En «Estructura Económica de Andalucía» dirigido por Manuel Martín Rodriguez. Editorial Espasa Calpe. Madrid 1.993.
La desarticulación económica y las disparidades intrarregionales tienen también una manifestación precisa y significativa en la distribución de la renta en el interior de la Comunidad Autónoma Andaluza. Además, las cuestiones relativas a la distribución suelen ser las que de forma más inmediata preocupan al ciudadano y a los agentes económicos, pues expresan de manera más fidedigna el nivel de bienestar efectivo del que se disfruta.Sin embargo, es difícil disponer de datos completos, homogéneos y actualizados que permitan conocer rigurosamente la generación de las rentas y su distribución en la economía española y, tanto más, en ámbitos inferiores al de las comunidades autónomas.
Las series de datos proporcionadas por la Contabilidad Nacional que elabora el Instituto Nacional de Estadística son incompletas, no permiten conocer la renta familiar por provincias y comunidades autónomas y sus datos «se alejan sustancialmente de las cifras reales», en palabras del profesor Alcaide. Si a ello se le añade que la última Encuesta de Presupuestos Familiares, con datos suficientemente desagregados, fue realizada para el año 1.980, se podrá comprobar lo limitado de la estadística oficial en relación con la distribución de la renta; sobre todo, en su necesaria consideración de la renta personal.
El Banco de Bilbao y Banesto vienen proporcionando, por su parte, estimaciones que permiten desagregar los datos de renta y su distribución incluso a nivel de municipios, aunque con metodología y resultados diferentes.
Por fin, algunas otras estimaciones de la distribución de la renta en Andalucía (vid. Orientación Bibliográfica), aunque realizadas con precisión y rigor, han carecido de continuidad, por lo que de ellas no pueden deducirse conclusiones sobre la evolución de la distribución a lo largo del tiempo.
Con estas limitaciones, se ha procedido a utilizar la información disponible en cada uno de estos trabajos a fin de proporcionar una visión general y dinámica de las cuestiones que se consideran de mayor relevancia en relación con la distribución de la renta en la Comunidad Andaluza. A saber, la capacidad de generación de ingresos de los diferentes factores y agentes, la apropiación de rentas que realiza cada uno de ellos y, por último, la renta efectivamente dispuesta una vez consideradas las transferencias y exacciones de todo tipo que se acumulan a los ingresos generados en el seno de la comunidad.
De esa forma se podrá presentar al final del capítulo no sólo una panorámica en abstracto de la distribución de la renta en Andalucía, sino también del grado de bienestar o malestar del que disfrutan o padecen sus ciudadanos.
1. LA RENTA REGIONAL DE ANDALUCIA EN EL CONTEXTO DE LA COMUNIDAD ECONOMICA EUROPEA
La Comunidad Económica Europea suele tomar como medida de referencia al Producto Interior Bruto per cápita para evaluar la situación de los diferentes estados y regiones que la componen, en materia de distribución de la renta. Esta magnitud, como se sabe, indica la renta que generan las unidades productivas de cada estado o región, es decir, la capacidad de proporcionar ingresos.
La evolución del Producto Interior Bruto per cápita en las distintas regiones europeas pone de manifiesto una clara tendencia a la disparidad, que sólo resultó algo frenada en la segunda mitad de los años ochenta, y sin que ello redujese significativamente el retraso de las regiones más pobres y su diferencial respecto a la media comunitaria.
Tomando como referencia la media de los años 1.986, 1.987 y 1.988, Andalucía ocupa el lugar 153 de las 171 regiones europeas ordenadas de mayor a menor PIBpc, alcanzando éste a ser tan sólo el 57,5% de la media comunitaria. Después de Extremadura, es la región española con menor nivel de convergencia (Cuadro 18.1).
La evolución de los índices de convergencia entre Andalucía y la Comunidad ha sido la siguiente, según los datos proporcionados por la Fundación F.I.E.S.:
1.960 1.964 1.975 1.985 1.989 1.990
41,8 44,8 58,7 50,9 54 54,4
Como puede apreciarse, no ha dejado de darse una tendencia al acercamiento, lo que ha sido posible gracias a que el crecimiento del PIB en Andalucía se ha registrado a tasas medias anuales superiores a la correspondiente al conjunto de la Comunidad Europea. Así, en el quinquenio 1.985-1.990, la tasa de crecimiento anual acumulativa del PIB en la CEE fue del 3,1%, mientras que en Andalucía fue del 5%, lo que supone un diferencial de 1,9 puntos.
Sin embargo, esta aproximación no deja mucho margen, todavía, al optimismo puesto que, como también puede apreciarse, el dato de 1.990 muestra una ralentización en la convergencia. Y ésta quedaría aún más afectada si se cumplen las previsiones generalizadas de una reducción en el ritmo de crecimiento económico de la economía andaluza en los próximos años.
Se calcula que para que una región con un PIBpc igual a la mitad de la media comunitaria (algo menos que el de Andalucía) llegue a alcanzar el 70% en veinte años, necesitaría mantener un diferencial anual de 1,75 puntos en los índices de crecimiento (o de 2,25 para alcanzarlo en quince años). Es evidente, por lo tanto, el esfuerzo productivo tan ingente que resultaría preciso realizar para que la estructura productiva andaluza proporcionara niveles de renta no ya iguales, sino más próximos a la media comunitaria.
2. LA RENTA REGIONAL
En este apartado se comentan los aspectos más relevantes que se aprecian en la evolución de la renta regional y provincial en la Comunidad Andaluza entre 1971 y 1987, sobre la base de la información estadística disponible proporcionada por el Banco de Bilbao, en su publicación bianual «Renta Nacional de España y su distribución provincial». Para ello, se han recogido los datos suministrados para cada año en los respectivos informes sin considerar las revisiones efectuadas a posteriori por su gabinete de estudios en los valores apreciados de cada concepto. Este criterio adoptado se justifica en un doble motivo: primero, porque las series revisadas afectan sólo a los grandes números, sin recoger la evolución de sus componentes; y, segundo, porque se debe evitar el sesgo en el que se incurriría si se tomaran, simultáneamente, valores de variables revisados y no revisados. El seguimiento de la renta regional andaluza se realiza desde una óptica comparativa, relacionando su evolución y la de las diferentes provincias con el desenvolvimiento de la renta interior en el plano nacional.
Como magnitud de referencia se utilizará la Renta Interior Neta (puesto que para esta magnitud es posible conocer los datos a nivel provincial) que, como se sabe, es la magnitud macroeconómica que mide el flujo de rentas generado por período en el devenir de la actividad económica en un determinado ámbito geográfico (nacional, regional o provincial).
A partir de la composición de este agregado, y en función del papel desempeñado por los agentes económicos en los procesos productivos y de quiénes sean los propietarios en última instancia de los factores utilizados, se determina la distribución funcional del ingreso, que viene a mostrar las participaciones factoriales relativas en el total de las rentas generadas.
2.1. Evolución de la renta regional
En 1.955 la renta regional andaluza suponía un 14,2% de la española. En 1.975, cuando empiezan a vislumbrarse los primeros efectos de la crisis económica, este porcentaje había descendido al 12,11%.
Durante el período 1.971-1.987, y en términos absolutos, Andalucía ha ocupado siempre la tercera plaza en cuanto a la aportación efectuada a la formación de la R.I.N. nacional, por detrás de Cataluña y Madrid (que, en 1987, generaron el 19,44% y el 17,14% de la misma), en un ranking muy estático y que ha registrado escasas variaciones.
Sin embargo, la participación relativa de la renta regional andaluza en el total de la R.I.N. nacional ha seguido una trayectoria ligeramente irregular: a períodos con incremento en la participación (1971/73, 1977/81, y 1983/87) les siguen otros con pérdida de peso relativo (1973/77 y 1981/83), si bien, a lo largo del periodo considerado, se aprecia un ligero incremento del 0,21% en la participación de Andalucía en la R.I.N. nacional, ya que ésta alcanzó a ser el 12,65% en 1.987, frente al 12,44% de 1.971.
A esa leve mejoría en la participación relativa de Andalucía ha coadyuvado el mayor ritmo de crecimiento anual registrado en esta comunidad con respecto al resto del Estado, como se aprecia en la evolución de las tasas de crecimiento anual acumulativo respectivas:
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PERIODO Andalucía España
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1.973-1.979 2,19 2,41
1.979-1.985 1,9 1,3
1.985-1.987 4,4 3,2
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Sin embargo, este mayor crecimiento de participación relativa de la renta andaluza se ha visto superado por el registrado en la Comunidad Valenciana (+1,58%), en Madrid (+1,44%), en Canarias (+0,72%), en Galicia (+0,45%), y en Murcia (+0,32%). Por debajo de Andalucía se encuentran Baleares (+0,13%), La Rioja (que permanece igual) y el resto de Comunidades Autónomas, que registraron una pérdida relativa con respecto a su participación inicial: País Vasco (-2,21%), Cataluña
(-0,75%), Castilla y León (-0,70%), Asturias (-0,40%) Castilla-La Mancha (-0,27%), Cantabria (-0,23%), Aragón y Extremadura
(-0,19%), y Navarra (-0,17%).
Entre las provincias andaluzas, Málaga destaca por su sostenida y creciente participación en la R.I.N. nacional en el intervalo temporal analizado (sólo interrumpida en 1975), pasando del 1,85% en 1971 al 2,33% en 1987, con una ganancia de 0,48 puntos; de esta forma, su posición relativa ). Le siguen, en1 al 111mejoró dos puestos en la clasificación nacional (del 13 orden de ganancias porcentuales, las provincias de Almería, cuyo peso relativo aumentó ligeramente (del 0,67% al 0,86%), y a pesar de lo cual mejoró seis ); y Granada, con una1 al 341puestos en la clasificación nacional (del 40 variación positiva poco relevante, pero que le permitió ganar, a su vez, tres ).1 al 231puestos en la escala (del 26
El resto de las provincias andaluzas perdieron peso relativo en la formación de la R.I.N. nacional, siendo significativas la caída en la al1participación de Córdoba (de 0,20 puntos), lo que le relegó del puesto 18 ; y la tendencia decreciente mostrada en la provincia de Sevilla hasta 1983122 (cuando arrojaba una pérdida de 0,26 puntos respecto al nivel de 1971), pero que 1 al 61posteriormente fue corregida; no obstante, esto le ha llevado del 5 puesto nacional.
Huelva y Cádiz perdieron 0,10 puntos de participación relativa, siguiendo también una trayectoria más o menos descendente, lo que empeoró sus al1posiciones respectivas en el conjunto nacional en dos y tres puestos (del 34 ). Jaén mantuvo prácticamente inalterada su participación1 al 151, y del 12136 ).1 al 281en la R.I.N. nacional, aunque mejoró un puesto (del 29
3. LA DISTRIBUCION FUNCIONAL DE LA RENTA
Como es sabido, la distribución funcional indica la parte del total de la renta que es apropiada por cada uno de los agentes que intervienen en su generación, trabajadores por cuenta ajena, trabajadores autónomos y profesionales, empresarios, inversores de capital y sector público. En su análisis, distinguiremos la distribución funcional a nivel regional y, más adelante, a nivel provincial.
3.1. Distribución funcional de la renta regional.
El Cuadro 18.2 refleja que la distribución funcional de la renta en Andalucía ha evolucionado globalmente de una forma similar a como lo ha hecho en el conjunto del Estado, aunque con algunas diferencias significativas en ciertos destinos de la renta.
Desde finales de los años setenta se produce un notable descenso en la participación de las rentas del trabajo, que pasaron de representar un 66,29% de la R.I.N. andaluza en 1.979 a un 57,80% en 1.987, siendo esta disminución algo mayor que la observada por las rentas del trabajo en el total de la renta interior neta española (que en los mismos años redujeron su peso relativo del 64,34% al 57,75%), cuando hasta esa fecha había experimentado un notable incremento.
Esa evolución en las rentas del trabajo se corresponde con la trayectoria seguida por las rentas mixtas y del capital durante los años de crisis económica. Con su inicio se produce una caída en los excedentes empresariales que se manifiesta en la disminución de las rentas de capital, que pasaron de suponer el 12,97% de la RIN de Andalucía en 1.971 a un 8,73% en 1.979; así como una importante disminución en las rentas mixtas, que pasaron de representar el 29,85% al 22,66% de la RIN andaluza en dicho intervalo.
En esta etapa, el desempleo aún no alcanzó los niveles tan elevados de los años de la década siguiente, lo que posibilitó que las rentas del trabajo mantuvieran una dinámica ascendente en su participación sobre el total de las rentas generadas en Andalucía.
La aceleración del desempleo operada desde los primeros años ochenta cambió esta tendencia, de forma que las rentas del trabajo, a finales de la década, disminuyeron su índice relativo de participación incluso por debajo del nivel anterior a la crisis económica de los setenta (es el caso de Granada). El aumento del desempleo podría explicar también la mayor participación relativa de las rentas mixtas, en la medida en que los trabajadores asalariados que se encuentran sin trabajo pasen a convertirse en empresarios, trabajadores autónomos o en profesionales independientes.
Es preciso destacar que las distintas componentes de las rentas del capital han seguido en Andalucía una tendencia significativamente distinta a la del nivel estatal. Sin embargo, como puede comprobarse, en 1.971 los beneficios retenidos y los intereses y dividendos suponían prácticamente la misma proporción en el conjunto de las rentas de capital, mientras que en 1.987 esta relación se había modificado sustancialmente debido, por un lado, a que la parte de renta destinada a intereses y dividendos había recuperado las cotas de años anteriores a la crisis, mientras que, por otro lado, los beneficios retenidos continuaron un significativo e ininterrumpido descenso; y esto se produce de forma mucho más acusada en Andalucía que en España. De ahí podría deducirse que, en términos generales, existe una menor capacidad de autofinanciación de la economía andaluza y que se ha deteriorado posiblemente el grado de endeudamiento de las empresas.
Es igualmente significativa la evolución de las rentas regionales si se considera la proporción que representan respecto al total de la Renta Interior Neta española tal y como se recoge en el Cuadro 18.3.
Destaca sobremanera el alto porcentaje de las rentas correspondientes al sector primario, tanto referidas al trabajo en la agricultura y pesca como a los beneficios de las empresas y trabajadores autónomos agrícolas.
Las rentas del trabajo agrícola en Andalucía representaron el 36,98% del total nacional de este concepto en 1.971, proporción que sólo baja de forma muy reducida en 1.987, cuando alcanza a ser del 34,81% y habiendo alcanzado un 40,39% en 1.983. La otra componente de las rentas del trabajo ligadas al sector primario es la correspondiente al sector pesquero, en la que Andalucía también representa una participación destacada en el contexto estatal, si bien la importancia de este sector en el conjunto de la actividad económica es más bien reducido.
Sin embargo, el notable aumento que se produce a lo largo de este periodo en los beneficios empresariales y de los trabajadores autónomos de la agricultura (que pasan de representar el 13,93% en 1.975 a 23,38% en 1.987) permite aventurar una modificación significativa en las condiciones de capitalización y rentabilidad de las explotaciones del campo andaluz.
Este predominio del sector primario lleva consigo que la dinámica del crecimiento económico en Andalucía esté muy influenciada por la alta inseguridad que suele caracterizar a la actividad agraria.
Igualmente resalta la escasa participación de las rentas procedentes del trabajo en la industria, que nunca ha sobrepasado el 10% del total estatal en los años referidos, lo que pone de manifiesto la incapacidad de la economía andaluza para fortalecer el empleo y el tejido industrial a lo largo de estos años.
Por su parte, las retribuciones del trabajo en el sector servicios, aunque representan una proporción cada vez mayor en el conjunto de la RIN andaluza (un 21,03% en 1.971 frente al 34,70% en 1.987), no aumentan significativamente su peso relativo en las rentas por trabajo en los servicios del total nacional. Por lo que respecta a las rentas de capital, el Cuadro 18.3 confirma lo anteriormente expuesto; esto es, el escaso y cada vez más reducido nivel de participación de Andalucía en el conjunto nacional, sobre todo si se compara con el correspondiente a las rentas procedentes del trabajo y las mixtas. Este rasgo desfavorable se acentúa, como se apuntó anteriormente, en el caso particular del ahorro de las empresas (beneficios retenidos) que ha mostrado una alarmante tendencia a la baja en todo el periodo, hasta situarse en el 6,03% del total de beneficios retenidos en España en el año 1.987 (frente al 9,91% de 1.971). Y ello, al contrario de lo ocurrido con los intereses y dividendos, que prácticamente no dejan de registrar cada vez mayor peso respecto a sus valores totales para el Estado (pasando del 8,94% en 1.971 al 10,02% en 1.987).
Si se exceptúan las rentas inmobiliarias (cuya evolución por cierto muestra que son prácticamente insensibles a la crisis económica, posiblemente porque constituyen una alternativa a la inversión productiva en esos períodos), se puede concluir entonces que Andalucía participa muy débilmente en las rentas del capital nacionales (sin llegar casi a representar el 10% de éstas), lo que naturalmente contrasta con lo que acontece en otras comunidades autónomas más desarrolladas, como Madrid y Cataluña, que vienen a disfrutar de algo más de la cuarta parte del total nacional.
Al considerar la renta regional de Andalucía en términos per cápita (Cuadro 18.4) sobresale que la renta media así considerada no haya superado en todo este período el 73% de la renta nacional, alcanzando su máximo nivel en 1.973 con un 72,71%.
Se ha producido, sin embargo, una significativa mejoría en las provincias de Almería (que gana 16,14 puntos) y Málaga (11,38 puntos), así como algo menor en Granada (6,09) y Jaén (5,52), mientras que las de Huelva, Cádiz, Córdoba y Sevilla han registrado pérdidas en la relación de su renta provincial per cápita respecto a la nacional (7,13 puntos, 5,75, 4,44 y 3,87 puntos respectivamente).
Este comportamiento de los ingresos provinciales per cápita ha condicionado la evolución del nivel regional con respecto al nacional que sólo se ha visto favorecido por un acercamiento de 1,71 puntos entre 1.971 y 1.987.
3.2. Distribución funcional de la renta provincial
El Cuadro del Apéndice Estadístico proporciona información acerca de la apropiación de rentas realizada por los distintos agentes económicos en las ocho provincias andaluzas.
Los ingresos relativos del factor trabajo experimentan un movimiento ascendente al inicio parar pasar a descender posteriormente, presentando su máximo histórico en el año 1.979 para las provincias de Córdoba, Granada, Huelva, Jaén y Sevilla; y en el año 1.975 para Cádiz y Málaga. Destaca especialmente la caída de éstos ingresos en Granada y Jaén, donde no se recuperan los valores de 1.971. Por su parte, Almería presenta una tendencia singular en la medida en que su comportamiento es oscilante, alcanzando su máximo en 1.983. Además, si se considera el período 1.979-1.987, se observa que tan sólo en esta provincia se registra una ligera recuperación de los ingresos del factor trabajo.
Por sectores se aprecia que las rentas del trabajo en la agricultura han descendido en todas las provincias (hasta llegar a ser tan sólo un casi simbólico 1,74% de la renta provincial en Cádiz y un 1,89% en el caso de Málaga). Aunque el descenso es mucho más acusado en Jaén y Granada, no sólo por su magnitud absoluta, sino porque además tales rentas representaban una mayor proporción sobre los totales provinciales a principios de los años setenta.
Por su parte, las rentas del trabajo en la industria muestran tres grandes tendencias: a una cierta consolidación en provincias con un tejido industrial más bien débil (Jaén, Córdoba y Granada), al estancamiento progresivo desde el inicio del periodo (Almería), y a la recesión, después de haber mantenido una tónica de crecimiento hasta 1.979, en las provincias donde la industria representaba una proporción relativa mayor al principio (Huelva, Málaga, Cádiz y Sevilla que inicia anteriormente su declive).
La remuneración del trabajo en los servicios ha aumentado muy notablemente en todas las provincias andaluzas desde 1.971, sobresaliendo Málaga (cuya participación sobre el total de la renta provincial pasó del 24,72% al 39,3%), Sevilla (del 22,48% al 37,45%), Cádiz (del 20,22% al 34,96%) y Córdoba (del 18,70% al 32,27%). Sin embargo, si se considera el periodo 1.983-1.987 puede comprobarse que sólo en la provincia de Jaén aumenta la proporción de estas rentas en el total provincial.
Por lo que hace referencia a las rentas mixtas, se observa una caída significativa de los beneficios de los empresarios y los trabajadores autónomos agrícolas entre 1.971 y 1.979 en todas las provincias (destacando Córdoba con una caída de más de trece puntos), excepto en Almería, en donde estas rentas llegaron a suponer el 23,20% de la renta provincial en 1.979 y siendo esta componente muy influyente en el conjunto de las rentas de la provincia. Por el contrario, en el periodo comprendido entre 1.979 y 1.987 se aprecia la tendencia opuesta. Se da una ligera expansión de estas rentas en el conjunto de los ingresos provinciales, excepto en Almería.
Respecto a los beneficios de otros empresarios y trabajadores autónomos, también se ha observado un comportamiento bastante análogo en el conjunto de las provincias andaluzas: importante reducción de esta componente en el contexto de las rentas provinciales entre 1.971 y 1.975, y continuada expansión de su participación relativa en el resto del periodo.
Por último, las rentas de profesionales y servicios tienen una mayor relevancia en las provincias, como Málaga, Sevilla y Granada, donde se ha producido una mayor terciarización de sus economías.
La reducida participación de las rentas de capital en el total de la renta andaluza se reproduce también a nivel provincial. La progresiva disminución de su peso específico entre 1.971 y 1.979 se da igualmente en las diferentes provincias (Málaga y Sevilla perdieron en torno a 5 puntos, Almería, Cádiz, Córdoba y Jaén 4 y Granada y Huelva 3 puntos), para recuperarse lentamente desde ese último año, aunque, en ningún caso, sin alcanzar los valores de participación de 1.971.
Ello se ha debido a la evolución de los beneficios retenidos por las empresas, que experimentaron una drástica caída en todas las provincias andaluzas entre 1.971 y 1.987, a pesar de su ya escasa participación en el primer año analizado.
Si se considera la participación de la renta interior neta provincial en el total de la andaluza se puede observar una menor dispersión entre los datos relativos a las ocho provincias, como pone de manifiesto el Cuadro 18.5. La provincia de Sevilla ha visto limitada parcialmente su participación en la renta regional (del 25,77% al 24,69%) entre 1.971 y 1.987 y en contraste con el caso de Málaga, cuya participación ha pasado del 14,92% al 18,38%. Sólo Almería y Granada han aumentado también su participación, aunque de manera más reducida (1,37 puntos y 0,40 puntos respectivamente), mientras que la renta provincial de las otras cuatro provincias ha pasado a suponer una menor proporción de la renta regional.
Este comportamiento es aún más evidente cuando se contempla la renta provincial per cápita (Cuadro 18.6). Así, Sevilla ha reducido su índice en más de 8 puntos en el intervalo 1.971-1.987, lo que ha permitido que Málaga pasara a ocupar el primer puesto en cuanto a ingresos per cápita en 1.987. Pese a todo, hay que subrayar que sólo tres provincias (Málaga, Sevilla y Almería) se situaron en 1.987 por encima de la media regional.
Por último cabe señalar que la media de renta per cápita andaluza se aproxima, aunque lentamente, a la nacional, al pasar de ser un 70,84% en 1.971 al 72,55% en 1.987.
3.3. Veinte años sin cambios significativos
Los datos que acaban de exponerse vienen a demostrar que la capacidad productiva andaluza no ha variado muy significativamente en los años considerados.
La reestructuración consustancial a la salida de la crisis económica que se ha llevado a cabo a lo largo de los años ochenta no supuso para Andalucía una modificación notable en su capacidad endógena de generación de renta, pues, de hecho, apenas se superan los niveles relativos de contribución a la renta nacional que se daban antes de la crisis económica.
La distribución más favorable a los beneficios que a las remuneraciones del trabajo no puede significar que se haya producido una reactivación de la actividad empresarial si se tiene en cuenta que una gran parte de los ingresos andaluces provienen todavía del sector agrario, el estancamiento de las remuneraciones en la industria y la descapitalización que aventura la tónica tan débil de los beneficios empresariales. Por lo demás, todo parece indicar que la terciarización de la economía ha sido «prematura», no el resultado de un progreso articulado de los sectores económicos, sino más bien una respuesta desmembrada a la pérdida de empleo en los demás sectores.
4. LA RENTA FAMILIAR DISPONIBLE EN ANDALUCIA
Como se sabe, el concepto de Renta Familiar Disponible se refiere a las rentas de las que disponen efectivamente las familias o individuos para satisfacer sus necesidades de consumo o inversión y ahorro después de haber deducido de sus ingresos los impuestos directos y añadido las transferencias de diferente clase que puedan percibir.
Desde 1.971 a 1.987 se ha producido una notable mejora en el porcentaje de participación de la Renta Familiar Disponible de Andalucía sobre el total nacional, al pasar de representar un 13,69% al 14,45%. Esta mejora es ligeramente superior si se considera la RFD en términos per cápita (Cuadro 18.7). Mientras que en 1.971 la RFDp.c. de Andalucía representaba un 77,96% de la nacional, en 1.987 alcanzaba el 82,86%. Sin embargo, la mejoría es sensiblemente menor si se considerase lo ocurrido entre 1.981 y 1.987, período durante el cual Andalucía sólo mejoró 1,29 puntos respecto a la media nacional.
A nivel provincial destaca el incremento de 19,38 puntos de Almería (que, sin embargo partió de un nivel relativamente reducido en 1.981), de Málaga (14,03 puntos) y Jaén (9,28 puntos), así como la reducción de peso relativo de Cádiz y Sevilla.
Deberá tenerse en cuenta que el mayor nivel registrado en todo el periodo observado, respecto a la RFD nacional, fue el 91,71% de Málaga en 1.987, lo que quiere decir que ninguna provincia alcanzó durante todo esta etapa considerada la media nacional. En aquel año, sólo tres provincias (Málaga, Almería y Sevilla) estaban por encima de la RFD per cápita media regional. Por otro lado, Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla han visto reducir su participación en dicha media. En consecuencia, y aunque pueda apreciarse una cierta tendencia a la menor dispersión interprovincial, ésta se produce, más bien, a la baja, por el menor peso relativo de las rentas per cápita observado en éstas provincias.
En cualquier caso, esta mejora no ha servido para modificar sustancialmente el lugar de Andalucía en el contexto de las demás comunidades autónomas. Andalucía ha mantenido unos niveles de RFD per cápita superiores tan solo a los de Extremadura (y a los de Castilla-La Mancha en los años 1.971, 1.981 y 1.983). Es decir, que la reducción apreciada en sus niveles de disparidad, en relación con la media nacional durante el periodo 1.971-1.987, se ha visto superada por los registrados en otras comunidades autónomas.
4.1. Rentas exógenas para una economía dependiente
Como se muestra en el Cuadro 18.8, la participación de la Renta Familiar Disponible andaluza sobre el total nacional ha sido mayor, en todos los años considerados, que la participación correspondiente a los ingresos totales generados en Andalucía, a la Renta Familiar antes de Impuestos y a la del Producto Interior Bruto.
Este es un hecho capital que debe ilustrar sobre la naturaleza del crecimiento económico regional en los últimos años, pues pone de relieve hasta qué punto éste no ha sido generado endógenamente.
Como se sabe, la Renta Familiar Disponible es el resultado de añadir a las rentas directas (aquellas generadas en el seno de la estructura productiva de referencia) las transferencias y de deducirle las cotizaciones sociales y los impuestos directos sobre las familias. En consecuencia, el seguimiento de éstas otras «rentas indirectas» resulta fundamental para comprobar el potencial endógeno de generación de rentas en un espacio productivo determinado.
La evolución de dichas rentas indirectas se presenta en el Cuadro 18.9 y de ahí pueden deducirse dos conclusiones fundamentales.
Por un lado, la caída generalizada de la participación relativa de las transferencias exteriores, que pasan de suponer el 39,11% del total de estas rentas indirectas en Andalucía para el año 1.971 (26,10% en España) a tan sólo el 4,35% en 1.987 (3,93% en España). Por el contrario, las prestaciones sociales han experimentado un enorme auge a lo largo del período considerado, con especial intensidad entre los años 1.975 y 1.981, en los que éstas rentas se incrementaron en más del 460% en Andalucía.
Este intenso crecimiento de las Prestaciones Sociales (que compensa sobradamente la caída en términos relativos de las transferencias del exterior), unido al hecho de que la Renta Familiar antes de Impuestos (RFAI) ha tenido un menor crecimiento relativo, determina que un porcentaje progresivamente mayor de los ingresos totales de Andalucía (de la RFAI) se haya generado en fuentes externas a la estructura productiva andaluza.
En concreto, en 1971 las rentas indirectas en Andalucía suponían un 15,28% del total de su Renta Familiar antes de impuestos; en 1975, cuando esta magnitud alcanza su mínimo histórico, aquellas tan sólo representaron el 11,88%.
Sin embargo, en 1.987 las rentas indirectas casi duplican su participación en la RFAI (20,40%); lo que quiere decir que las rentas generadas directamente por la economía andaluza tan sólo suponían en 1987 el 79,60% del total de los ingresos.
En términos de la Renta Familiar Disponible andaluza, esto significa que el 24,20% de la misma no tiene su origen en su propia estructura económica, sino en transferencias procedentes del exterior y en prestaciones sociales. Es de destacar que las provincias con un mayor dinamismo económico a lo largo del periodo 1971-87 son las que reciben una menor proporción de rentas de esta naturaleza. Así, resaltan los casos de Málaga y Almería, donde estas rentas suponen tan sólo el 17,28% y 17,85%, respectivamente, de la RFAI. Muy por encima de la media regional estaban, principalmente, Granada, con un 23,93% y Córdoba (22,24%). Resulta obvio, en consecuencia, que el mayor dinamismo de las primeras provincias durante el periodo considerado ha permitido un mayor peso relativo de las rentas directas obtenidas en la actividad económica, y ha consolidado un menor estado de dependencia de tales ingresos.
Por otra parte, aunque las rentas indirectas en Andalucía suponen un porcentaje creciente tanto de la RFAI como de la RFD, aquellas han venido creciendo menos que la media nacional a lo largo de todo el periodo analizado. En este sentido, se comprueba que la participación de tales transferencias en la RFAI de Andalucía pasó del 15,28% al 20,40% entre 1.971 y 1.987 (incremento de 5,12 puntos), mientras que la media nacional pasó del 10,16% al 15,86% (con un incremento de 5,70 puntos).
Si se obvia el efecto de las transferencias procedentes del exterior, cada vez menos significativo en la magnitud analizada, resulta que la participación de Andalucía en el total de las transferencias sociales efectuadas por las Administraciones Públicas apenas si experimentó variación a lo largo del periodo considerado, pasando de suponer el 16,72% del total en 1971, al 16,87% en 1987. En consecuencia, y dado que la participación de la Renta Familiar Disponible andaluza en el total nacional sí que ha experimentado una notable mejoría entre 1971 y 1.987 (14,45% frente al 13,69%), debe haber otros componentes al margen de las rentas indirectas que la justifiquen, ya que la mejoría experimentada por la Renta Interior Neta de Andalucía en el contexto nacional tan sólo explica 0,21 puntos de dicha variación.
Sucede que las contrapartidas económicas en la Renta Familiar Disponible a las transferencias (esto es, las cotizaciones sociales y los impuestos directos soportados por las familias) se han visto reducidas en términos relativos.
En el caso de la imposición directa familiar (cuya reducción ha sido de 0,59 puntos) ésta se ha debido al menor alcance recaudatorio sobre las rentas de Andalucía al no haber aumentado sus ingresos directos; y en el caso de las cotizaciones sociales, porque se ha deteriorado el nivel de empleo, respecto al total nacional, a lo largo del periodo considerado (Cuadro 18.10).
Por lo tanto, la participación más elevada de la Renta Familiar Disponible de Andalucía respecto al total nacional que las correspondientes a otras macromagnitudes se debe, fundamentalmente, a que la caída en la generación de rentas directas ha reducido las participaciones relativas de la imposición directa familiar y empresarial y de las cotizaciones sociales, mientras que las transferencias sociales (que han desempeñado un papel compensador) han venido a permitir que el consumo (más bien que la inversión andaluza) se expandiera lo suficiente como para mantener un ritmo de crecimiento del producto interior regional ligeramente superior al nacional. Este diferencial entre la participación relativa de las macromagnitudes se ha visto reforzado, además, por la negativa evolución experimentada por el ahorro empresarial andaluz, que ha pasado de representar el 10,94% del total nacional en 1.971 al 6,05% en 1.987 (Cuadro 18.8).
Esto supone que el ritmo de crecimiento económico ha sido mantenido exógenamente y, también, que la aparente mejora en la disposición final de rentas de las familias no ha sido consecuencia de un aumento efectivo de la capacidad de generación de ingresos de la economía andaluza. Por consiguiente, ésta se manifiesta, también desde el punto de vista de la distribución, no sólo como una economía atrasada sino, sobre todo, como una economía especialmente dependiente de fuentes de renta ajenas a la dinámica productiva que le es propia.
5. LA RENTA DE LOS MUNICIPIOS ANDALUCES.
Para conocer con más detalle y desagregación la distribución espacial de la renta en Andalucía es preciso disponer de magnitudes análogas a las comentadas para ámbitos geográficos más reducidos que permitan detectar la disparidad de situaciones y los desequilibrios de renta que se engloban y ocultan en las unidades geográficas de orden superior como la provincia.
Pero los estudios destinados a conocer estas magnitudes a niveles municipal o comarcal presentan una escasa tradición en España, una cadencia habitualmente no periódica, y una disparidad de modelos explicativos que dificultan la posibilidad de realizar análisis en términos comparativos, tanto a nivel histórico como interespacial.
La forma más adecuada de calcularlas sería a partir de la magnitud Producto Municipal/Comarcal Bruto del que, tras deducir las amortizaciones e impuestos indirectos, se podría obtener la Renta Municipal/Comarcal. Al añadirle a esta última las transferencias y minorarla en los impuestos directos y cotizaciones a la Seguridad Social, se deduciría la Renta Familiar Disponible.
Sin embargo, la necesaria información estadística de base que haría falta para proceder de esta forma es muy deficiente en estos niveles geográficos reducidos. Además, plantea enormes dificultades discriminar entre la renta generada, percibida y gastada por los habitantes de cada zona geográfica en la medida en que se trata de espacios geográficos abiertos, cuyas transacciones económicas se realizan, en la mayoría de los casos, sin que se contabilicen o medie algún tipo de control administrativo.
Ante esta situación, sólo cabe recurrir a dos métodos de estimación: el directo (de difícil aplicabilidad práctica, básicamente como consecuencia del alto coste que ocasiona un conocimiento muy preciso de los sujetos económicos) y los indirectos.
El método indirecto más comúnmente utilizado para estimar la renta de áreas reducidas consiste en la definición de un modelo de regresión múltiple, a partir de los datos de renta e indicadores que expresan las variaciones de ésta en áreas superiores conocidas (provincias), para proceder a aplicarlos posteriormente en espacios geográficos más reducidos, lo que exige que se disponga de información acerca de estos indicadores para tales áreas.
En cualquier caso, el proceso de estimación está sometido a importantes limitaciones de índole cualitativo (el bienestar o el desarrollo no es sólo renta) y metodológico y que se hacen más intensas cuanto más reducida sea el área geográfica que se pretende analizar, tal y como han puesto de manifiesto acertadamente Basulto y Ferraro.
5.1. El aumento de las desigualdades intermunicipales
La primera institución que utilizó este método en España fué Banesto, en 1975, para la estimación de la renta de todos sus municipios. Sin embargo, las variables consideradas se modificaron de un informe a otro en función de la supuesta mayor capacidad explicativa de las que fueron introducidas en detrimento de las que se eliminaron (en las respectivas publicaciones pueden consultarse los diferentes indicadores utilizados).
Con el fin de minimizar los posibles errores, la estimación de Banesto procede a incluir las distintas unidades geográficas analizadas en niveles de renta (de 1 a 10), no ofreciéndose datos pormenorizados de las mismas. Tales niveles se calculan y actualizan periódicamente con el fin de ofrecer una cierta homogeneidad en las comparaciones de renta intertemporales, de tal modo que si una determinada provincia presenta un nivel de renta 5 en el año 1970 y en 1986, se podría deducir que la renta media de la que disfrutan los habitantes de la misma se ha mantenido aproximadamente constante en términos relativos durante el periodo analizado, aunque las expresiones monetarias de tales niveles hayan experimentado una sustancial modificación.
Los resultados provinciales en la Comunidad Autónoma andaluza muestran que todas las provincias perdieron niveles de renta de 1.975 a 1.986. Almería, Sevilla, Cádiz, y Huelva pasaron del nivel 6 al 5, las dos primeras y al 4 las dos últimas. Córdoba, Granada y Jaén pasaron del nivel 5 al 4, mientras que Málaga pasó del nivel 7 al 5.
Como es posible que éstas reducciones tengan su orígen en una asignación de renta distinta entre los diversos niveles (más que a una disminución real de la renta media per cápita de la que disfrutan los ciudadanos de los respectivos municipios andaluces) se puede considerar la evolución de la «renta media per cápita» generada en las distintas provincias con respecto a la media nacional utilizando para ello un indicador derivado de los datos que suministran los distintos anuarios, la «esperanza de renta media per cápita» por provincias*, que sería mucho más preciso.
Este indicador muestra que la tendencia «secular» de la renta media per cápita generada en la totalidad de las provincias andaluzas, y consecuentemente de la Comunidad Autónoma en su conjunto, se mantiene desde el año 1975 (cuando fue el 77,52% de la nacional) muy por debajo de la renta media per cápita nacional, pues aunque en 1.981 alcanzó el 82,45%, en 1.986 se redujo al 77,59%.
De estas estimaciones de Banesto se deduce que la única provincia andaluza que ha experimentado una mejora significativa en cuanto a la participación de la renta media per cápita de la que disfrutan sus habitantes en el total nacional ha sido Almería, con una ganancia porcentual superior al 24%, lo que la sitúa, en 1986, como la provincia con mayor renta per cápita de Andalucía.
En la totalidad de las provincias restantes se observa una pérdida de la ya deteriorada situación inicial, que alcanza sus ejemplos más extremos en Málaga, con una pérdida del 17,33%, y Cádiz y Huelva (14,82% y 14,77% respectivamente).
Sin embargo, y aun siendo significativos todos estos datos, la situación más alarmante se observa en las provincias de Jaén y Córdoba donde, a la menor cantidad de renta relativa en el año 1975, se le une una pérdida adicional a lo largo del periodo considerado, situándose en 1986 por debajo del 70% de la renta media por habitante nacional.
En lo referente a la distribución personal de la renta, y a falta de otros datos más precisos que nos informen acerca de la misma, se pueden apreciar algunas expresiones de desigualdad si se analiza la evolución experimentada por el porcentaje de la población andaluza residente en municipios cuya renta media per cápita fuese igual o inferior a los niveles 3 y 4.
Como se deduce del Cuadro 18.11, la población andaluza que residía en municipios con niveles de renta iguales o inferiores a tres -según la cuantificación de Banesto- ha pasado de ser el 11,54% del total en 1.971 al 37,24% en 1.986, mientras que en España estos porcentajes han evolucionado del 8,10% en 1975 al 14,00% en 1986. Conclusiones análogas se podrían obtener si se contempla la evolución de la población residente en municipios con renta media por habitante igual o inferior a cuatro: en Andalucía se ha pasado de un 26,10% de la población residente en estos municipios en 1.975, al 52,01% en 1.986, mientras que en España se pasó del 15,90% al 22,95%.
Naturalmente, dentro de esos municipios se produce, a su vez, una determinada distribución personal de la renta pero, incluso en el caso de la distribución más igualitaria, los datos anteriores permiten deducir que un mayor porcentaje de la población andaluza habita en núcleos urbanos con menor renta. Aunque no es posible deducirlo de las estimaciones de Banesto, se podría aventurar que la mayor carencia que debe soportar un porcentaje de la población más elevado debe haber sido compensada por un mayor volumen de rentas indirectas en esos núcleos, por el aumento del caracter «subsidiado» de las economías municipales. Pero estaría por analizar hasta qué punto las transferencias sociales y demás fuentes de rentas indirectas han sido o son capaces de compensar el mayor malestar social que ponen de manifiesto los datos señalados.
5.2. La renta per cápita de los municipios andaluces
Del análisis del Cuadro 18.11 se desprenden también algunos otros rasgos significativos acerca de la renta media per cápita de la que disfrutan los distintos municipios andaluces:
La gran mayoría se sitúa en los niveles de renta inferiores. En concreto, y para los años analizados (1975, 1981 y 1986), el porcentaje de municipios que disfrutaban de niveles de renta inferiores a la media de la Comunidad Autónoma se situaba en torno al 90% del total (90,52%, 93,99% y 88,48%, respectivamente). Sin embargo, agrupan a una menor población, en la medida en que los más poblados se suelen situar en niveles superiores de renta (49,06%, 51,27% y 52,01% respectivamente para los años citados).
Desde una perspectiva espacial, las áreas de mayor depresión corresponden básicamente con las zonas serranas y altiplanicies, y con los municipios en los que predomina un sector agrícola poco productivo. Los municipios de mayor renta se sitúan en el valle del Guadalquivir, especialmente en la costa (municipios turísticos) y algunas de las capitales de provincia andaluzas (Almería, Cádiz, Granada y Sevilla). La mayoría de los municipios con rentas más elevadas pertenecen a las provincias de Almería, Málaga y, en menor medida, Sevilla (en número de municipios, que no en población residente en ellos), resultando que en la provincia de Jaén ningún municipio disfrutaba en 1986 de una renta media superior a la media andaluza, mientras que en Granada o Huelva, la población residente en éstos era casi despreciable estadísticamente (0,29 y 2,91% del total provincial, respectivamente).
En 1975, el porcentaje de individuos andaluces sobre el total regional residentes en municipios cuyo nivel de renta medio per cápita fuera superior a la media de España (nivel siete) era sólo de un 25,53%; los resultados correspondientes a 1981 y 1986 (cuando el nivel de España fue seis) fueron del 11,94% y 2,24% respectivamente (la población española residente en este tipo de municipio evolucionó del siguiente modo: 41,1%, 33,91% y 24,95%.).
Por el contrario, el de los residentes en municipios con renta media per cápita inferior a la media nacional aumentó sensiblemente: 62,05% en 1975, 63,09% en 1981 y 79,04% en 1986 (en España, sin embargo, esos porcentajes se mantuvieron en niveles muy estables, con cierta tendencia a la reducción: 44’9%, 41,56% y 42,21%).
Si el indicador que se utiliza como referencia es la renta media per cápita de Andalucía en los distintos periodos considerados (y recordemos que esta ha sido siempre inferior a la nacional), los resultados que se obtendrían en cuanto a población que disfruta de un nivel de renta media per cápita superior a la media de la Comunidad Autónoma decrece entre 1981 y 1986 en 15,94 puntos.
Por su parte, la población residente en municipios con renta media inferior a la media per cápita de la Comunidad Autónoma crece ligeramente y pasa de ser el 51,27% en 1981 al 52,01% en 1986.
A nivel provincial destaca también desde un punto de vista negativo la situación de Jaén, en donde un 68,78% de la población vive en muncipios que cumplen estas características (le siguen Granada con un 63,15% y Huelva con un 62,47%). Almería ha sido la única provincia que ha mejorado su situación relativa en todos estos ratios.
5.3. La progresiva concentración de las rentas andaluzas
Realizada la distribución de los habitantes residentes en todas las provincias andaluzas en decilas y quintilas en cuanto a los niveles de renta proporcionados por las estimaciones de BANESTO se puede calcular el correspondiente índice de Gini para los años 1970, 75, 81 y 86 y cuyos resultados son los siguientes:
1970 1975 1981 1986
Almería 0,139 0,185 0,114 0,247
Cádiz 0,126 0,143 0,107 0,125
Córdoba 0,151 0,104 0,125 0,126
Granada 0,219 0,201 0,133 0,116
Huelva 0,175 0,161 0,130 0,131
Jaén 0,135 0,112 0,105 0,086
Málaga 0,216 0,214 0,150 0,154
Sevilla 0,206 0,165 0,150 0,170
ANDALUCIA .. .. 0,145 0,157
Puesto que se trabaja con categorías agregadas a nivel municipal, los habitantes de un municipio con nivel medio de renta per cápita igual a 1 estarían incluídos, con toda probabilidad, en la decila o quintila más pobre, sin perjuicio, naturalmente, de que en dicho municipio pueda haber una distribución interior de la renta (desconocida con los datos de que se dispone), en virtud de la cual podrían existir varias familias en el mismo que disfrutasen de niveles más altos de renta. Pero ello no impide destacar algunas conclusiones significativas de éstos índices.
1. Durante el periodo 1981-86 (único del que se tiene información detallada acerca de cómo se distribuyen los distintos municipios en Andalucía como Comunidad Autónoma, de la población residente en ellos según niveles medios de renta per cápita, así como de los volúmenes de renta acumulada por los distintos municipios integrados en cada uno de estos niveles) se aprecia un ligero deterioro en la distribución de la renta en los municipios de Andalucía en su conjunto.
El porcentaje de renta sobre el total regional de la que disfrutan los habitantes de los municipios integrados en la primera quintila (los de más baja renta), es del 13,24% (13,75% en 1981). Por el contrario, los que habitan en municipios integrados en la quintila de mayor renta disponían del 29,24% de la misma en 1986 (27,50% en 1981). O por ejemplo, si se hace referencia a las decilas, los residentes en municipios integrados en las cuatro primeras decilas (40% de la población), disponían sólo del 28,67% de la renta andaluza (aún menos que los de la quintila de mayor renta).
2. A nivel municipal, se puede disponer de datos para una serie cronológica más amplia, de 1970 a 1.986. Si nos centramos en los años extremos, todos los municipios andaluces, con excepción de Almería, han mejorado su distribución de la renta (-10,78%). Sin embargo, a lo largo del periodo considerado, se aprecian tres grandes subperiodos con dinamismos en torno a la concentración de la renta muy diferentes:
a) Durante el primero (1970-75), la distribución de la renta en la mayoría de las provincias andaluzas, con excepción de Almería y Cádiz, experimenta una ligera mejora.
b) Durante el periodo comprendido entre 1975 y 1981, la mejoría fue mucho más acusada, con excepción de Córdoba, donde experimentó un ligero descenso.
c) Sin embargo, durante el último periodo (1981-85) se observa un nuevo estancamiento, e incluso recesión, en cuanto a la distribución de la renta a nivel municipal. Destaca el caso de Almería, que se sitúa en niveles por debajo de 1970 (existen grandes diferencias de renta entre los distintos municipios almerienses, motivado en buena medida por el intenso desarrollo experimentado por los municipios turístico-costeros y aquellos otros que se han especializado en agricultura intensiva), ya que su índice de Gini aumenta 0,13 puntos.
Algo muy similar le ocurre a Cádiz, y a niveles menores en las restantes provincias andaluzas, excepto en Granada y Jaén, en las que mejora. Por el contrario, la distribución de la renta obtenida por el procedimiento indirecto al que hemos hecho referencia, empeora en la única provincia que experimenta una mejora absoluta y relativa en su nivel medio de renta per cápita.
En síntesis, el análisis de las distintas fuentes que informan acerca de la distribución espacial de la Renta en Andalucía, a niveles tanto provincial como intra-provincial, permite concluir que existe una tendencia generalizada (excepto para el caso de Almería) a la reducción de los niveles medios de renta per cápita, especialmente con respecto a la media nacional, y con especial relevancia en los casos de Málaga, Cádiz, Huelva y Córdoba. En términos agregados (Andalucía/España), los niveles medios de renta per cápita se mantienen.
Igualmente se mantiene el grado de desigualdad en cuanto a la distribución de la renta media per cápita a nivel provincial. La diferencia entre la provincia con mayor nivel medio de ésta renta y la de menor oscila en torno a los 28 puntos a lo largo de todo el periodo considerado (datos con respecto a la renta media per cápita nacional).
Y no deja de ser muy significativo del carácter no neutral de los modelos de crecimiento con respecto a la distribución el hecho de que la renta resulte mejor distribuída en aquellas provincias que han experimentado una mayor reducción en los niveles de renta media per cápita, mientras que aquellas que han presentado un mayor dinamismo económico, experimentan una agudización de los desequilibrios y desigualdades intraprovinciales.
6. RENTA PERSONAL, POBREZA Y MALESTAR SOCIAL EN ANDALUCIA
A pesar del esfuerzo de las diferentes Administraciones Públicas y de los mayores ritmos de crecimiento económico que ha protagonizado Andalucía en los últimos años, la crisis del «Estado del Bienestar» se ha dejado sentir con notable fuerza en la economía y la sociedad andaluzas.
No es posible conocer con precisión la evolución de la renta personal, pues la última Encuesta de Presupuestos Familiares se
realizó para 1.980, pero otras estimaciones no oficiales permiten aventurar la magnitud y el alcance del malestar social que se percibe, todavía, en Andalucía.
La ancestral descapitalización del factor humano, las desigualdades históricas y el subdesarrollo fueron el caldo de cultivo en que se dejaron sentir los efectos de la última crisis económica de los años setenta y todo ello generó una situación de gran deterioro al iniciarse la década de los ochenta. Escribano calculó que aproximadamente una cuarta parte de los andaluces se encontraba en 1.981 por debajo del «umbral de pobreza» (definido éste como la mitad de la renta familiar disponible nacional), y García Lizana y otros obtuvieron datos semejantes. Según este último profesor y su equipo de investigación, el porcentaje de familias bajo dicho umbral en el mismo año sería el siguiente: Almería 43%, Cádiz 24,4%, Córdoba 28,02%, Granada 30,08%, Huelva 32,08%, Málaga 24,04%, Sevilla 26,23% y Jaén 43,20%.
Para el mismo año, Lassibille calculó que el 20% de las familias andaluzas más pobres recibían tan sólo el 7% de la renta, mientras que el 20% de las familias más ricas disfrutaban del 40% del total. Cerca del 60% de las familias disponía, según este autor, de una renta inferior a la media observada en Andalucía (calculada en aquel año en 547.500 pesetas anuales). Los hogares andaluces más pobres percibían en 1.980 unas 180.000 pesetas anuales, tres veces menos que la familia andaluza media y seis veces menos que las más ricas.
La situación por provincias mostraba igualmente esta enorme desigualdad. En Jaén, la tercera parte de los hogares figuraban entre los más pobres de la comunidad y sólo su décima parte entre los más ricos. Al contrario que en Málaga y Sevilla, en donde sus familias constituían ellas solas la mitad del 40% de los hogares más ricos de Andalucía.
Estudios posteriores permiten conocer la evolución de estas situaciones extremas.
El grupo de investigación EDIS ha estimado los datos de renta personal y pobreza en Andalucía para los años 1.984, 1.988 y 1.990.
Para el conjunto de Andalucía, la evolución de la población bajo el umbral de pobreza sería la reflejada en el Cuadro 18.12. Como puede comprobarse, se produce un descenso notable y generalizado en todas las provincias, siendo éste muy destacable en Almería y Córdoba, y muy reducido en Jaén.
Sin embargo, la «pobreza severa» (o «gran pobreza» en terminología de la C.E.E. y que incluye a los individuos o familias que no disponen de más de la cuarta parte de la renta nacional disponible per cápita) presenta una evolución algo menos positiva. Se ha reducido en 4,03 puntos en Andalucía y en todas las provincias, salvo en Sevilla, pero en una menor proporción que la pobreza total (los cambios en los porcentajes de población en pobreza severa ha sido la siguiente: Almería -13,5, Cádiz
-1,82, Córdoba -9,61, Granada -3,54, Huelva -3,70, Jaén -2,08, Málaga -9,52 y Sevilla +2,12). Ello hace pensar que la eficacia de las políticas sociales (desplegadas con fuerza a lo largo de esos años) aún es muy reducida en los estratos más pobres de entre los ya pobres de la población.
La relación entre la Renta Familiar Disponible que se acumula y la población estimada por EDIS permite establecer cinco grandes grupos en la sociedad andaluza:
– Un 10,57% de la población en situación de pobreza severa que acumula un 2,35% de la renta.
– Un 25,82% de la población en situación de pobreza moderada que acumula un 12,08% de la renta.
– Un 35,79% de la población que acumula un 28,74% de la renta.
– Un 18,99% de la población que acumula el 25,34% de la renta.
– Un 8,83% de la renta que acumula un 31,49% de la renta.
De las estimaciones realizadas por EDIS se deduce que sólo un 17,03% de la población andaluza (o el 23,05% de los hogares) disponía en 1.990 de más de 64.000 pesetas de renta disponible neta por mes. Por provincias, el número de personas que rebasaría esa cantidad sería sólo del 17,38% en Almería, el 17,97% en Cádiz, el 19,23% en Córdoba, el 14,21% en Granada, el 15,54% en Huelva, el 11,91 en Jaén, el 17,48% en Málaga y el 19,17% en Sevilla.
Esa situación se traduce en los elevados valores que alcanza el índice de Gini calculado por EDIS en Andalucía (0,378, frente al 0,257 en Madrid o el 0,194 en Asturias) y en el conjunto de las provincias (Cuadro 18.13). A la luz de esos datos, resulta significativo que las provincias como Málaga y Sevilla que disponen de una mayor renta disponible (el 92% y el 86% de la media nacional) presenten un coeficiente de desigualdad más elevado que otras provincias con menor renta neta.
Consecuencia, o una expresión más, de todo ello es que Andalucía haya empeorado su «índice de carencia» (según la terminología del Instituto Nacional de Estadística en su publicación «Indicadores Sociales») de 1.981 a 1.986, año en que ocupa el primer lugar en este índice de malestar. Además, Sevilla, Málaga, Cádiz, Córdoba y Granada ocuparon en 1.986 los primeros seis lugares provinciales, Almería el séptimo y Huelva el undécimo, de entre las cincuenta provincias españolas.
En los índices de «nivel medio de vida» y de «nivel medio de desarrollo», Andalucía ha pasado del lugar 14 al 16 entre esos años. Sin embargo, todas estas carencias de la economía y la sociedad andaluza no parece que puedan explicarse en razón de fatídicos económicos, ni por la ausencia de potencialidades endógenas para el desarrollo, si se tiene en cuenta que, según dicha estimación del Instituto Nacional de Estadística, Andalucía es la tercera comunidad autónoma con mayor potencial infrautilizado de desarrollo. Sin duda, ello debería llevar a la reflexión acerca del modelo de desarrollo elegido, de las condiciones de explotación de los recursos andaluces y de la forma en que ha sido incentivada la actividad económica de sus habitantes.
6.1. Las causas y expresiones del malestar andaluz
Los diferentes estudios realizados en los últimos años vienen a poner de manifiesto que las bolsas de pobreza y marginación suelen coincidir con circunstancias económico sociales bien definidas, y cuyo conocimiento y análisis debería resultar esencial para la adecuada actuación político-económica.
Entre esas circunstancias, destaca el porcentaje que el empleo en la agricultura representa sobre el total nacional, el analfabetismo y, en general, la incapacidad de la mano de obra para acomodarse a las nuevas exigencias de los mercados de trabajo, el envejecimiento de la población, la tasa general de actividad económica y el desempleo (Cuadro 18.14).
Perez Yruela y otros han analizado la situación de los empresarios agrarios en cuatro comarcas andaluzas, lo que les permitió poner de relieve algunos males endémicos del campo andaluz y que influyen decisivamente en la generación de bolsas rurales de malestar y pobreza. Según estos autores, el 75% de explotaciones eran de menos de diez hectáreas, el 51% de la población mayor de 55 años y aproximadamente dos tercios de ésta eran analfabetos o sin estudios. Ello explica fácilmente que sólo el 15% de los agricultores almerienses encuestados afirmaran que que con sus explotaciones podían mantener a sus familias.
En el estudio citado, Lessabille mostró que, en 1.980, cerca del 70% de las personas de más de 65 años se concentran en las dos primeras quintilas, que el 80% de los hogares más pobres los mantienen individuos que no tienen formación y que más del 40% de las familias sostenidas por una mujer no disponen ni de la mitad de la renta media, mientras que sólo una décima parte se encuentran entre el 20% de los hogares más ricos.
Estos datos, y otros actualizados por el equipo EDIS, permiten obtener una especie de radiografía de los pobres en Andalucía que revela la siguiente situación:
1. El conjunto de los pobres de la región constituye el 36,39% de la población, y dispone del 14,43% de la riqueza.
2. Los ingresos medios por persona y mes entre los pobres son de 19.139 ptas., mientras que los que no lo son disponen de una media de 64.978 ptas. Esta diferencia es mucho más acusada en la provincia de Granada (17.565 ptas.).
3. Las peores situaciones económicas entre los pobres se dan en las familias cuyo titular tiene entre 45 y 64 años, puesto que los de superior edad obtienen mayor protección social.
4. Aunque en Andalucía el 67,9% de las familias pobres recibe alguna pensión o prestación, las dos terceras partes de sus ingresos no provienen de esa vía, sino del trabajo de todos o alguno de los miembros de la mayor parte de las familias. Sólo el 35% de la «riqueza» de las familias pobres proviene de la prestación social.
5. Las principales pensiones o prestaciones que perciben las familias pobres son muy bajas (entre las 32.732 ptas de media mensual por viudedad y las 43.157 ptas de media por jubiliación). Además, no suelen llegar a todas las que lo necesitan (sólo al 31,4% de ellas). Las familias pobres de Jaén, Huelva y Granada superan los procentajes medios de «desprotección social» significativamente.
6. El problema que incide más directamente en la pobreza económica es el paro del cabeza de familia.
7. Sólo el 3,4% de las familias pobres tiene alguna explotación agrícola, un 0,3% ganadera y un 8,3% tiene algún tipo de comercio, negocio o industria autónoma. Aunque sus rentas son exiguas (14.000 ptas./mes por familia pobre con explotación agrícola o ganadera), estas familias son, entre las pobres, quienes se encuentran en mejor situación económica.
8. El 39,5% de las familias pobres tiene experiencia de haber pasado hambre. El 11,1% (aproximadamente 67.000 familias) la ha experimentado con frecuencia. 14.000 familias pasan hambre en Andalucía en 1.990. Esta situación se suele dar, especialmente, en ciudades de más de 50.000 habitantes que no son capitales de provincia, en las familias con titular más joven y, sobre todo, en las familias más pobres (con menos de 10.000 ptas. de media por persona y mes).
Aunque el número de estos pobres se viene reduciendo progresivamente, y la administración autonómica se está mostrando especialmente sensible hacia la situación de estos colectivos, como ponen de manifiesto los programas de actuación sectoriales elaborados por la Consejería de Asuntos Sociales, no puede decirse que la marginación y la pobreza sean fenómenos ya erradicados de la Comunidad Andaluza. Y en la medida en que están presentes, sean en los niveles que muestran las estimaciones seleccionadas, o en otros más reducidos que suelen tomar mejor en consideración las Administraciones Públicas (200.000 personas en situación de «marginación extrema» según las estimaciones de la Consejería de Asuntos Sociales), bien puede afirmarse que ningún proyecto de programación económica puede ser bien valorado desde la óptica del bienestar social si no sitúa en primer plano la disminución de las desigualdades sociales y el malestar humano y ciudadano que le resulta inevitablemente inherente.
ORIENTACION BIBLIOGRAFICA
Las dos fuentes directas que proporcionan mayor información sobre la distribución de la renta en Andalucía son la serie de informes elaborados bianualmente por el Servicio de Estudios del Banco de Bilbao con el título «Renta Nacional de España y su distribución provincial» y el «Anuario del Mercado Español» que elabora Banesto y publica anualmente.
Se han realizado también otras estimaciones sobre la renta de los municipios y/o comarcas andaluzas entre las que destacan las de J. BASULTO y F.J. FERRARO, con el título «La distribución espacial de la renta en Andalucía» (Boletín Económico de Andalucía, Estudios Económicos, num.1, Consejería de Economía y Planificación de la Junta de Andalucía, 1984) y la de ESECA, cuyos resultados se encuentran en su «Informe Económico Financiero de Andalucía. 1.988».
La renta familiar disponible también ha sido estimada por CLAVERO, A., SANCHEZ, J. y TRUJILLO, F. en el trabajo «Aproximación a la estimación de la renta familiar disponible de las comarcas andaluzas» publicado en el número 21 (1.988) de la Revista de Estudios Regionales; y por J. PEREZ en su «Estimación de la Renta Familiar Disponible en los municipios andaluces con más de 20.000 habitantes», publicada en el número 2 (1.984) del Boletín Económico de Andalucía. Todas ellas están referidas a un año determinado y no permiten el seguimiento de las variables estudiadas a lo largo del tiempo.
Para analizar la magnitud y evolución de la Renta Personal es preciso disponer de la «Encuesta de Presupuestos Familiares» que elabora el Instituto Nacional de Estadística y cuyos nuevos resultados (con la suficiente desagregación) se espera ver publicados a lo largo de 1.992. Con los datos de la última encuesta (publicada en 1.981) se han realizado diversos estudios sobre la desigualdad de la renta en Andalucía, entre los que se encuentran el de C. ESCRIBANO, «Evolución de la pobreza y la desigualdad en España 1.973-1.987» 686, 1.990); el de A. GARCIA LIZANA, G.1(Información Comercial Española, n MARTIN REYES y A. FERNANDEZ MORALES sobre «Las desigualdades regionales externas 27,1e internas y sus relaciones mutuas» (Revista de Estudios Regionales, n 1.990); el de G. LASSIBILLE, «Las desigualdades de renta en la sociedad 23, 1.989); y el de P. LOPEZ1andaluza» (Revista de Estudios Regionales, n DELGADO, J. de HARO GARCIA y M. PARRADO GALLARDO que, con el título «La desigualdad económica en Andalucía», fue publicado en las actas de la V Reunión de ASEPELT-España (Las Palmas 1.991).
En «Indicadores Sociales» (Instituto Nacional de Estadística, Madrid 1.991) se encuentran con detalle los datos referentes a las situaciones de carencia, nivel de vida y potencial de desarrollo citados en el texto; y, junto a ellos, diversas estimaciones que permiten tener una excelente visión de conjunto de las magnitudes socio-económicas que identifican los problemas de la renta andaluza aludidos en este capítulo (incluída una estimación de los ingresos de hogares por persona para 1.986).
El equipo de investigación EDIS ha realizado diversos informes sobre la pobreza en Andalucía entre los que destacan «Estratificación socio-económica, niveles de pobreza y situación de los pobres en Andalucía» con datos relativos a 1.984, 1.988 y 1.990 y «Condiciones de vida y estados de necesidad en la provincia de Jaén» (Editorial Popular, S.A., Madrid 1.991).
Un resumen sintético y preciso de esta última problemática ha sido realizado por J. CAZORLA PEREZ con el título «Algunos sectores marginados de Andalucía», en el número 28 (1.990) de la Revista de Estudios Regionales. Y una panóramica sobre la situación de estos problemas en el campo andaluz se encuentra en el texto de PEREZ YRUELA, M. y otros, «Los empresarios agrarios andaluces: autovaloración de su actividad ante el desarrollo agrario» 47, Madrid 1.988).1(Agricultura y Sociedad, n
La evolución comparada de Andalucía con la Comunidad Económica Europea y con sus regiones se encuentra en los sucesivos informes de la COMISION DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS, el último de los cuales lleva por título «Las regiones en la década de los noventa. Cuarto informe periódico sobre la situación y la evolución socioeconómica de las regiones de la Comunidad» (Bruselas 1.991).
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