La decisión del gobierno socialista de que España albergue parte del llamado “escudo de misiles” en la base de Rota es una indignidad más que se suma a la desastrosa serie de medidas que el ejecutivo del partido socialista viene tomando en contra de los intereses nacionales. Esta vez también con el beneplácito del Partido Popular.
Sin consultar ni siquiera con el Parlamento en donde tienen mayoría, para no alertar a la población y para no tener que esgrimir argumentos, demuestran una vez más que las instituciones en donde dicen que descansa la soberanía popular son para ellos simplemente un espacio mudo y sordo, poblado de obedientes burócratas de la política capaces de aceptar cualquier cosa con tal de seguir disfrutando de privilegios.
No sé qué es peor, si la cobardía y la sumisión del gobierno de Rodríguez Zapatero o el silencio de miles de socialistas que al mismo tiempo nos piden el voto. No sé qué es más indigno, si la nocturnidad del acuerdo firmado por el gobierno, que docenas de parlamentarios no se sientan concernidos por el asunto o que a todo un partido socialista le dé igual que su gobierno actúe completamente al margen de sus promesas electorales, de sus principios y del más elemental respecto a las reglas de la democracia.
Y es desolador contemplar con qué facilidad se ponen en marcha los mecanismos que facilitan la manipulación y el engaño para que apenas se hable en los medios de esto, o para se mienta a la gente diciéndole que el efecto de esta decisión es que aumentarán los empleos en la zona, como si crear empleos (suponiendo que de verdad se creen más así) aumentando los aparatos militares fuera un signo de bienestar y de progreso. O diciéndole que se trata de mecanismos defensivos cuando los ejércitos de Estados Unidos y sus servicios paramilitares son la mayor estructura bélica ofensiva de toda la historia de la humanidad, justo la que ha impedido que multitud de pueblos hayan podido ser libres, la responsable de docenas de golpes y crímenes de estado, la que ha ahogado los procesos de transformación social que han puesto en cuestión los intereses de los poderosos, la que está concebida para soportar a las grandes empresas multinacionales que esquilman el planeta y a los bancos que provocan su ruina.
¡Malditas armas, malditas guerras y malditos sean quienes se empeñan en que no se acaben nunca!
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