Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

¿Nacemos egoístas?

http://www.youtube.com/watch?v=zoREXT8qT7g&sns=em

14 comentarios

Maria Jose Martin Sanchez 29 de noviembre de 2012 at 09:21

Está claro y demostrado en múltiples experimentos que somos seres gregarios y, como tales, genética e instintivamente preparados para compartir. Es el aprendizaje social el que nos enseña a comportarnos de manera egoista, de manera antinatural y, como se puede notar a simple vista, con resultados nefastos.

Responder
Akelarre 29 de noviembre de 2012 at 09:52

Ya lo expresó claramente Víctor Manuel en su canción «Soy un corazón tendido al sol»: […Nuestra sociedad, es un buen proyecto para el mal…].
Mientras no cambiemos el modelo social a uno más humanitario y menos competitivo seguiremos igual. Necesitamos nuevos modelos educativos y productivos, para conseguir una sociedad justa.

Responder
Jokin_Zabal@ 29 de noviembre de 2012 at 12:10

No, como tantas otras cosas es cultural, tan solo un comportamiento aprendido.
Un abrazo, Juan.

Responder
Yo mismo 29 de noviembre de 2012 at 13:04

Lo he reenviado, es conmovedor y muy didáctico. Un saludo a tod@s los rebeldes con causa conocidos y anónimos.

Responder
Jacinto Martin-Prat Valls 29 de noviembre de 2012 at 13:14

Muy bien escrito tu artículo,Juan.
Me gusta mucho,un saludo.

Responder
Fahrenheit 451 29 de noviembre de 2012 at 15:28

Los niños nos enseñan cual es la verdadera esencia del ser humano… pero para ellos es fácil: aún no han sido escolarizados y debidamente adoctrinados, y tampoco han recibido la debida programación televisiva. Las pobres criaturas aún no han tenido tiempo de ser VÍCTIMAS DEL SISTEMA. Así cualquiera es generoso, amos anda…

Responder
Isabel 29 de noviembre de 2012 at 16:07

Las opiniones también son hijas de la cultura imperante. Nacemos egocéntricos y la etapa dura bastante tiempo. Al hacernos mayores, el madurar como adultos tendría que comportar -no por razones culturales sino naturales, de supervivencia- el hacernos superar esta fase. Muchos no lo hacen, más de los que nos pensamos.
Lo anterior lo he contestado directamente, sin ver el vídeo. Estos niños
1. YA están socializados.
2. Es una edad en la que ya se ha aprendido al «otro» como diferenciado de «uno mismo».
En esta etapa se observan dos cosas (y en el vídeo se ven claras)
1. Lo instintivo es compartir cuando ves que el otro no tiene nada. Correcto. Lo sano es sentir una sensación de incomodidad cuando tú disfrutas de algo y el otro se queda mirando. Ahora, si no lo ves, ya es otra historia (que justamente la estamos viviendo).
2. Uno se queda con el trozo más grande para sí.
.. unos tratarán de igualar los trozos (pero ya vemos que algunos no dan tiempo de reflexionar mientras el otro lo intenta)
.. otros se apoderan directamente del mayor. «Ya han repartido».
Juega un factor que ya es personal. Desde pequeños se ven niños
a. Que dan más de lo que se quedan.
b. Que tratan de hacer partes iguales.
c. Que se quedan con la mayor parte.
Y el tipo c, sin ninguna enseñanza de por medio que les imbuya que está mal eso de quedarse con la mayor parte, es el más abundante.
Un ejemplo y viene de antiguo. Se regulaba por normas de educación aquello de respetar los turnos para tomar una porción de un plato en común (sea aperitivo de tortilla, de gambas, calamares, aceitunas, una ensalada, patatas fritas, lo que fuera).
Si no se regula (y comprobadlo cuando queráis) el comportamiento tiende a que unos se abalanzan sobre el plato que les gusta y tratan de engullir -literal- el máximo, pasando del resto.
Hoy, estas normas de buena educación -muy, muy útiles- ya no están tan extendidas y, ¿nadie se ha encontrado nunca que va a pillar una croqueta y ya no quedan?. Venga, seamos serios. Y honestos, que es todavía más importante.

Responder
JoseMan 29 de noviembre de 2012 at 16:17

Una buena pregunta Juan. ¿Nacemos egoístas?
Creo que no se nace, se aprende. Por tanto, dependiendo de lo que viven así se comportan, pasa también con las agresiones, si ven de pequeños en su entorno agresiones, egoísmos, existirá todas las posibilidades que de adultos serán agresivos y egoístas, etc.
Saludos

Responder
isol 29 de noviembre de 2012 at 16:40

Hay una frase de G. García Márquez en la que dice que lo más importante que recordaba de su infancia era la educación, aunque la tuvo que interrumpir para ir a la escuela. Sin detrimento del derecho universal a la educación, bien es cierto que algunas sociedades educan básicamente en aprender programaciones y en reproducir esquemas egoístas, medianamente egoístas y muy egoístas. Una sencilla forma de sacudirse el egoísmo de encima es empezar el día dando gracias por todo cuanto aparece ante nuestra vista. Dar gracias hasta por lo que no nos complace, pues nos brinda una estupenda oportunidad para cambiarlo hasta que sí nos guste y nos satisfaga.

Responder
Carme Pont Bonsfills 29 de noviembre de 2012 at 19:27

La gente no nace: se hace. La genética influye muy poco. Yo veo demasiado egoísmo, incluso en los que parecen altruístas. A lo mejor es necesario para la supervivencia.

Responder
Isabel 30 de noviembre de 2012 at 11:32

Replico al comentario de Carme Pont. Parece mentira que tras tantos años de pruebas todavía andemos con la misma discusión. Y con los mismos errores. Están los partidarios de que todo es genético y los hay partidarios de que todo es ambiental. Y no es cierto. Es la combinación de ambos, el fenotipo que se llamaba cuando yo estudiaba Biología. Por eso, dadas las mismas circunstancias, un niño se cría de un modo y otro de otro, porque no son, no venimos al mundo, como una tabla rasa.
En cuanto al egoísmo -no la codicia ni la avaricia-, no deja de tener razón. ES un ingrediente de supervivencia. Este tema da mucho de sí, con muchos matices, porque la palabra egoísmo lleva una carga subjetiva tremenda, igual que ocurre con la agresividad que también es un componente básico y vital, pero suele confundirse con destructividad, que no es lo mismo ni por asomo. En cuanto al altruismo, esto también ha sido discutido y lo hay auténtico y lo hay aparente. Si rascamos un poco encontramos motivaciones muy discutibles. A este respecto, una lectura muy clarificadora para las razones del comportamiento humano la tenemos en «Comentarios sobre el vivir» de Krishnamurti. Una pena que no se le tenga más presente.

Responder
jose luis 30 de noviembre de 2012 at 17:53

Es curioso que elijas este tema para la demostración.
En antropología se elige uno parecido para verlo:
«Si a dos niños se les ponen unos caramelos a cierta distancia y se les dice: son de aquel que llegue antes a ellos, ambos correrán para ser el primero; pero está demostrado que el niño egoísta correrá por encima -incluso- de sus posibilidades normales aún cuando no tuviese hambre o no le gustasen mucho los caramelos».
Desgraciadamente Adam Smith siempre gana.

Responder
Antonio Gonzalez 30 de noviembre de 2012 at 22:04

Esa pregunta me recuerda lo dicho por Bertrand Rusell :
» Nadie nace estúpido, la educacion lo hace estúpido.»
Nadie nace egoista, deformacion social con sus falsos
valores es lo que hace la gente egoísta, cuando nuestros
pariente lejanos comenzaron la marcha hacia lo que
somos hoy, seguro la solidaridad era importante.

Responder
Macu 8 de diciembre de 2012 at 12:09

Ni egoísmo ni altruismo, lo que es innato es el instinto de supervivencia. El niño cuando nace se apega a la figura materna (madre biológica o sustituta) porque le proporciona aquello que necesita para seguir viviendo: alimento, calor y cuidados. Es el apego, que no se produce como románticamente pensamos a veces porque el «amor» del niño sea el más puro y desinteresado, ni mucho menos, sino porque los instintos de esa criatura la arrastran a ello. De hecho, yo diría que es el amor más interesado ya que lo que está en juego es la propia existencia. La cría es egoísta con la madre, demandante y absorbente, pero nada de esto tiene un componente moral, sino biológico. Un lactante que no fuera egoísta no sobreviviría, basta ver una camada en estado salvaje: los más fuertes se aferran a las tetas y sobreviven mientras que los más débiles a veces ni siquiera llegan a alcanzar el alimento.
Pero más adelante se cambian las tornas. Somos seres sociales y también necesitamos del grupo para sobrevivir, por tanto cuando esa cría va creciendo va desarrollando otro mecanismo de supervivencia: la empatía, que es el que le permite conectar con los otros individuos del grupo y crear lazos con ellos. Por eso, se va abandonando el egoísmo inicial en pro de un comportamiento colaborativo. El niño de dos años no comparte sus juguetes, y puede agarrarse una buena si alguien intenta quitarle algo que él considera «suyo», sin embargo, a medida que va madurando va descubriendo el sentido del compartir, que es más divertido jugar con otros y que si quiere que los demás le dejen utilizar sus cosas él también tiene que ceder y dejar sus posesiones.
A lo largo de la vida, lo sano es ir madurando y combinando estas dos pulsiones de egoísmo y empatía. No podemos ser tan empáticos que nos olvidemos de nosotros ni tan egoístas que demos de lado al prójimo, ya que todos nos necesitamos. «Ama a tu prójimo como a ti mismo», ni más ni menos. Quien no ha aprendido a amarse no puede amar a nadie y el amor propio tiene también un componente de ese «egoísmo» innato que nos hace agarrarnos a la vida. No es malo. Lo malo es el desequilibrio, la inmadurez de no llegar a alcanzar la empatía, el convertirnos en seres cerrados en nosotros mismos sin ver más allá de nuestras narices. Y lo es porque no estamos hechos para el egoísmo sino para la apertura.
En cuanto a los niños del vídeo, a mí no me prueban nada. Esos niños no son tabula rasa sino que tienen una edad en la que ya han sido socializados. Por otro lado me resulta absurda la dicotomía naturaleza/cultura, pues incluso antes del nacimiento ambos elementos están interrelacionándose.

Responder

Dejar un comentario