Me han criticado en esta web y fuera de ella que mantenga firme y convencidamente la idea de que el Partido Socialista es de izquierdas. Mi posición se basa en dos principios: Uno, que no se debe confundir nunca el todo con la parte. Otro, que en política no se debe confundir nunca lo que uno hace de conformidad con su pretensión efectiva y lo que efectivamente puede hacerse en un momento dado.
En referencia concreta al PSOE esos principios y el conocimiento que tengo del partido me llevan a pensar y comprobar que aunque una parte del partido es muy conservadora y hace por convicción políticas (sobre todo en el campo económico) neoliberales, otra parte importante del mismo partido tiene preferencias muy diferentes, aunque quizá con menos posibilidad de controlar los mecanismos internos de poder y, por tanto, de llevar a cabo sus ideas de izquierdas. Lo que ocurrió después de que José Borrell ganara las elecciones primarias para ser candidato a la presidencia del gobierno es buena prueba de ello.
Yo creo que la izquierda, como todo, es algo muy diverso, con zonas más o menos pragmáticas, más o menos radicales o avanzadas… pero creo que hay principios más o menos elementales que son los que en realidad y de modo amplio la caracterizan y que son los que deberían, en todo caso, tomarse como referencias. Por eso me parece que excluir “de la izquierda” y de un plumazo a todas las sensibilidades que hay en el PSOE o, en general, en los partidos socialdemócratas, es un error que manifiesta una incapacidad grande para gobernar la diversidad y, sobre todo, para llevar a posiciones más avanzadas a buena parte de la gente que se considera, con razón, con convicción y con todo derecho como de izquierdas.
La otra cuestión es que cuando se está en la práctica transformando la realidad, gobernando una nación, dirigiendo un sindicato, una asamblea de vecinos, un centro escolar o cualquier ámbito de la realidad social no siempre se puede hacer lo que uno desea. Porque no se tiene fuerza, porque no hay condiciones, porque no se tiene poder, porque los que están alrededor de uno no quieren ir más allá y esforzarse, sacrificarse o renunciar a más cosas.
Eso es lo que explica, por ejemplo, que dirigentes muy radicales como puedan ser o haber sido Fidel Castro o Hugo Chávez, por citar a quienes serían calificados por cualquier como claramente de izquierdas, hayan terminado por hacer políticas muy alejadas de sus ideales, de sus pretensiones iniciales o de sus principios ideológicos.
¿Cómo va a hacer la revolución cubana lo que realmente quisiera hacer si se lleva a cabo en el único país del mundo sometido a un bloqueo injusto y criminal? ¿cómo va a avanzar Chávez más allá de las medidas moderadamente socialdemócratas y redistributivas cuando se encuentra frente a un país oligarquizado, con millones de seguidores analfabetos, excluidos, sin medios….?
Por todo eso me parece una soberana estupidez esas afirmaciones que tienden a descalificar a quienes están tratando de ir todo lo adelante que pueden en lugar de tratar de lograr la unidad más amplia posible entre quienes, desde diferentes posiciones o con distintas sensibilidades o creencias aspiramos a conquistar un mundo más justo y solidario.
Y viene todo esto para referirme a una paradoja que quizá demuestre lo que vengo diciendo.
Seguramente todo el mundo diría en España que Izquierda Unida está a la izquierda del partido socialista. Pero mi pregunta paradójica es la siguiente: Para mí, por ejemplo, el predominio del machismo es realmente incompatible con la transformación progresista del mundo y por eso me pregunto: ¿es realmente de izquierda una candidatura que de dos diputados nacionales y seis en las elecciones autonómicas andaluzas celebradas conjuntamente no tiene ninguna mujer entre ellos?
¿No creen ustedes que deberíamos pensar con más profundidad y con más sentido práctico lo que significa ser de izquierdas y no dejarnos llevar por los clichés?
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