Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Libertad para el capital, crisis, desigualdad y pobreza para el resto

Publicado en ctxt.es el 4 de noviembre de 2016

Un estudio publicado el pasado mes de octubre por dos economistas del Fondo Monetario Internacional, (Davide Furceri y Prakash Loungani, The Distributional Effects of Capital Account Liberalization), ha demostrado que cuanto mayor es la libertad de movimientos del capital más elevada es la desigualdad.

Los autores reconocen en su trabajo algo que es muy típico de la economía ortodoxa: se da por hecho que la liberalización de los movimientos de capital es muy positiva porque genera crecimiento a largo plazo y mayor bienestar pero no se comprueba si eso es realmente así para toda la gente. Como dicen estos economistas, si esos efectos benéficos afectan por igual a todos los grupos de población «no ha sido objeto de mucho estudio».

La conclusión a la que llegan en esta investigación es muy importante por venir de dos economistas nada sospechosos de radicalismo izquierdista y, sobre todo, porque se deriva de un estudio realizado para muchos países (149) y para un periodo de tiempo muy largo (1970-2010).

Los autores estudian tres vías por las que la mayor libertad de los movimientos de capital suele aumentar generalmente la desigualdad, tal y como ellos confirman en su investigación. En primer lugar, porque está asociada a sistemas financieros menos inclusivos que aumentan las tasas de pobreza. En segundo, porque esa mayor libertad suele anticipar crisis financieras que generalmente terminan con efectos muy asimétricos sobre la población y, finalmente, porque limita el poder de negociación de los trabajadores y eso hace que caiga la participación de los salarios en la renta nacional.

En resumidas cuentas, los datos demuestran que la liberalización concentra aún más las rentas y genera mayor desigualdad.

Pero no solo eso. Además, sabemos desde hace tiempo que la mayor libertad para los movimientos de capital está asociada a más inestabilidad y a mayor número de crisis financieras.

Para que se vea de la forma más sencilla posible esa coincidencia, pongo a continuación dos gráficos en los que se comprueba (a la izquierda) cómo el mayor grado de liberalización del capital se corresponde claramente con un mayor número de países con crisis financieras y (a la derecha) que hay una clara correspondencia a lo largo de mucho tiempo entre la evolución de ambos fenómenos (más países con crisis y liberalización de capital) con la desigualdad. Como puede comprobarse, las dos gráficas suben o bajan en los mismos periodos de tiempo, lo que significa que los fenómenos que reflejan coinciden). Es fácil comprobar que hay un periodo (1945-1970) en el que prácticamente no hay ningún país que sufra crisis financieras, que tiene bastante menos desigualdad (reflejada como una menor participación del 10% más rico en el total de la renta) y muy poca libertad de movimientos para el capital. Y al revés, también se comprueba fácilmente que cuando hay más desigualdad y más crisis es justamente cuando hay mayor libertad de movimientos del capital.

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Otros estudios también han demostrado que la liberalización del capital no solo no reduce la pobreza, como se empeña en afirmar sin ningún fundamento empírico la «sabiduría» económica convencional, sino que, por el contrario «está asociada a una menor participación de los pobres en el ingreso» (Philip Arestis y Asena Caner, Capital account liberalisation and poverty: how close is the link?).

Esta coincidencia entre mayor libertad para el capital y mayor número de crisis, más pobreza y desigualdad más elevada no es ni mucho menos casual. En un artículo que publiqué hace unos meses (¿Para qué sirven los sindicatos?) mostraba que otras investigaciones han demostrado que hay un mejor rendimiento económico, mayor actividad, más empleo y más inversión productiva cuando hay más afiliación sindical. Es así, porque ésta hace que aumenten los salarios y eso empuja las ventas y, al mismo tiempo, los costes laborales más elevados obligan a las empresas a innovar y, por tanto, a realizar más inversiones productivas que incrementen la productividad. Y esta mayor inversión productiva debilita la pura especulación financiera que, entonces, se convierte en realidad en un estorbo.

Por el contrario, cuando se combate a los sindicatos y se hacen reformas laborales simplemente orientadas a aumentar el poder de negociación de las empresas, la afiliación sindical disminuye (entre otras razones porque se difunde el miedo a sindicarse y se castiga a los trabajadores sindicados). Eso hace que los salarios bajen y que las empresas comiencen a aumentar fácilmente sus beneficios, sin necesidad de preocuparse por innovar o invertir en productividad. Pero como los salarios más bajos hacen que disminuyan las ventas y la menor inversión y la productividad más reducida hacen que disminuya la actividad productiva y el rendimiento del capital dedicado a ella, lo que ocurre es que el ahorro empresarial (que se concentra cada vez más en las empresas con gran poder de mercado o con clientes cautivos) se va a la inversión financiera que es la que tiene entonces una rentabilidad mayor y más rápida. Y así se incrementa la financiarización y, lógicamente, las demandas de mayor libertad para los movimientos de capital que la alimentan. Pero cuando se liberalizan, los capitales se expanden como un gas a la búsqueda de ganancia inmediata y fácil y eso crea una gran inestabilidad financiera que se agrava porque, además, esos dos fenómenos (menor rentabilidad en el lado productivo y mayor en el financiero) desatan el endeudamiento, bien para poder salir adelante como sea, en el primer caso, bien para apalancarse y multiplicar la inversión especulativa en el segundo.

Es verdad que el estudio de estos dos economistas del Fondo Monetario Internacional no ha descubierto el Mediterráneo pero, al menos, sirve para corroborar la realidad. Y aunque al final no se atreven a condenar claramente la liberalización del capital sino que se limitan a pedir prudencia, su investigación sirve para comprobar que cuando se da mayor libertad para el capital no se consigue que mejore el rendimiento económico sino que los grupos sociales ya de por sí más ricos aumenten todavía más sus ingresos, sus privilegios y su poder de decisión.

Si este mundo tuviera la cabeza en su sitio nunca se hubiera permitido que los capitales y mucho menos los terroríficamente especulativos de nuestra época tuvieran la plena libertad de movimientos que tienen. Le damos al dinero y a los grandes propietarios la libertad que negamos al conjunto de los seres humanos y a los desheredados (por culpa del dinero, por cierto) en particular.

En aras de darle libertad a los capitales se hace esclavas a las personas. ¡Y se llaman liberales quienes defienden eso!

La evidencia empírica demuestra que esa libertad se traduce inevitablemente en crisis desastrosas que producen un daño tremendo a las personas, a las naciones y a la naturaleza. Sabemos que sus costes son mucho mayores que sus beneficios y que no hay una mínima razón científica que pruebe que la completa liberalización de los capitales es mejor para las economías que su control. No se puede justificar ni siquiera asumiendo las hipótesis más disparatadas de la economía liberal: que todos los mercados son de competencia perfecta (algo materialmente imposible) y que todos los seres humanos nos comportamos con información perfecta y gratuita, no solo sobre todas las circunstancias presentes sino también futuras, y como si cada uno de nosotros solo fuésemos una simple agencia de maximización del beneficio o la utilidad en busca siempre de nuestro propio y exclusivo interés.

Cuánta razón llevaba John K, Galbraith cuando decía en su libro La cultura de la satisfacción que «los disparates de los ricos pasan en este mundo por sabios proverbios».

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3 comentarios

Brillante 7 de noviembre de 2016 at 13:41

«Le damos al dinero y a los grandes propietarios la libertad que negamos al conjunto de los seres humanos y a los desheredados (por culpa del dinero, por cierto) en particular.»
pero entonces cual es el problema ¿la libertad de capitales o la no libertad de ciudadanos? por lo que se entiende de su texto, el problema sería que no se da libertad a ambos, no la primera.
«En aras de darle libertad a los capitales se hace esclavas a las personas. ¡Y se llaman liberales quienes defienden eso!»
La esclavitud es un hecho en el que no interviene la voluntad, la libertad individual, agencia de decisión. Un ser humano hace esclavo a otro en contra de su voluntad. La deuda privada exterior es deuda que unos agentes en concreto la adquieren, internalizando sus costes y consecuencias. Si un banco o Telefónica se endeuda con capital extranjero para sus operaciones dentro de España … ¿en qué esclaviza a las personas? Si el gobierno de un país gasta más de lo que ingresa, y por tanto, tiene que pedir deuda a los capitales extranjeros … entonces sí podríamos decir que se está endeudando a la ciudadanía sin su consentimiento … pero no esclavizárlos. El uso de este termino es un sin sentido.
Saludos.

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Marina 8 de noviembre de 2016 at 10:17

Un gobierno elegido democráticamente debe velar por el bienestar de todos los ciudadanos. De ello se desprende que sus políticas económicas y las secuelas que de ellas se deriven, han de ser previstas al máximo. También el Gobierno debería mantener una postura de constante vigilancia de los grandes capitales del paÍs para que consecuencias de sus actividades económicas, con buenos o malos resultados; sean asumidas exclusivamente dentro de su ámbito «privado».
Las aportaciones de los ciudadanos al Estado ( lo «público) sólo pueden redundar en beneficios para las personas,
…Y sí, se puede hablar de esclavos o cautivos cuando, «en contra de la voluntad» de los ciudadanos y sin mediar consulta alguna, un Gobierno decide emplear dinero procedente del erario «público» en el rescate de capitales «privados».
Un saludo.

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Miguel Mayol Tur 18 de noviembre de 2016 at 11:42

Enhorabuena por el artículo sobre monedas locales, lástima que lo científico se lea (y crea como si esto – las CC. EE. – fuesen una religión) menos que las soflamas mentirosas a propósito que otros escriben.
Respecto a este artículo lo que Piketty le sirve para USA, en la UE parece no indicar la desigualdad (inequality for all) tan bien como una hipotética gráfica sobre al evolución del reparto salarios / beneficios, Esta gráfica de acciones / PIB / Salario medio de barómetro social http://barometrosocial.es/wp-content/uploads/2014/12/a_s_p-300×257.png explica mucho mejor que la del premio nobel lo que ha pasado últimamente en España con la política de rentas de los gobiernos anti rentas de los .asalariados.
Y precisamente el no haber subido el salario por hora, y rebajado la jornada media al menos un 20% como han hecho las economías mas democráticas y formadas como la alemana, danesa u holandesa es la que ha empobrecido relativamente respecto de la media de la UE28 a España un 10%.
El que los beneficios tengan mas parte de tarta (y menos los salarios) hace que la tarta cada vez sea mas pequeña como todos los modelos econométricos (Ciencia Económica y no soflamas mentirosas neoliberales) explican. Pero ya los faraones egipcios, en épocas de vacas flacas se ponían a hacer obras públicas para REPARTIR EL EMPLEO.

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