Acaban de condenar a J. A. Barroso, alcalde de un pueblo de Cádiz por Izquierda Unida, por llamar al Rey Juan Carlos «hijo de un crápula», «una persona de condición licenciosa, deplorable, deleznable, no menos licenciosa que la de su esposa», de «acostumbrada vinculación etílica». Su discurso se basa en frases como «al Borbón aunque no le colguemos de los intestinos de los obispos lo tendremos que echar, más temprano que tarde, de forma democrática». También hoy leo que el también alcalde y parlamentario andaluz J.M. Gordillo llamó al consejero de empleo de la Junta de Andalucía «cabronazo».
¿A qué juega Izquierda Unida con este tipo de discursos? El alcalde Barroso dice estar contento del juicio porque gracias a él se «va a favorecer el debate sobre la naturaleza del ciudadano Juan Carlos de Borbón y su entorno familiar y empresarial» y supongo que Gordillo también creerá que así se va a poner en cuestión la política de empleo. De hecho, los dirigentes de la colación han hecho un llamamiento para que apoyemos a Barroso, no sé si también más tarde a Gordillo. Yo, desde luego no apoyo ese tipo de discurso «político». Todo lo contrario. Soy republicano y de izquierdas pero lo que estoy empezando a comprobar es que con este tipo de «análisis» las ideas republicanas y las de izquierda se desprestigian cada vez más porque mucha gente, como yo mismo, lo que sentimos es vergüenza, mucha vergüenza de tener esos compañeros de viaje.