Leo hoy una noticia que me obliga a sentir una vez más mucho asco de cierta España de olor a rancio y a sotana vieja: El Ayuntamiento de Oleiros (A Coruña) cierra la iglesia evangélica porque «al cantar y tocar la guitarra se hace ruido y se molesta», según aseguró el pastor del centro religioso, Roberto Reed.
¿Quién no ha sufrido en España el ruído de los campanarios a cualquier hora o las molestias periódicas de procesiones o actos públicos de la Iglesia Católica sin rechistar? ¿Por qué son entonces tan intransigentes con los otros, por qué tan totalitarios, por qué tan excluyentes, por qué tan poco respetuosos hacia las creencias y los sentimientos ajenos? ¿por qué hemos de ser esclavos de los inquisidores? ¿hasta cuándo todo esto?
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