La compañía multinacional Telefónica, hasta hace unos años una empresa pública propiedad de todos los españoles, acaba de anunciar que va a desprenderse del 20% de su plantilla en España, pocos meses después de haber comunicado que en 2010 obtenía un beneficio record de 10.167 millones de euros.
Con independencia de otras consideraciones que se podrían hacer de ese anuncio hay una que me parece fundamental: la mentira tan grande en la que está basado el discurso neoliberal que constantemente dice que hay que reducir salarios para que las empresas obtengan beneficios y así se pueda crear empleo. Esa secuencia es falsa, como lo demuestra ahora Telefónica y como se ha demostrado claramente en los últimos años, cuando han sido precisamente las grandes empresas que más beneficios han obtenido las que más empleo han destruido, mientras que las pequeñas y medianas empresas son las que han creado alrededor del 90% del empleo generado.
Hay una solución para evitar que se pierdan esos puestos de trabajo de Telefónica y para impedir que esta compañía siga siendo una fuente de empleo precario y mal remunerado en su seno y en las pequeñas y medianas empresas a las que somete a su alrededor: nacionalizarla y que vuelva a ser una compañía destinada a prestar un buen servicio al público. Y de paso, hay que aprovechar la ocasión para investigar la forma en que se llevó a cabo su privatización «a favor de intereses financieros poderosos», como denunció en su día el actual Secretario de Estado para la Unión Europea Diego López Garrido. Ya es hora de investigar su privatización y la de otras antiguas empresas públicas que los gobiernos de Felipe González y sobre todo de Aznar prácticamente regalaron al capital privado. Y, por supuesto, hay que castigar ejemplarmente a «los patriotas» que hicieron eso con el patrimonio de todos.
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