Con Francisco J. Calderón Vázquez y Mauricio Matus López
Publicado en Publicado en Agora. Revista de Ciencias Sociales, nº 15/2006, vol. II
“Nadie es nadie, todos vivimos los unos en los otros, los unos por los otros y los unos con los otros” (Gabriel Celaya, Cantos Iberos)
Una de las experiencias más interesantes que está aportando la revolución bolivariana en el ámbito socioeconómico es la nueva versión del desarrollo endógeno que trata de implantar para generar actividad económica capaz de eliminar la pobreza y el desempleo.
Se trata, sin embargo, de un concepto y de una práctica económica polémicos, que se viene criticando desde diferentes perspectivas. Unas veces, por entender que se hace de manera ambigua, sin mostrar claramente si su sentido es de avance hacia el llamado socialismo del siglo XXI o simplemente de regenerador de mercados al fin y al cabo capitalistas. Otras, porque se basa en propuestas teóricas muy débiles y con resultados que no terminan de aparecer como claramente positivos y resueltamente favorables a la transformación radical de la sociedad y la economía que se pregona. E incluso hay quien le critica que se trate solamente de una forma “subvencionada” y doctrinaria de hacer frente al desempleo pero sin eliminarlo realmente sino sólo consiguiendo que desaparezca de forma virtual (Rodríguez 2005).
En este trabajo vamos a tratar de presentar lo que pretende la estrategia de desarrollo endógeno bolivariano, que definimos así expresamente para diferenciarla de otros experimentos con los que tiene diferencias fundamentales, trataremos de analizar su naturaleza tomando como referencia la discusión teórica sobre las políticas y modelos de desarrollo modernas y, finalmente, valoraremos lo que en nuestra opinión pueden ser sus fortalezas y debilidades
1. El desarrollo endógeno “bolivariano”: la Misión “Vuelvan Caras”
Para entender lo que pretende la inclusión del concepto de desarrollo endógeno en el proceso político de transformación bolivariana conviene tener presente que se trata de un objetivo que se inserta en una Misión especial: la llamada “Vuelvan Caras”.
El programa “Vuelvan Caras” es una parte fundamental del abanico de nuevas políticas publicas venezolanas encuadradas dentro de las denominadas “Misiones” que, como es sabido, son conjuntos de programas de contenido social orientados a grupos significativos de población y que se llevan a cabo al margen de la administración pública convencional.
Genéricamente, las “Misiones” –que en realidad nacen como una forma pragmática de resolver la carencia de una auténtica administración de los recursos públicos- se diseñan como un conjunto sinérgico e interactivo de proyectos orientados explícitamente a la “inclusión social” y a “la transformación social y económica del país” preconizada como uno de los fines básicos del estado bolivariano.
“Vuelvan Caras” es la misión encargada del área socio-productiva, mientras que “Barrio Adentro” se especializa en el área de salud, “Robinsón I y II”, “Ribas” y “Sucre” lo hacen en el área educativa, “Habitat” en la de la vivienda y “Mercal” en el área de seguridad y distribución alimentarias, completando un total de 10 áreas.
El objetivo específico de “Vuelvan Caras” está muy precisamente definido: “Garantizar la participación de la fuerza creativa del pueblo en la producción de bienes y servicios, superando las condiciones de exclusión y pobreza generadas en las últimas cuatro décadas” .
La original denominación del programa hace alusión a una expresión empleada por el general y caudillo patriota José Antonio Páez quien, en un lance de la guerra contra los realistas y cuando la caballería patriota estaba a punto de ser rebasada, ordenó dar media vuelta a sus soldados para encarar inesperadamente a los jinetes realistas. Sorprendidos éstos por la imprevista reacción de los que ya creían vencidos, abandonaron el campo de batalla, convirtiéndose así en una significativa victoria lo que ya parecía una inevitable derrota.
Lo que ahora pretende “Vuelvan Caras” es que los nuevos perseguidos, la legión de desheredados, desempleados y pobres venezolanos, cambien su rol por el de perseguidores, trasladando la batalla al campo de la creación de empleo y de actividades productivas en la Venezuela bolivariana.
Para vencer a los nuevos y poderosos enemigos del paro, la inactividad económica y la pobreza hacen falta, según el diagnóstico bolivariano, formación para los desempleados e instrumentos empresariales de tipo colectivo como las cooperativas. De ahí que el programa se oriente a la formación en gestión y habilidades empresariales de masas de colectivos de desempleados, tratando de generar capacidad directiva, habilidades empresariales y prácticas productivas bajo el espíritu del esfuerzo colectivo, de la participación y de la codecisión.
Es en este contexto en el que se inserta el concepto de desarrollo endógeno como connotación del modelo que pretende impulsar un nuevo tipo de relaciones económicas en Venezuela.
Su concepción parte de ideas realmente elementales pero que, como veremos más adelante, no por ello carecen de un profundo sentido económico.
Tal y como se contempla el desarrollo endógeno en “Vuelvan Caras”, éste se entiende como “crecimiento desde adentro, vinculando el quehacer productivo a nuestras raíces, nuestras costumbres, nuestro legado ancestral, nuestra relación equilibrada con el ambiente, hasta hacerlo un vehículo para la creatividad y la participación colectiva” .
De ahí se deducen los componentes principales del concepto en su concepción más primaria que, como se ha señalado, más que una estrategia meramente económica es el despliegue de todo un “quehacer social en armonía con el entorno :
– Un proceso encaminado a la transformación social, cultural y no solo económica de la sociedad basado “en la reconquista de las tradiciones, el respeto al medio ambiente y las relaciones equitativas de producción, que nos permita convertir nuestros recursos naturales en productos que podamos consumir, distribuir y exportar al mundo entero”.
– El empoderamiento de las comunidades organizadas para que desarrollen las potencialidades agrícolas, industriales y turísticas de sus regiones.
– La inclusión educativa, económica y social.
– La generación de redes productivas basadas en la igualdad de condiciones.
– La accesibilidad a la tecnología y el conocimiento.
– La puesta en uso colectivo para generar bienes y servicios de la infraestructura, los recursos y los medios que habían sido abandonados o considerados improductivos, bien por razones de eficiencia de mercado, bien por simple abandono de sus propietarios.
– La transformación de los valores y los comportamientos personales para cambiar la sociedad.
Para conseguir estos objetivos “Vuelvan Caras” establece una serie de “lineamientos estratégicos” para los procesos y el modelo de desarrollo endógeno que trata de consolidar. Es muy importante tomarlos en consideración porque muestran en qué gran medida la transformación de las relaciones productivas se vincula a la participación social, a la inclusión y, en definitiva, al ejercicio de un nuevo tipo de poder:
a) Convertir el potencial creador del pueblo, a través del el trabajo, en poder popular.
b) Articular el proceso educativo al proceso productivo para incrementar el empleo, orientar la formación de los recursos humanos y asegurar la participación de cada ciudadano en la producción de bienes y servicios.
c) Orientar los esfuerzos hacia las actividades económicas con mayor capacidad generadora de empleo y potencial, especialmente en los sectores agrícola, turístico y construcción.
d) Promover la animación productiva de las comunidades en situación de pobreza.
e) Orientar el modelo productivo hacia la economía social, priorizando la formación de cooperativas y otras formas asociativas de participación económica.
f) Poner el empleo en el centro de la política económica y social en los niveles nacional, regional y local.
g) Impulsar una nueva institucionalidad para el desar
rollo de las políticas de promoción de empleo y seguridad social.
La puesta en práctica de estos principios se fundamenta en la creación de los llamados Núcleos de Desarrollo Endógeno allí donde una determinada comunidad encuentra recursos suficientes para regenerar una actividad productiva abandonada o perdida, o para poner en marcha una nueva. La creación de unidades cooperativas, la generación de redes y la ayuda financiera del Estado, bien directamente, bien a través de “Vuelvan Caras”, son los instrumentos concretos utilizados para desarrollarlos.
De estas ideas han nacido más de doscientos núcleos de este tipo, unas veces con capacidad de crear sinergias, de generar actividad suficiente para crear empleo productivo y para tener presencia efectiva y continuada en los mercados, e ingresos suficientes; otras, de tan pequeña dimensión o escasa articulación con el resto de actividades que terminan muriendo pronto o bien perviviendo sin mayor trascendencia gracias solamente a las no muy cuantiosas ayudas estatales.
En cualquier caso, estos experimentos, de muy diferente dimensión y trascendencia económica y social, han permitido incluir a miles de personas y proporcionarles algún tipo de empleo y recursos. Aunque, lógicamente, la cuestión que realmente vale la pena dilucidar es si nos encontramos solamente frente a una experiencia rentista más (financiada más o menos generosamente por los ingresos petroleros) o si, por el contrario, constituye el germen de un modelo de generación de actividad económica general y no circunscrita solamente a pequeñas proporciones del territorio, con capacidad de proporcionar bienestar humano, crecimiento de los recursos y sostenibilidad y, al mismo tiempo, las bases efectivas para el ejercicio real de la ciudadanía.
El asunto no es fácil de determinar, sobre todo, teniendo en cuenta que, como ya mencionamos, se trata de un experimento social muy novedoso y reciente y sin resultados traducidos en datos objetivos.
Para poder avanzar hacia una mejor comprensión del modelo de desarrollo endógeno que se diseña en el proceso de transformación bolivariano vamos trataremos de situar su contexto teórico y analizarlo en el marco de la discusión doctrinal de los últimos años.
2.- El concepto bolivariano de lo “endógeno” y el perfil genérico del Programa Vuelvan Caras
El calificativo endógeno en la propuesta de modelo de desarrollo bolivariana podría entenderse primeramente como sinónimo de “propio”, en el sentido de nacional-venezolano, tratando así de afirmar la independencia, identificada como soberanía frente a fuerzas exógenas o a lo “extranjero” en términos genéricos.
La propia definición que se hace de sus pretensiones es clara: “ser capaz de producir la simiente que sembramos, los alimentos que comemos, la ropa que llevamos y los bienes y servicios que necesitamos, rompiendo con ello la dependencia que económica, cultural y tecnológica que ha frenado nuestro desarrollo, en primer lugar personal” (Bowman y Stone, 2006).
En este sentido, podría decirse que la aproximación bolivariana retoma los postulados básicos del dependentismo latinoamericano y su énfasis en el desarrollo “hacia adentro” a partir de la sustitución de importaciones, aunque introduciendo nuevos elementos en la matriz de base, ya que junto a la afirmación de la soberanía nacional se entreveran elementos de sostenibilidad ecológica, respeto a las tradiciones culturales y primacía de la pequeñas y medianas empresas cooperativas sobre cualquiera otra tipología empresarial.
Desde otro punto de vista, y en líneas generales, los rasgos que se están subrayando de manera especial en la práctica llevan a interpretar que el modelo bolivariano encajaría en las coordenadas de lo que en su día se denominó Desarrollo Comunitario.
El Community Development (CD) o Desarrollo Comunitario o de Comunidad se refiere a toda una serie de programas de dinamización socioeconómica local-comunitaria llevados a cabo en diferentes localizaciones internacionales en la primera mitad del siglo XX inspirados en las ideas teóricas e imágenes de la corriente denominada organización comunitaria que Ander Egg (1977) define como “aquella fase de la organización social que constituye un esfuerzo consciente de parte de la comunidad para controlar sus problemas y lograr mejores servicios de especialistas, organizaciones e instituciones”.
Tal conjunto de programas tuvieron una notable heterogeneidad pero en ellos se pueden detectar claramente dos grandes rasgos comunes y definitorios: la finalidad fundamental del programa que fue la mejora generalizada de los niveles de vida y bienestar, económico, social y material de la población y los instrumentos y las acciones determinantes para conseguirlo: la educación activa de adultos, la organización del trabajo colectivo a través de cooperativas, la captación y preparación de lideres sociales, la formación de agentes de desarrollo comunitario y todo ello dentro del respeto a las tradiciones y cultura de las comunidades (Batten, 1960).
Esta impronta comunitarista aparece bien clara en las experiencias de desarrollo endógeno bolivarianas, sobre todo, dado el énfasis en la educación y en la formación, una característica que pareciera inspirada en las ideas de la mass education y el learning by doing típicas de las experiencias del Desarrollo Comunitario, al igual que la promoción de la participación ciudadana en la economía a través de las herramientas del cooperativismo y las microempresas.
También se asemejan a ese modelo la prioritaria preocupación por la inclusión social para procurar que el crecimiento económico no sea desigualador, y la constante preocupación por la sostenibilidad y el respeto por las tradiciones culturales venezolanas.
De hecho, el propio término de núcleos endógenos de desarrollo (tomado de Fajnzylber, 1991) presenta muchas similitudes con las comunidades locales del Desarrollo Comunitario, puesto que su función básica (y posiblemente lo que será con el tiempo su mayor logro), además de la retórica productiva, es la promoción del sentido de pertenencia a la comunidad local (community feeling), en el caso bolivariano al núcleo endógeno y por ende a la nación venezolana.
Esto último nos parece un aspecto crucial porque creemos que en el caso venezolano, y seguramente en general en el latinoamericano, la generación de tejido social, la articulación social y la potenciación del sentimiento activo de pertenencia son factores críticos en el sentido de que requieren un tratamiento especial y prioritario. De hecho, quizá no fuera del todo exagerado afirmar que la generación de sociedad y de tejido social podría ser considerado como el primer problema económico latinoamericano, dado el carácter estamentario que suelen presentar esas sociedades en las que el capitalismo las ha hecho escindirse social, cultural y en muchos casos étnicamente en elites situadas en la cúspide y amplias masas de desheredados en la base de la pirámide.
En este contexto de disparidades, las diferencias en la distribución de la renta, el trabajo informal, el desempleo… terminan generando una suerte de aglomerado social con niveles abismales de exclusión social que se manifiesta en una doble dirección, exclusión del mercado laboral y exclusión del mercado de consumo. Así, se produce una fractura radical que impide la expansión del mercado, quedando éste reducido a una pequeña y estrecha dimensión que no sólo genera malestar y sufrimiento humano sino que es reconocida por todas las corrientes de pensamiento como un lastre, la mayoría de las veces definitivo para el crecimiento económico.
Dado que los intereses de las clases dominantes son contrarios y muchas veces opuestos a los de los grupos desfavorecidos, termina por generarse un clima de estancamiento e incomunicación social, produciéndose efectos demostración a contrario cuando las clases altas se enrocan en torno a sus posiciones y privilegios mientras que las clases desfavorecidas permanecen en un estado de frustración y resignación constante.
Como es sabido, el resultado es un clima social muy enrarecido, de conflicto latente y con paulatinos estallidos de violencia que normalmente tiende a paralizar las instituciones, desustanciándolas y vaciándolas de contenidos. La inacción institucional termina por afectar los procesos económicos, dada la presencia y la pervivencia de altos o muy altos costes de transacción, lo que penaliza fundamentalmente la inversión, la generación, recepción y asimilación de innovaciones, la modernización del tejido económico y la dinamización de la economía y de la sociedad.
Frente a este tipo de realidades, no parece para nada equivocado establecer como objetivo prioritario la generación de tejido social y aplicar estrategias orientadas fundamentalmente, incluso a costa de perder grados notables de eficiencia productiva, a lograr la inclusión social.
Cuestión distinta será que estas estrategias se pongan en práctica acertadamente, puesto que la evidencia empírica latinoamericana muestra en qué gran medida es fácil caer en la corrupción y en el clientelismo, en la formación solamente a disposición de quienes dirigen los procesos, o en el mero abuso retórico.
3. Problemas y contradiciones de la experiencia bolivariana
Como es natural, lo que quizá todavía no sea sino un apunte del modelo bolivariano de desarrollo endógeno presenta todavía muchas limitaciones e incluso planteamientos que resultan francamente contradictorios respecto de lo que se propone. Conviene resaltarlos para conocer con realismo la naturaleza del proceso y seguir su evolución en el futuro.
Las principal limitación que se observa en el análisis de las fuentes disponibles, por otra parte bastante escasas, es la inadecuación entre fines y medios. Pretender afrontar problemáticas tales como combatir el desempleo, reactivar la producción y promover el desarrollo económico sostenible empleando recursos e instrumentos tan ciertamente limitados puede provocar desajuste y frustración.
Puesto que las causas apuntadas de los problemas que se quieren afrontar tienen orígenes muy profundos en la estructura productiva y social de la nación, su tratamiento y corrección requieren una complicada combinación de políticas estructurales, gestión orientada y esfuerzo sostenido de las agencias gubernamentales, así como tensión social activa por parte de la población. Y todo ello, no como acciones puntuales. Para hacer frente a los desequilibrios de un país que importa casi el 65% de los alimentos que consume o en donde hace más o menos quince años el 50% de los ingresos petroleros los disfrutaba un 1% de la población mientras que el 80% de las familias no disponía de ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades alimentarias, se necesita del concurso de tales elementos al menos en un arco temporal de una o dos generaciones, de manera que la acumulación de capital pueda generar su efecto multiplicador y proporcionar un bienestar mínimo para el conjunto de la población .
Actualmente, el Ministerio venezolano de Economía Popular parece estar preparando un segundo “Vuelvan Caras” (Bowman y Stone, 2006) que pretendería implicar a 700.000 trabajadores. De cualquier forma, la lucha contra las causas estructurales que han originado la sociedad de exclusión existente en Venezuela y en el conjunto de los países iberoamericanos parece estar en sus inicios, haciéndose necesaria una planificación sinérgica que minimice los riesgos de posibles alteraciones a la baja de los precios internacionales de la explotación de crudos, único recurso disponible, por ahora, para la financiación de los diferentes programas y misiones.
Una segunda limitación que hemos de destacar vendría dada por las apuestas productivas y el énfasis puesto en la transformación y en la activación de las capacidades inutilizadas u obsoletas. Los documentos estratégicos disponible parten de la idea de la transformación a partir de la integración en cadenas productivas, que organicen la producción desde el productor al consumidor pasando por el procesamiento-transformación-distribución y comercialización, en el contexto de los Núcleos Endógenos de Desarrollo (Lanz Rodríguez, 2004)
El problema que se puede estar planteando es que todo ello se realiza, al menos en los documentos oficiales, sin referencias al mercado o a la red de intercambios en el que van a integrarse, de modo que es fácil que se tiendan a crear islotes, callejones sin salida, estrangulamientos y, en definitiva, sólo experiencias aisladas que no generen economía “nacional” sino solo trozos de territorio en donde se concentra actividad “hacia adentro” pero no un verdadero desarrollo endógeno. En suma, actividades sin vertebración entre ellas que a la postre reproduzcan gran parte de la desarticulación que hasta ahora se viene produciendo.
Otro problema tiene que ver con los estímulos a la modalidad de integración propuesta, puesto que los precios deben ser suficientemente remunerativos entre los diferentes segmentos integrados en la cadena para que éstos actúen como estimulo a la generación de valor y a la mejora de la eficiencia y de la calidad en procesos productivos y productos.
Además, las coordenadas productivas, en todo lo que se refiere al proceso de producción, tipo de producto, cantidades, calidades, tiempos y plazos de entrega, distribución y comercialización, etc. deberían fijarse en relación a la demanda real (o cuando menos potencial) existente en el mercado puesto que éste y no otro es el contexto en el que realmente se lleva a cabo la actividad, por muchas que seas sus cortapisas, como ocurre siempre que se trata de relaciones de intercambio en espacios de baja renta.
Lo que queremos señalar es que o se produce en relación a los precios, definidos por el mercado y su juego más o menos fiel o regulado de oferta y demanda, o bien se produce en relación a los estándares introducidos en una planificación indicativa de lo que hay que producir, cómo, dónde y cuándo que, hasta el momento, no existe.
El problema radica en que los textos bolivarianos adolecen de cierto mecanicismo dando por hecho que el mercado aceptará sin más a los nuevos productores y productos y que los remunerará adecuadamente desde el inicio de actividades de la cadena productiva, posibilitando la generación instantánea de valor. Pero eso es algo que, en el contexto de la economía de mercado en la que se dan esas actividades (que no sólo padece los vicios y limitaciones de toda dinámica de mercado sino, además, las propias de un mercado débil, segmentado, descapitalizado, sin buenos mecanismos de información y con altos costes de transacción) parece altamente improbable. A menos, claro está, de que se establezca un programa de incentivos a la producción de las cadenas que sustituya temporalmente a los precios como factor remunerativo, permitiendo el despliegue de las cadenas productivas, su periodo de puesta en marcha y aprendizaje mediante el learning by doing, en definitiva su periodo de rodaje hasta alcanzar su óptimo productivo y la aceptación de los consumidores.
Lo que podría desprenderse de los textos bolivarianos es que se están planteando tipologías de instrumentos y procesos productivos propios de los planteamientos conceptuales y operativos de las economías de planificación centralizada pero que se hacen operar en una economía de mercado que funciona según las coordenadas del referente precios-gustos del consumidor y no del referente plan.
Eso es lo que quizá podría producir un descuadre evidente entre los instrumentos propuestos (o si se quiere, entre la implementación de los mismos) con el entorno donde éstos deben moverse y actuar.
Finalmente, otro problema previsible es que seguramente la actual proliferación de cooperativas provocará mas temprano que tarde un efecto de destrucción creativa schumpeteriano, lo que hace razonable advertir, como hacen Bowman y Stone (2006) que la utilización a ultranza de la herramienta cooperativa puede presentar grandes riesgos, sobre todo, si su dimensión social predomina en demasía sobre la empresarial-económica.
4. La encrucijada futura del desarrollo endógeno en Venezuela
Naturalmente, todos estos problemas son los que el gobierno y el pueblo venezolanos deberán ir resolviendo, como vienen haciendo hasta ahora, con éxito para moldear un auténtico proceso de desarrollo endógeno capaz de erigirse en el motor de toda la economía nacional y en un referente para el conjunto de Latinoamérica y el resto del mundo en desarrollo.
Desde el punto de vista de la situación actual de los núcleos de desarrollo endógeno y de los programas de actuación de “Vuelvan caras” quizá quepa pensar en opciones alternativas que a corto y medio plazo resuelvan las contradicciones que acabamos de mencionar.
Una posibilidad podría ser orientarlos más que a la promoción de “cadenas productivas” a la generación de comunidades empresariales de pequeñas y medianas empresas locales operantes en el mismo sector y vinculadas por eslabonamientos de tipo horizontal (acuerdos de comercialización conjunta, centrales de compra, difusión de innovaciones, formación conjunta de recursos humanos, campañas de promoción conjunta, etc.) que se orientaran a la minimización de costes y a la generación de efectos externos.
Un modelo de este tipo es de aplicación más factible en contextos de baja renta, aplicable a todos los sectores productivos y capaz de posibilitar una mayor velocidad en el proceso de generación de valor porque su implementación requiere menor dotación de recursos para su puesta en marcha.
La generación de valor parece el flanco más débil de las estrategias bolivarianas y lo que apunta a una contradicción de fondo en el conjunto del programa “Vuelvan Caras”.
La generación de valor es un proceso nítidamente territorial y fundamentalmente local, que depende y mucho del sistema de innovación que exista en el territorio, de la capacidad empresarial que exista o se pueda generar en el mismo y del contexto socioinstitucional más o menos proclive al cambio que es un prerrequisito del desarrollo.
No debe olvidarse, por otra parte, el papel esencial del capital social en el conjunto del proceso. La generación de confianza social y de lazos de codecisión son fundamentales para crear el contexto social responsable y proclive a la participación de los individuos en la economía que se necesitan para llevar a cabo este tipo de procesos de regeneración productiva con bienestar y sostenibilidad.
Ha de tratarse de incrementar y acelerar los ritmos de generación y aplicación de recursos pero partiendo de la convicción colectiva de que ésta ya no es una cuestión solamente de los ricos y ni siquiera del Estado. Si la economía es un producto social y no un mero agregado económico es necesario que exista sociedad para que haya economía, y eso significa comunidades de individuos, empresas e instituciones, es decir, comunidades de intereses, valores e ideas conformadas por individuos que luchan y trabajan juntos, los unos por los otros como en el poema de Gabriel Celaya con el que hemos querido encabezar este capítulo.
En relación con el problema que plantea la eclosión de las cooperativas quizá podría lograrse mucha más eficacia y resultados más favorables para el conjunto de la economía nacional y para los objetivos de soberanía económica que se pretenden si se lograse que al menos en el sector de alimentación y transformación agraria existiese un conglomerado cooperativo eficiente de manera que el conjunto de la población venezolana pudiera tener su sustento asegurado independientemente del resultado de las cosechas petroleras.
Esto último es lo que lleva a pensar que la orientación prioritaria de “Vuelvan Caras” quizá debería ser hacia el desarrollo rural y la transformación agraria, puesto que este es el segmento por ahora decisivo, mucho más que el industrial, en la construcción de una nueva economía venezolana mucho más equilibrada y sana que la crudo-dependiente de la actualidad. Es en esta área productiva de transformación primaria donde las comunidades empresariales de pequeñas y medianas empresas locales pueden tener un mayor impacto y éxito, dada la demanda asegurada e inmediata de sus productos por parte de la población, lo que puede permitir grandes avances en volúmenes, calidad, diversificación de la oferta y precios.
Los enlaces del desarrollo rural con la disminución de la presión migratoria sobre las áreas metropolitanas, la mejora de niveles de ingreso, renta, bienestar y dotaciones infraestructurales y de equipamiento de las áreas agrarias, la mejora del nivel de bienestar de la población en general y la sensación de que por fin alguien está haciendo algo por los otros sin excluir a ninguno, pueden tener un efecto multiplicador tan grande, que difícilmente puede ser calibrado de antemano.
La base de inclusión social que se genere partir de estos cambios, la sensación de sociedad que pueden provocar, podrían comenzar a desmontar ese entramado de urgencias que parece agobiar hasta el extremo a los países de baja renta como Venezuela, y que hasta la fecha ha hecho que su historia sea tan dramáticamente reiterativa, volviendo una y otra vez al punto de partida.
El desarrollo endógeno concebido como regeneración radical acompañada de empoderamiento puede ser una vía muy útil, como está ocurriendo en la Venezuela bolivariana, de evitarlo. Para eso, sin embargo, convendría concentrar aún más los esfuerzos allí donde hay una clara prioridad estratégica, en la producción y distribución agrarias, en la modernización de los activos agrarios y en la generación de recursos humanos, sociales e institucionales en estas áreas.
En cualquier caso hay un hecho que avala el futuro prometedor que tienen estas experiencias, como en general la transformación social y económica que se lleva a cabo en la Venezuela bolivariana: el enorme apoyo de la población que es lo que mejor traduce su efecto positivo sobre el bienestar de los ciudadanos.
Notas
1. http://www.vuelvancaras.gov.ve/
2. Ibidem.
3. Pilonieta, C. y Ochoa, A.E. (2006), “El desarrollo endógeno sustentable. Una aproximación conceptual” en Ochoa, A.E., (2006), “Aprendiendo en torno al desarrollo endógeno”. Universidad de Los Andes, Mérida.
4. Asi lo reconocía Jorge Giordani, Ministro de Planificación de Venezuela hace años cuando un periodista le preguntó que cómo logrará el país «destetarse» del petróleo. Dice el periodista que antes de contestar suspiró como diciendo «¡qué ingenuo!» y luego le dijo: «Desde que asumimos hemos estado continuamente librando batallas políticas. Mucha gente ha aprendido a leer en los últimos años, pero ¿cuánto tiempo les llevará poder formarse para trabajar en alta tecnología, o en el campo de la medicina o de los servicios? ¿Diez años? ¿Una generación? Estamos combatiendo contra una cultura rentística, y muy individualista. Siempre lo mismo: ‘Mamá Estado, papá Estado, denme algo del dinero que produce el petróleo’. Organizar a la gente es muy, pero muy difícil». Parenti (2005).
BIBLIOGRAFIA CITADA
– Ander Egg, E. (1997): El trabajo social como Acción Liberadora. Edit. Universidad Europea. Madrid.
– Bowman, B.; Stone, B. (2006): La revolución cooperativa en Venezuela. www.dollarsandsense.org/archives/2006/0706bowmanstone.html y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=36452
– Fajnzylber, F. (1991): Inserción internacional e innovación institucional. En revista de la CEPAL, Nº 44.pp. 149-178. Santiago de Chile.
– Lanz Rodríguez, C. (2004): El desarrollo endógeno y la Misión “Vuelvan Caras”. Documento del Ministerio de Educación Superior de la Republica Bolivariana de Venezuela.
– Misión Vuelvan Caras: http://www.vuelvancaras.gov.ve/
– Parenti, Ch. “El populismo petrolero”, Revista Debate (Argentina) abril del 2005.
– Pilonieta, C. y Ochoa, A.E. (2006): “El desarrollo endógeno sustentable. Una aproximación conceptual” en Ochoa, A.E., (2006), “Aprendiendo en torno al desarrollo endógeno”. Universidad de Los Andes, Mérida.
– Rodríguez, F. (2005): ¿Puede la Misión Vuelvan Caras reducir el desempleo en Venezuela? http://frrodriguez.web.wesleyan.edu/docs/press/
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1 comentario
Muy bueno este artículo, Juan. A ver si resisten esas reservas petroleras en poder de un sector público desinteresado.
Mirando hacia Europa, ¿ves el sentido de potenciar el crédito cooperativo-municipalo comarca, fundamentalmente sin ánimo de lucro? ¿No sería una salida a la espiral de la financiarización sin sentido?
Todo eso quedó más o menos abandonado en España, pero Alemania sigue teniendo unos 1.500 bancos (saco este dato de Richard A. Werner en una entrevista de hace unos días), y parece que el grave ‘desequilibrio’, con periódicas crisis muuy rentables para algunos, tiene que ver con esa concentración del crédito en pocas manos demasiado interesadas.
Aprovecho para preguntarte, también por si te interesa:
¿Qué sentido le ves a algo más de 1,3 billones de euros en el pasivo del BCE calificados como ‘Billetes en circulación’? No parece que esa deuda sea real. El medio billón de oro (y derechos en oro, mucho más dudosos) en el Activo no sé si te sugerirán algo: ¿seguimos jugando a los cromos de unos pocos banqueros? O ¿qué es todo esto?
Enhorabuena y saludos,
Eduardo Guzmán