Aprovecho unos días de convalecencia (provocados por una simple resfriado mal curado) para leer un nuevo volúmen de El Método de Edgar Morin, ahora dedicado a la ética. Aunque haré una reseña de todo el libro más adelante (como me pidió mi amigo y librero Paco Puche cuando me lo regaló), quiero ahora subrayar las consecuencias que produce lo que Morin llama el «mal pensar» y de las que directa y claramente se deducen la forma de actuar y las ventajas del «bien pensar». Son las siguientes:
«El “mal pensar”
– parcela y tabica los conocimientos,
– tiende a ignorar los contextos,
– le hace un black-out a las complejidades,
– no ve más que la unidad o la diversidad, pero no la unidad de la diversidad y la diversidad en la unidad,
– no ve más que lo inmediato, olvida el pasado, no ve más que un futuro a corto plazo,
– ignora la relación recursiva pasado/presente/futuro,
– pierde lo esencial por lo urgente, y olvida la urgencia de lo esencial,
– privilegia lo cuantificable y elimina lo que el cálculo ignora (la vida, la emoción, la pasión, la desgracia, la felicidad),
– extiende la lógica determinista y mecanicista de la máquina artificial a la vida social,
– elimina lo que escapa a una racionalidad cerrada,
– rechaza ambigüedades y contradicciones como errores de pensamiento,
– es ciego para con el sujeto individual y la consciencia, lo que atrofia el conocimiento e ignora la moral,
– obedece al paradigma de simplificación que impone el principio de disyunción o/y el principio de reducción para conocer, e impide concebir los vínculos de un conocimiento con su contexto y con el conjunto del que forma parte,
– mutila la comprensión y dificulta los diagnósticos,
– excluye la comprensión humana.
La parcelación, la compartimentación, la atomización del saber hacen incapaz de concebir un todo cuyos elementos son solidarios, y por ello tienden a atrofiar el conocimiento de las solidaridades y la consciencia de la solidaridad. Encierran al individuo en un sector tabicado y por ello tienden a circunscribir estrechamente su responsabilidad, por tanto, a atrofiar su consciencia de responsabilidad. Así, el mal pensar roe a la ética en sus fuentes: solidaridad/responsabilidad. La incapacidad de ver el todo, de religarse al todo desolidariza e irresponsabiliza».
Edgar Morin. El Método 6. Etica. Ediciones Cátedra. Madrid 2006, pp. 68 y 69.
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