Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

La Gran Renuncia al empleo (malo)

Publicado en Público.es el 15 de octubre de 2021

Un nuevo fantasma recorre el mundo, el fantasma de la renuncia de millones de trabajadores a seguir trabajando en las condiciones en las que estaban antes del confinamiento.

Los datos son indiscutibles.

En Estados Unidos, el informe de la Secretaría de Trabajo de hace un par de semanas señala que 4,3 millones de personas habían renunciado a sus empleos en agosto. Eso ha hecho que ya pase de 10 millones el número de empleos vacantes en todo el país, a pesar de que hay casi 8,5 millones de personas desempleadas.

En los 38 países que forman parte de la OCDE hay 20 millones de personas menos empleadas que antes del confinamiento y 14 millones ya han dejado de considerarse activas porque ni tienen empleo ni lo buscan. Y, en comparación con 2019, hay 3 millones más de jóvenes sin empleo, ni educación ni formación.

En China, Vietnam y otros países asiáticos también ocurre lo mismo, pues millones de personas que habían vuelto a sus aldeas cuando se produjo el confinamiento no han vuelto a sus empresas. Y en Europa, leemos diariamente noticias sobre la «escasez» de personas para ocupar puestos de trabajo en muchos sectores económicos.

En Alemania se calcula que hay unos 400.000 empleos vacantes, en Francia 300.000 y en España casi 120.000, un 88% de ellos en el sector servicios.

Las causas de este fenómeno global son variadas y no todas ellas se quieren poner sobre la mesa porque el fenómeno supone una especie de enmienda a la totalidad de lo que ha venido pasando en los mercados laborales y en la economía en general durante los últimos 40 años.

Quien quiera engañarse puede creer que el problema se debe a que hay desajustes temporales entre la oferta y la demanda de trabajo. Puede haberlos, sin duda, pero no los suficientes como para explicar toda la magnitud del problema.

Lo curioso, además, es que los mismos economistas liberales que defienden esta tesis (para no tener que enfrentarse a lo que voy a señalar inmediatamente) actúan con bastante incoherencia. Cuando hay paro dicen que se trata tan solo de un exceso de oferta que se resuelve automáticamente en el mercado laboral a poco que bajen los salarios. Pero, ahora que hay escasez de oferta, no dicen que suban los salarios para evitar el desequilibrio. Una muestra más del fraude intelectual y del engaño que hay detrás de las teorías liberales sobre la naturaleza del desempleo y su solución.

La realidad es que el modelo laboral del neoliberalismo ha generalizado no solo los salarios más bajos con la excusa permanente de que eso era imprescindible para crear empleo.

Al bajar la masa salarial han disminuido las ventas de las empresas y eso ha hecho que se genere menos actividad y empleo. Así se ha creado un ejército de parados que ha permitido que los salarios no suban y que las condiciones de trabajo empeoren sin cesar, en beneficio de las grandes empresas (no de todas, porque una gran parte se ve perjudicada por la caída de ventas y actividad que he señalado).

Eso explica que en los últimos años de dominio neoliberal se hayan generalizado condiciones de trabajo extenuantes en donde han florecido la ansiedad, el estrés, el agotamiento, el miedo, la frustración y la renuncia creciente a la vida familiar, la crianza y el bienestar en el más amplio sentido. Muy particularmente, en algunos sectores, grupos sociales o en el caso de las mujeres.

Durante los años 60 y 70 del siglo pasado la rotación en los empleos era alta. Quien se pudiera encontrar insatisfecho con su puesto de trabajo podía cambiar con la seguridad de encontrar otro, más o menos en las mismas condiciones. En los últimos 40 años, por el contrario, los trabajadores no han tenido apenas posibilidad de rotar, sencillamente, porque las posibilidades de encontrar algo mejor eran mínimas. Con sindicatos debilitados, con la negociación colectiva en entredicho y, sobre todo, con ese ejército de millones de personas necesitadas de emplearse allí donde fuese, se ha podido establecer un modelo laboral en el que o se aceptaba lo que ofrecía la empresa, o se perdía el empleo: en la cola había cientos de personas dispuestas a aceptar cualquier condición de trabajo. De ahí los falsos autónomos, los contratos sin horas determinadas, las horas extraordinarias no pagadas y el incumplimiento generalizado de las leyes laborales.

El confinamiento ha transformado la situación, tal y como lo ha descrito muy claramente la profesora de Harvard Tsedal Neeley, en un interesante libro publicado el pasado mes de abril (Remote Work Revolution: Succeeding From Anywhere): «Hemos cambiado. El trabajo ha cambiado. La forma en que pensamos sobre el tiempo y el espacio ha cambiado (…).

Las encuestas que se están realizando en muchos países muestran claramente que la pandemia ha abierto los ojos a millones de trabajadores en todo el mundo que ahora rechazan la situación laboral anterior y se replantean su vida y, en especial, las condiciones de trabajo. Un informe reciente de McKinsey & Co. afirma que una de cada cuatro mujeres en Estados Unidos está pensando en cambiar de empleo o en dejar la actividad laboral debido al Covid-19.

En España, la mayoría de las grandes empresas, con mayor poder de negociación y sobre los mercados, han aprovechado la pandemia para intensificar las jornadas de trabajo y bajar salarios (a veces, hasta un 30% para los mismos puestos de trabajo que se contrataban antes del confinamiento) y el salario medio ha sufrido, no solo en España, una caída sin precedentes.

Por todo esto, es una ingenuidad y un error descomunal creer que lo que se está produciendo es una escasez de trabajo. Como escribía hace unos días Robert Reich, Secretario de Trabajo con Clinton (aquí), no es escasez de trabajo sino de salarios dignos, es escasez de cuidado de niños, de licencias por enfermedad pagadas y escasez de atención médica.

Es cierto que Reich se refiere a Estados Unidos y que en otros países, como el nuestro, aún no se está produciendo este fenómeno con la misma magnitud o por las mismas razones. Pero, donde allí se dice escasez de licencias por enfermedad pagadas o de atención médica, pongamos aquí jornadas interminables, salario de misera y falta de estímulos y autonomía personal.

Lo cierto es que, por primera vez en esas últimas décadas, los trabajadores de todo el mundo se están dando cuenta del poder que tienen frente a una gran clase empresarial que ha querido quedarse con todo, a costa de destruir la economía en su conjunto. Como dice Reich en el artículo que he citado, «se podría decir que los trabajadores han declarado una huelga general nacional no oficial hasta que obtengan mejores salarios y mejores condiciones laborales».

No va a haber más remedio que negociar, aceptar que las relaciones laborales deben mantener un imprescindible equilibrio y devolver derechos, salarios y condiciones de empleo dignos a las clases trabajadoras si no se quiere que la economía internacional entre en una nueva crisis de una magnitud y gravedad sin precedentes. Aunque no soy optimista. Se han acostumbrado a ganar tanto con toda facilidad que no será fácil que renuncien ni a uno solo de sus privilegios.

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11 comentarios

Jack Pontiac 27 de octubre de 2021 at 08:03

No, No, NO Juan Torres, otra de sus geniales teorías conspirativas, por favor no más.
Gracias y saludos

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Manolo Malime en Internet 27 de octubre de 2021 at 09:50

Mientras exista un mundo basado en la competencia y la insolidaridad, nunca llegaremos a la paz y el bienestar social.
Saludos de malime rebelion en Internet

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José Manuel Domenech 27 de octubre de 2021 at 15:43

Estimado profesor Juan Torres,
Interesante artículo, pero hay un adto que no contempla que es el de la formación de los trabajadores. En los años 60 y 70 del siglo pasado la Formación Profesional (Oficialia y Maestria) era cualitativamente mejor, (técnica y humana) que la que se genero en los años 80 con la FP1 y FP2 y por supuesto la que se genero posteriormente con los ciclos formativos que desaparece la parte humana , para quedarse solo en la técnica y cualitativamente menor.
hasta aproximadamente los años 77 la FP era impartida mayoritariamente por los centros Salesianos, algo por los jesuitas, las pocas llmadas Universidades Populares, y las escuelas de maestria que había junto a las Escuelas de Perítos Industriales (posteriormente Ingenerias Técnicas industriales) donde estos hacía las practicas. Es a partir de 77 cuando la administración pública empezo a creara centros públicos (FP1 y FP2) poco equipados, no es hasta los años 84 cuando la equipación aumenta exponencialmente.
Creo que la variable Formación debe ser tenida en cualquier analisis sobre la situación del empleo ligada a la productividad y no solo el de los salarios ¿quién no quiere ganar más?
Saludos
José Manuel

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Juan Berbell Marín 27 de octubre de 2021 at 19:47

Totalmente de acuerdo con el último párrafo, costará mucho recuperar algunos de los derechos laborales perdidos en las últimas décadas. El ejemplo lo tenemos con la derogación de la reforma laboral del PP. Pero no podemos tirar la toalla, es más necesario que nunca seguir en esta lucha que será larga y muy dura.

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Edit Masuelli 28 de octubre de 2021 at 03:30

Excelente análisis. Ciertamente cuesta ser optimista y pensar en una actitud de empresas y corporaciones acostumbradas a explotar y obtener más y más ganancias.

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Pepe Gómez 28 de octubre de 2021 at 10:47

“No va a haber más remedio que negociar….”
Admirado Juan Torres, Fatalmente creo que la ceguera e insensibilidad que provoca el poder, quizás porque está en manos de sicópatas sin empatía alguna, es tan absoluto que lo mas lógico es que hagan el mismo caso que con el cambio y la catástrofe climática y medioambiental.

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Jaime 29 de octubre de 2021 at 06:15

Muy buen artículo como siempre. Recomiendo la visión de este vídeo de Rubianes en youtube: El trabajo dignifica. És una obra mestra. Por favor una Renta Bàsica Universal. Y el que quieras que trabaje y el que no, pues que no trabaje. Hay muchos tipos de trabajo y no solo el asalariado. Un saludo y salud.

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J.Antonio 29 de octubre de 2021 at 11:54

Muy buen artículo. Si bien la situación no parece tan acusada en España como en EEUU es un fenómeno creciente en nuestro país y por tanto digno de ser analizado por los departamentos de RRHH en especial de las grandes empresas dónde la obsesión por la mejora continua de la productividad y eficiencia ha hecho que se sobrepasen las líneas rojas de lo sensato y racional y que muchas veces el trabajo se convierta en una tortura más propio de un sistema esclavista que de una sociedad democrática. Como trabajador del sector financiero en una empresa que ha acometido sucesivos EREs he observado que empleados jóvenes y cualificados decidan poner fin voluntariamente a su relación laboral en la empresa cansados de unas condiciones de trabajo esclavistas donde el denominador común es todo lo que mencionas (ansiedad, estrés, agotamiento, el miedo, la frustración y la imposibilidad de conciliar la vida personal con la profesional con jornadas extenuantes) y deciden dar un giro radical a su calidad de vida. La reforma laboral de ha empeorado sustancialmente la calidad de vida de muchos trabajadores obligándolos a trabajar más por mismo (o menor) salario y con pérdida de derechos laborales.

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Manuelp 1 de noviembre de 2021 at 16:58

Dice usted:
«Eso explica que en los últimos años de dominio neoliberal se hayan generalizado condiciones de trabajo extenuantes en donde han florecido la ansiedad, el estrés, el agotamiento, el miedo, la frustración y la renuncia creciente a la vida familiar, la crianza y el bienestar en el más amplio sentido».

No existe ese dominio neoliberal por ningún lado( usted mismo reconoce en sus libros que el liberalismo no se ha aplicado nunca), pero en donde existió y existe el dominio socialista-comunista si se dió y se da la tetrarquía que dice Martin Amis en «Koba el temible» : terror, miseria, esclavitud y fracaso.

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Ramón Ortiz Benjunea 2 de noviembre de 2021 at 08:14

En el sector agrario y en concreto en la campaña de la recolección de la aceituna se duelen quejar de la falta de jornaleros.Los jóvenes huyen del medio rural,la población envejece,y las condiciones laborales son semiesclavistas,trabajando a un ritmo que una persona adulta no puede seguir,con salarios de miseria,a pesar de las subvenciones en el Olivar, lógicamente falta mano de obra al no haber salarios dignos,dónde los convenios no se cumplen,y algunos empresarios escamotean dar de alta a los jornaleros,revendiendo los días de trabajo.Los rumanos que vienen en cuadrillas tienen un poder de negociación de la que carece el jornalero local..También los rumanos han desaparecido,y ahora su puesto lo cubren africanos,que al carecer de papeles tienen menor poder de negociación…Dicen que el medio rural se despuebla,sin salarios dignos es algo lógico.Hay una extrecha relación en el interior andaluz entre monocultivo del Olivar y despoblación…

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Jose 6 de noviembre de 2021 at 08:24

Señor Torres. Un saludo.
Es evidente que hay muchos factores y de calado en la renuncia de muchos trabajadores a un trabajo que evidentemente no les proporciona ni seguridad ni un futuro. En los países más avanzados desde hace ya tiempo, los trabajos menos estimulantes los viene cubriendo la inmigración que normalmente viene de un entorno más duro. Ocurre desde hace tiempo. Además, hay una correlación entre familias más numerosas, que normalmente provienen de la inmigración y que para dar un futuro a sus hij@s harían cualquier trabajo. Sin embargo, la tasa de natalidad de los nacidos en un país más » avanzado » ( entre comillas ) es muy baja, lo que significa que sobre todo en quien no tiene responsabilidades ( los más jóvenes ) se planteen que con el tipo de trabajo existente, un cambio de paradigma en su vida y valorar más su tiempo libre que el dinero y el consumo. No obstante, las personas que rechazan un trabajo también tienen que comer todos los días y parece ser que ese » evento » lo tienen cubierto de momento afortunadamente. No se realmente si eso es un fracaso del sistema ó un triunfo.
En otras partes del mundo no podrían hacerlo. En el pasado, la aceptación de un trabajo duro y poco estimulante estaba compensada por la ilusión de sacar adelante una familia, a menudo numerosa. La parte negativa del rechazo de muchos jóvenes a un trabajo en nuestra sociedad es que alguien va a cargar con su manutención. Las personas que trabajan serán normalmente las que carguen con sus necesidades mediante los impuestos. Di eso es así, tranquilo que el fenómeno será transitorio. Además, hay muy pocos trabajos realmente estimulantes como pueden ser trabajos creativos, por los que uno puede pasarse 12 horas trabajando a gusto. Una gran proporción de los empleos son tediosos y poco productivos y mas en un país que vive de los servicios ( de los servicios con menos valor añadido ) . Esa enorme cantidad de empresas, por llamarlas de alguna manera, que existen en nuestro país. Ahora, cuénteme usted como hace un pequeño bar de poca monta cuyo propietario sobrevive a veces de milagro, para dar un sueldo decente a un empleado. Esos negocios los tenemos por millones en nuestro país y suponen una gran parte de nuestro empleo y Vd. sabe que no va a ser posible transformar una tienda de ultramarinos en un centro de investigación altamente productivo y con margen para dar una vida digna a sus empleados. Por otra parte, el hecho de tener un título académico ( titulín) no garantiza que la persona en cuestión sea capaz de realizar un trabajo de valor añadido que aporte algo a la sociedad. Creo que la enseñanza universitaria en nuestro país ( llena de clases magistrales estériles) está también degradada. También ocurre que en nuestro país a lo largo de la historia, no ha aportado mucho conocimiento a la humanidad y demos gracias a Dios ( si existiere ) que tenemos sol, playas, naturaleza privilegiada, que nos ha llovido del cielo, que si no…
Ni bares tendríamos.

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