Cualquier dato sobre el número de pobres es más que cuestionable. Hay que conocer la metodología para su obtención y, sobre todo, el concepto de pobreza que se ha utilizado.
Pero a pesar de esas dificultades y limitaciones, creemos que es útil que se proporcionen datos de pobreza porque, de esa manera, se puede reflejar, por muy inexactamente que sea, una realidad siempre dolorosa y demasiadas veces criminal. Aunque, naturalmente, hay que aprender a depurar los datos, a leer las estadísticas y a saber distinguir las que se hacen para alumbrar de las que tratan, por el contrario, de echar un velo de oscuridad sobre los fenómenos.
Sobre Venezuela, como ocurre en casi todos los países del mundo, no se dispone de datos que sean incuestionables, que se puedan aceptar sin más como definitivos, pero sí se conocen algunas aproximaciones y estimaciones que, aunque con diferente metodología, permiten saber los grandes rasgos del problema. Y sería deseable, por cierto, que el actual gobierno bolivariano profundizase en el conocimiento de la realidad social, que no la oculte nunca y que base en su estudio riguroso la lucha contra la pobreza y la miseria. Sin conocer con la mayor exactitud un fenómeno es muy difícil que se pueda resolver.
Veamos entonces lo que dicen algunas estimaciones que se han realizado para Venezuela por académicos u organismos internacionales.
El último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se refirió a la situación de la pobreza en Venezuela. El informe señala que Venezuela no sólo no empeoró su índice de desarrollo humano sino que incluso mejoró un puesto en la clasificación por países. Es verdad que eso puede ser consecuencia de que otros países vayan aún peor, pero lo cierto es que, en términos relativos y según este programa de las Naciones Unidas, Venezuela no ha empeorado.
El informe de las Naciones Unidas dice expresamente que el índice de pobreza tampoco ha empeorado sino que, aunque mínimamente, incluso ha bajado.
Se trata de un dato relevante porque, en el periodo analizado por el PNUD, Venezuela vivió un sabotaje económico por parte de las clases adineradas como seguramente no haya padecido nunca en la historia otra nación. El sabotaje dio lugar a una caída del 5% en el PIB per capita y es significativo, sin embargo, que esa caída no se manifestara en una pérdida de posiciones de Venezuela en el ranking mundial del PNUD.
Tampoco se ha agravado ni el porcentaje de personas que viven con menos de un dólar diario (15%) ni el de las personas que viven con menos de dos dólares al día (32%).
Y lo que sí es realmente significativo –aunque no parece que sea tenido en cuenta por la oposición al gobierno de Chávez- es que el porcentaje de personas en estas condiciones sí que era mucho mayor en la etapa política anterior. Así, el porcentaje medio de personas que vivían con menos de un dólar entre 1982 y 2000 fue del 23% (ocho puntos más que ahora) y con menos de dos dólares el 47% (quince puntos más que ahora).
Otro indicativo indirecto de pobreza es el ingreso per capita y resulta que, a pesar del referido sabotaje, tampoco ha bajado en Venezuela, al menos, según los datos de la CEPAL.
Según este organismo, en 1997 el porcentaje de personas con ingreso per capita menor que el ingreso medio nacional era del 70,8% y el de personas con un ingreso menor a la mitad de ese ingreso medio era del 40,7%.
Pues bien, según la CEPAL, en 2002 esos porcentajes habían bajado al 68,7% y al 38,8%.
Además, la CEPAL indica que, aunque levemente, también ha mejorado la distribución del ingreso en Venezuela.
En 1997 el porcentaje del ingreso nacional que recibía el 70% de los hogares más pobres era del 38,7%, mientras que el 30% más rico disfrutaba del 61,3% de la riqueza.
En 2002, esos porcentajes habían pasado a ser del 39,2% para el 70% más pobre y del 60,8% para el 30% más rico.
Desde luego, se trata de una mejora en la distribución muy leve, demasiado escasa como para que las clases adineradas se quejen de ella, pero al menos lo suficientemente significativa para que las más pobres comprueben que se avanza hacia una menor desigualdad, como propugna el presidente Chávez.
¿Quién creó los pobres en Venezuela?
Si estos datos permiten indicar que Chávez no ha creado más pobreza de la que había, la pregunta que uno tiene que hacerse entonces es evidente, ¿quién creó la pobreza en ese país?
Pues bien, los datos disponibles permiten comprobar que la pobreza masiva se generó en Venezuela a lo largo de los años ochenta.
No es algo que pueda sorprender. En casi todos los lugares del mundo ocurrió lo mismo porque fue a partir de esa década cuando se comenzaron a aplicar las políticas neoliberales que, de una manera absolutamente indiscutible, son las que han traído consigo un aumento de la desigualdad y la pobreza sin igual en todo el planeta.
Así, según datos que hizo públicos en su día el Banco Central de Venezuela y que fueron obtenidos siguiendo la metodología de cálculo de la pobreza desarrollada por el premio Nobel Amartya Sen, en el primer semestre de 1990 la pobreza extrema afectaba al 29,45% de la población y a finales de 1996 había subido al 65,32% de la misma. La tasa de pobreza total pasó entre esos años del 70,36% al 85,78% (José Ignacio Silva y Reinier Schliesser. “La evolución de la pobreza en Venezuela”. Banco Central de Venezuela. Caracas, 1998).
El índice de privación absoluta normalizado que igualmente refleja, desde otro punto de vista, la situación de pobreza aumentó del 32,98% en 1990 al 54,86% en 1996.
No cabe duda, pues, de que los pobres estaban ya antes de que Chávez fuera elegido presidente y comenzase a gobernar.
Otros estudios elaborados por el doctor Matías Riutort también muestran el lejano origen de la pobreza en Venezuela, donde señala que la tasa de pobreza creció desde casi el 25% en 1970 al 75% en 1997.
Sin embargo, sus estimaciones son algo más negativos para el gobierno de Chávez pues indica que en 1998 había en Venezuela un 57,6% de hogares por debajo de la línea de pobreza y que en 2001 habrían llegado al 62%.
Sin embargo, ese mismo estudio reconoce que mejoró tanto la distribución como la pobreza extrema (Matías Riutort. La Pobreza en el Trienio 1999 – 2001. En www.pnud.org.ve/email/Contenidos/ boletin_02/Pobreza%2099-2001.pdf).
Incluso si se aceptaran como buenos estos datos más negativos, y no los positivos que han mostrado los organismos internacionales, nos parece que se pueden obtener tres conclusiones claras.
1. La generación abundante de la pobreza en Venezuela se produce antes de que llegara Chávez al poder.
2. Incluso aceptando como buenas las estimaciones más negativas, el aumento en la cifra de pobreza no es tan sustantivo como afirman los opositores al proceso revolucionario.
3. Ha mejorado la distribución de la renta y la pobreza extrema, lo que significa dos cosas. Primero, que ha habido políticas efectivas contra la pobreza. Y segundo, que la causa de la pobreza, y de su aumento, es estructural y requiere medidas que van mucho más allá de la simple redistribución de recursos. Dicho de otra manera, que ésta no es suficiente.
La pobreza estructural del neoliberalismo
Para entender el proceso de generación de pobreza en Venezuela, en realidad muy parecido al que se ha producido en otros países de América Latina, hay que atender a los rasgos estructurales de su economía. Los más destacables, entre ellos, son el enorme crecimiento demográfico (de 5 millones en 1950 a 27,1 millones en 2000) que no ha ido acompañado de creación paralela de puestos de trabajo (desde 1990 se han incorporado más de 4 millones de personas a la oferta laboral y sólo se han creado 470.000 puestos de trabajo), la fuga de capitales (que debe haber alcanzado un total de 100.000 millones de dólares) y la consolidación en los últimos decenios de una economía rentista que destruía la base agraria e industrial y dilapidaba al mismo tiempo los siempre mal distribuidos ingresos petroleros. A eso se añadió el debilitamiento de las ya de por sí escasas políticas sociales que llevó directamente a la miseria a las clases desfavorecidas que traía consigo el enorme crecimiento demográfico.
La pobreza que se fue acumulando durante los años ochenta y noventa creo una sociedad dual, con una masa gigantesca de excluidos sin acceso no sólo al mundo del trabajo sino a la educación o a los servicios sociales.
Es por eso que para salir de la pobreza no hace falta solamente poner la máquina económica a mayor velocidad, es decir, crecer más. Desgraciadamente, la economía que dejó la etapa neoliberal de Venezuela, como en otros países del mundo, es un organismo enfermo que cuando crece hace crecer también su enfermedad. Hay que cambiar las bases estructurales, modificar los rasgos básicos, reorientar las líneas de avance… y eso es algo que llevará mucho tiempo. El problema de la pobreza es que crea empobrecimiento, un círculo fatídico que no se resuelve solamente proporcionando más ingreso monetario a los pobres. Hay que educarlos, darles salud, ubicarlos socialmente, incluirlos de donde fueron expulsados nada más nacer: de las relaciones sociales, de la cultura, de la socialización compartida, de la participación política.
Las políticas neoliberales dejaron fuera de la vida social, económica y política a tres cuartas partes de la población y ahora sus defensores piden que quienes van en otra dirección resuelvan en unos pocos años la miseria gigantesca que crearon a lo largo de decenios. Sería risible si no fuera por lo dramático que es.
Los que se callan ante un país gigante como Estados Unidos que crea un 12% de pobreza anual gritan como energúmenos ante un país que ellos empobrecieron y que ahora trata de avanzar por un camino diferente.
¿Por qué se ven entonces ahora tantos pobres?
A pesar de que la realidad de las cosas es otra, como acabamos de señalar, los opositores a Chávez están convencidos de que ahora hay más pobres y nosotros creemos que se trata en realidad de una singular confusión.
En realidad, no es que haya más pobres sino que ahora los ven.
Lo que ha sucedido es que la pobreza se ha hecho visible en Venezuela, entre otras cosas, porque ahora los pobres votan y eligen al gobierno que mejor les parece.
El Presidente Chávez ha dicho muchas veces que los problemas económicos venezolanos no se pueden resolver en pocos años. Y ha señalado lo largo que será el camino para combatir la pobreza en lo que ésta tiene de insatisfacción material pero también de exclusión y de carencia espiritual y humana. Pero afirma con razón que para salir de ella hay que dar un paso previo: dar el poder a los pobres. No es la condición suficiente pero es absolutamente necesaria.
Eso es lo que ha hecho y eso es lo que ha producido la perturbación psicológica que parece afectar a tantos opositores al Presidente Chávez. Una perturbación derivada de haber vivido tantos años de espaldas a millones de sus compatriotas que en lugar de convivir con ellos en sus lujosas colinas comenzaron a ocupar sin orden los cerros. Cerraron sus ojos para disfrutar ellos solos de la opulencia y el bienestar y al abrirlos se encontraron de frente con millones de desheredados que un día decidieron que ellos también tenían derecho a elegir su destino.
Quienes no quisieron reconocer que el egoísmo de años atrás había generado esa legión de pobres no tienen más remedio que echarle la culpa a Chávez. Pero no llevan razón. La prueba es que los pobres, aunque sepan que seguirán siéndolo mucho tiempo –porque fue mucho lo que le robaron- ya se empiezan a sentir ricos, solamente, porque alguien en el antaño lejano Palacio de Miraflores ahora les presta su voz, porque les llevan médicos a sus barrios, porque les empiezan a curar sus dientes para que puedan sonreír sin vergüenza, porque los enseñan a leer, porque comienzan a darles viviendas, o simplemente agua, algo tan sencillo como eso.
Los ricos ven más pobres y los pobres se sienten más ricos aunque no lo sean monetariamente porque son más personas, más ciudadanos, más democráticamente poderosos. Eso es todo.
Por eso están con el Presidente Chávez. La oposición que vivió de espaldas a su propia sociedad no lo entiende pero en realidad es bastante fácil de entender: Lo que sucede es que los pobres son eso, pobres, pero no tontos.
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