El secretario de Estado de Economía, David Vegara, informó ayer en el Congreso de los Diputados que el PIB per capita español alcanzó en el primer trimestre de este año los 22.979,5 euros y que había aumentado un 18% desde 2004. Todos los medios se hacen eco de la aparentemente feliz noticia pero lo que apenas se menciona es que el Secretario de Estado se guardó un as en la manga. Hizo trampa.
La hizo ante la representación popular y, por tanto, ante todos los ciudadanos porque se limitó a mencionar que ha crecido la tarta sin referirse a cómo se ha repartido, que es lo que verdaderamente resulta relevante. Y lo cierto es que, aunque aún no tenemos datos generales sobre la distribución personal de la renta, durante los dos años de gobierno de Rodríguez Zapatero el peso de los salarios (es decir, de las rentas de los trabajadores y por tanto las de los más desfavorecidos) han descendido más de la mitad (casi el 57%) de lo que descendió en los ocho años del gobierno de Aznar.
Lo he comentado varias veces en artículos y en esta web: a ZP se le está yendo de las manos la distribución de la renta y lo que él llama los mejores años económicos de la democracia pueden terminar como los más negativos desde el punto de vista de la equidad.
Las principales causa de ello son el permanente control que se hace sobre las rentas salariales, que en términos reales no crecen desde 1997, en beneficio de las rentas de capital, y la fiscalidad regresiva que privilegia los ingresos del capital y de los que tienen los perceptores de rentas más altas. Incluso ha disminuido también la proporción del PIB que se dedica a gastos sociales: el 19,56% en 2005 frente al 20,06% en 2004, el 19,94% en 2003 y el 19,97% en 2002, según el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
La mayor parte del incremento de la tarta del que se jacta el gobierno se la llevan, por tanto, los más ricos. Y sobre eso no nos dicen nada.
España se ha convertido en un paraíso para ganar dinero (de manera, por cierto, especulativa, antisocial y medioambientalmente insostenible en la mayoría de los casos), pero a costa de la equidad y la igualdad. No basta el republicanismo de palabra del que hace gala Zapatero porque la verdadera ciudadanía nace de la igualdad efectiva de los ciudadanos a la hora de disfrutar de los derechos económicos y sociales y esto es materialmente incompatible con el empeoramiento en la distribución de la renta y la riqueza que se viene dando.
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