Publicado en La Opinión de Málaga. 30-05-2004
El informe de la Fundación Ciedes que acaba de presentar el alcalde de Málaga es bien representativo de lo que ha sido la lógica impulsora del desarrollo económico y social de nuestra provincia y ciudad en los últimos treinta o cuarenta años.
Es realmente significativo que la capital de la Costa del Sol sea la ciudad con menos camas por cada mil habitantes de las siete capitales españolas más pobladas. O que, a pesar de nuestro rimbombante calificativo, sólo 1,2 kilómetros, de los 17 que tenemos de playas, estén en condiciones óptimas. A ello se añade el corto periodo de la visita turística media y resulta una paradoja realmente difícil de explicar.
Dejando al margen otros factores, la dictadura trajo para Málaga un modelo irracional de construcción y turismo masivo que, aunque altamente rentable a medio plazo, ha provocado saturación y destrozo ambiental superlativos y quizá ya irreversibles. La democracia, por su parte, trajo la quiebra de lo que podría haber sido una de las claves del desarrollo integral de Málaga en el futuro: su proyección metropolitana.
La segregación de Torremolinos no sólo fue un hecho que alteró estadísticamente los datos de oferta hotelera de la capital, sino que aplicaba el principio de segregación cuando más falta hacía sembrar integración, cooperación y proyección conjunta.
Ahora, cuando se hace recuento de nuestras sombras, algunos pueden tener la tentación de optar de nuevo por el modelo intensivista. Es decir, fomentar de nuevo la concentración en lugar de expansión coordinada y de la búsqueda de sinergias.
La anunciada apertura en la capital de nuevos hoteles, si bien es cierto que de nueva y más reducida factura, es un reflejo más de que el desarrollo desarticulado se vuelve paradójico: se abren más hoteles a mismo tiempo que aumenta la preocupación por la baja rentabilidad de los existentes en el entorno.
Los dirigentes políticos y empresariales deberían actuar con inteligencia y procurar generar condiciones adecuadas para que los impulsos del mercado no se dejen llevar por lógicas muy arriesgadas y a veces carentes de la mínima racionalidad. Para evitar este tipo de paradojas.
Esas condiciones pasan, hoy día, por la recuperación de lo metropolitano, por la complementariedad y por la creación de estrategias de red que optimicen los recursos de la provincia como un todo. Lo demás, es un puro cantonalismo trasnochado.
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