El ex presidente español José María Aznar decía hace unos días que no le gusta que se prohiban cosas en relación con la campaña gubernamental dedicada a impedir que se conduzcan vehículos después de haber bebido: «A mí no me gusta que me digan no puede ir usted a más de tanta velocidad, no puede usted comer hamburguesas de tanto, debe usted evitar esto y además a usted le prohíbo beber vino… Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás» (En El País).
Sin embargo, el candidato al ayuntamiento de Barcelona por el partido de Aznar dice que prohibirá la prostitución y la mendicidad porque «prohibir es garantizar la libertad» (En La Vanguardia).
¿Qué les pasa, que no se ponen de acuerdo o que en realidad sí les gusta prohibir pero sólo lo que les interesa?