Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

La verdadera cara de la austeridad

Publicado en Sistema Digital el 18 de abril de 2013

En los últimos tres años, el artículo Growth in a Time of Debt de Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart viene siendo utilizado como una especie de Biblia para justificar los recortes y la política de austeridad que el Fondo Monetario Internacional y otros organismos imponen a los gobiernos con el argumento de que es la mejor vía para salir de las crisis de deuda y generar crecimiento.

Esos autores analizaron los datos correspondientes a economías con deuda pública superior al 90% del PIB durante al menos cinco años y concluyeron que su crecimiento medio era del -0,1%, lo que les permitía afirmar que la deuda elevada era la causa de una caída muy importante en su tasa de crecimiento a largo plazo.

Con ese argumento, el Fondo y demás organismos internacionales podían presionar a gobiernos y opinión pública diciéndoles que la deuda elevada iba a reducir el crecimiento y que, por tanto, lo que había que hacer para reactivarlo era aplicar cuanto antes políticas de austeridad basadas en recortes constantes y elevados de gasto público, a ser posible social, pues éste atiende servicios públicos que podían pasar a ser privatizados, para mayor beneficio de los intereses privados.

Ya hace unos meses se puso de relieve que los cálculos que utilizaba el Fondo Monetario Internacional para analizar el efecto multiplicador del gasto público (que consiste en producir un aumento o descenso final en la renta nacional bastante mayor  que su aumento o descenso inicial) estaban equivocados. Se reconoció que el valor de los multiplicadores era mayor al considerado, lo que significa que los recortes de gasto público son mucho más lesivos para la renta que lo que se venía diciendo para defender los recortes.

Pues bien, ahora han sido los datos de Rogoff y Reinhart los que han sido corregidos.

Los investigadores Thomas Herndon, Michael Ash y Robert Pollin han estudiado su base de datos sobre los países estudiados y han descubierto algunos errores importantes (Does High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart and Rogoff). Concretamente, señalan que en el estudio de Rogoff y Reinhart se omiten numerosas observaciones de países endeudados y de crecimiento, que estos autores utilizan un sistema de agregación muy discutible, puesto que da menos peso a los países que tienen niveles de deuda elevada continuos que a los que tienen momentos coyunturales de crisis con deuda elevada, e incluso que cometen un error de cálculo en la hoja Excel que utilizan para obtener las conclusiones (este error se explica aquí).

Al corregir esos defectos, resulta que los resultados son otros. Solo evitando este último error de cálculo ya desparece el crecimiento negativo asociado a la deuda elevada. Y al ponderar de otro modo los datos, resulta que la deuda continuada superior del 90% en los país considerados está asociada a un crecimiento positivo del 2,2%.

Es verdad que incluso con estas correcciones los datos muestran que la economía de los países con más deuda pública en relación a su PIB crecen más lentamente, pero, en todo caso, la historia es reveladora.

Hay demasiado empeño en mostrar las virtudes de políticas de recortes de gasto cuyos resultados sobre la actividad económica y el empleo son en realidad muy negativos pero que resultan muy claramente favorables a los grupos económicos y financieros más poderosos, como demuestran sin duda alguna los datos relativos a distribución de la renta. Por eso, en cuanto un estudio afirma su bondad se santifica a sus autores y se convierte en la guía del discurso y en el argumento supremo con el que se llevan a cabo.

La realidad de las políticas de austeridad es otra muy distinta a la que nos quieren hacer creer ahora la Troika y los gobiernos que aceptan sin más sus dictados.

Un reciente estudio de Isabel Ortiz y Matthew Cummins (The Age of Austerity – A Review of Public Expenditures and Adjustment Measures in 181 Countries) ha analizado 314 informes del Fondo Monetario Internacional publicados entre enero de 2010 y febrero de 2013 y llega a conclusiones muy clarificadoras y diferentes a las que defiende la sabiduría convencional.

Lo primero que ponen de manifiesto es que, en contra de lo que parece, las políticas de contracción fiscal no se están dando solo en Europa sino en casi todo el mundo: en 2013 estiman que las llevarán a cabo 119 países y 131 en 2014. Así, hoy día afectan a 5.800 millones de personas y afectarán a 6.300 millones en 2015 (el 90% de la población mundial).

Las medidas de contracción fiscal más generalizadas han sido la disminución de salarios públicos (en 74 países de bajo ingreso y en 23 de alto), reducción o eliminación de subsidios (en 78 países de bajo ingreso y 22 de alto), incremento de impuestos al consumo (63 de bajo ingreso y 31 de alto), reforma de las pensiones y de los sistema de salud (en 47 de bajo ingreso y 39 de alto), reformas diversas en los sistema de protección social orientadas a limitar su alcance (en 55 países de bajo ingreso y 25 de alto), y flexibilización del mercado de trabajo (según el FMI en 32 países pero según la OIT en 40 países).

El estudio concluye que estas políticas de austeridad ni promueven el empleo estable, ni el crecimiento, ni mejoran el nivel de vida ni la cohesión social sino que, por el contrario, están empeorándolos y que hacen que la población perciba que en lugar de ayudar a salir de la crisis lo que hacen es ampliarla. Finalmente, el estudio de Ortiz y Cummins concluye de acuerdo con las Naciones Unidas al afirmar que la austeridad está llevando a una nueva recesión y al aumento de la desigualdad.

Ni siquiera a base de errores de cálculo se puede ya disimular el daño que está produciendo una austeridad hacia los de abajo que en realidad significa un despilfarro impresionante de recursos para satisfacer a los de arriba.

No se trata de defender el gasto por el gasto ni la deuda como un fin en sí mismo. En realidad, son las políticas neoliberales las que obligan a endeudarse y es el privilegio de crear dinero concediendo crédito que tienen los bancos lo que los lleva a incentivar y provocar por todos los medios posibles que aumente la deuda, pública y privada. Es su negocio. Pero eso es una cosa, y otra mentir tan descaradamente como se está haciendo para hacer creer que la deuda es el resultado de un excesivo gasto en sanidad, educación o en pensiones públicas y que hay que recortarlas para acabar con la deuda. Para acabar con el lastre que puede suponer la deuda lo que hay que hacer es poner fin al poder bancario y al sistema de reservas fraccionarias y generar un nuevo tipo de economía basada en la satisfacción de las necesidades y en el respeto a la naturaleza y no en la búsqueda del máximo beneficio.

8 comentarios

hipatia 19 de abril de 2013 at 15:05

¿todo esta basado en errores o los errores son a proposito para desencadenar este fin?. ¿Es casual la crisis o por el contrario es algo buscado con el fin de aplicar luego estos despropositos politicoeconómicos a costa de las personas?.
¿Aquí en nuestro país la burbuja economica de la construcción sucede de manera fortuita? Porque yo pienso lo siguiente y seguramente me equivoco puesto que no tengo ni idea de economía y voy a plantear el siguiente supuesto y por supuesto siempre presuntamente:
Si se aprueba una ley del suelo por un determinado gobierno y gracias a esa ley se origina una orgia urbanizadora que hace que se produzca una burbuja inmobiliaria y que la vivienda suba de una manera exagerada y los mortales nos tenemos que endeudar hasta que nos muramos, luego como todo era impredicible , se va todo a la p.m. y quedamos con las deudas pero sin trabajo y como habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades ahora nos tocan las vacas flacas (a los de siempre claro) y ademas de sin curro nos quedamos sin casa y nos recortan las ayudas del gobierno para salir de la crisis …..blablabla y …… ahora con el tiempo resulta que presuntamente los mismos que hicieron leyes para edificar todo lo edificable recibian dinero de los edificadores que edificaban y hacian desde aeropuertos museos para visitar y sin aviones hasta estaciones del ave sin pasajeros, ciudades de la musica , autovias, noseque….y viva la pepa.los bancos mientras tanto aprovechan y juegan a la ruleta con sus fondos y todos deben a todos lo que no tienen. Luego todos se llevan el dinero a paraisos fiscales , eso si muy patrirotas todos,nos dejan con las deudas , nos dicen que somos flojos , mediterraneos, sureños, en fin ¿todo esto es normal?. ¿Existen soluciones? . ¿Hasta cuando dejaremos que nos tomen el pelo?

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juan jimenez borreguero 19 de abril de 2013 at 19:56

¿Es todo casual o es ideologia?
Contra la adversidad hay remedio, contra la ideología ultraliberal también lo hay, y no es el miedo, la asunción del fatalismo como única salida.
Están las otras ideologías, otras formas de enfrentarse a la vida, de resistencia y lucha ,con unos principios de convivenca muy claros , que demuestren que no somos unos oportunistas que pretendemos derrocar un sistema para convertirnos en los nuevos saqueadores.
Ahí van algunas máximas:
-no todo vale para ganarse la vida
-todo el que maneje lo púbico ha de ser elegido por elección directa o haber concurrido a oposiciones púbicas.
– impuestos verdaderamente progresivos
-educación sin injerencias religiosas
……….

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Javier 20 de abril de 2013 at 09:07

En realidad estamos asistiendo a una revolución «neo» conservadora a escala global a la que a los medios de comunicación no les interesa poner cara. Es difícil no sospechar, teorías de la conspiración aparte, que todo lo que está pasando no responde a un plan previamente establecido, aunque yo tiendo a pensar que ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, determinada gente o grupos de presión se dicen «vamos a aprovechar y eliminamos unos cuantos derechos», al estilo de los inversores de bolsa aprovechando la oportunidad. Posiblemente más que un plan se trate de ir estirando la cuerda mientras la gente aguante, pasito a pasito y poco a poco, cada vez un grado más sin hacer mucha sangre, pero sin dejar de apretar. Todo esto me recuerda a algo que me contaba hace años un trabajador de una inmobiliaria: «mira, esto funciona así: sacamos una promoción de pisos hoy, por ejemplo a 200.000€ por cada uno, di mañana veo que he vendido bien, subo esos mismos pisos a 220.000€ poniendo un anuncio diciendo que son los últimos pisos a ese precio. Si sigo vendiendo, sigo subiendo, y así hasta que vea que la gente no compra: ese es el precio del piso, el último que la gente esté dispuesta a pagar, y como los demás hacen lo mismo que yo, si empujamos los precios hacia arriba, la gente cada vez acepta precios más altos como normales porque temen no poder acceder a la compra al cabo de unos años».
Pues bien, este tema de la austeridad y de los recortes sigue el mismo patrón. Avancemos, avancemos para que la gente vaya asumiendo como habitual que cada vez tiene menos derechos. Al final, como los que provocan estas situaciones no se detienen por sí solos (aunque les de algún carguillo de conciencia como al FMI con eso de las equivocaciones en los multiplicadores, pero que no les impide seguir apretando), todo se detiene cuando se derrumba por falta de base. Y eso se llama guerra, revolución o pinchazo de la burbuja. La verdad es que el panorama no es precisamente bonito.

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perez oya 20 de abril de 2013 at 11:20

excelente artg.

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Pía Uribe 20 de abril de 2013 at 12:00

Estos días ando muy escasa de tiempo, pero no quiero dejar de decir que, en sintesis, me solidarizo totalmente con lo que manifiesta Juan Jiménez Borreguero.
O cambiamos todo y digo todo, o no cambiaremos nada.

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Antonio Gonzalez 21 de abril de 2013 at 16:30

Lo bueno de todo esto es saber ya muchos van pensando
todo obedece a un programa con un objetivo concreto.
Las poblaciones del primer mundo recibian un extra que
le posibilitaba vivir por encima de sus posibilidades y así
estaban todos contentos de vivir en un gran mundo y se
apoyaban todas las barbaridades que se cometían por el
mundo en su nombre y representación, el famoso cuento
de la democracia.
Eso se acabo, ya no necesitan consenso alguno creyendo
que la gente no reaccionara o tardara en hacerlo por la
inercia de la tonta vida que se vivio y cuando lo haga se
le reprimira de la misma forma que a las poblaciones de
los paises del tercer mundo, es decir con las torturas,
desapariciones y muerte que antes se miraban con gran
indiferencia por el primer mundo.
Porque es una lucha de clases y cada cual es lo que es
en cualquier lugar donde nació o vive y al final recibirá
el mismo tratamiento.
La austeridad es una consecuencia de la necesidad de
que se sacrifique la mayoria por los privilegios de unos
pocos y demos ir sabiendo que cambiar eso costara la
sangre de muchas gentes, los grandes privilegios no se
entregaran a cambio de una boleta electoral por muy
democratica que sea.

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carolblanes 22 de abril de 2013 at 17:29

¿Avanzamos hacia donde?
Excelente articulo.

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carlos 25 de abril de 2013 at 20:08

Carmen Reinhart, con sus rigurosos estudios e informes, recientemente ha sido merecedora del título Doctor Honoris Causa por la Universidad del Pais Vasco. Espero que ahora se lo quiten, o le den el de Doctor Horroris Causa.
Nos apalea y después le damos un premio.¿Seremos masoquistas?
http://www.ehu.es/p200-content/es/contenidos/noticia/20130315_honoris_causa/es_info/info.html

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