Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Abrumado

  He recibido tal número de comentarios y mail en relación con mi propósito de dejar la web que me siento abrumado. No los voy a colocar esta vez porque me da vergüenza pero los agradezco infinitamente. Tanto que, aunque mis planes eran otros, creo que me equivoqué y que merece la pena seguir con ella.
 Y ya que rectifico, ¿cómo no celebrar aquí con uno de sus poemas el Premio Biblioteca Breve que le acaban de dar a Gioconda Belli, nicaragüense y a quien ya he traido a esta web, por su libro El infinito en la palma de la mano?
 
Ahí va uno:

 

 

  Los portadores de sueños 

 

  En todas las profecías
  está  escrita la destrucción del mundo.
  Todas las profecías cuentan
  que el hombre creará  su propia destrucción.
 
  Pero los siglos y la vida
  que siempre se renueva
  engendraron también una generación
  de amadores y soñadores;
  hombres y mujeres que no soñaron
  con la destrucción del mundo,
  sino con la construcción del mundo
  de las mariposas y los ruiseñores.
 
  Desde pequeños venían marcados por el amor.
  detrás de su apariencia cotidiana
  guardaban la ternura y el sol de medianoche.
  Las madres los encontraban llorando
  por un pájaro muerto
  y más tarde también los encontraron a muchos
  muertos como pájaros.
  Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
  y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
  por un invierno de caricias.
  Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,
  atacados ferozmente por los portadores de profecías
  habladoras de catástrofes.
  Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
  dijeron que sus palabras eran viejas
  y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
  es antigua al corazón del hombre.
  Los acumuladores de riquezas les temían
  lanzaban sus ejércitos contra ellos,
  pero los portadores de sueños todas las noches
  hacían el amor
  y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
  que no sólo portaban sueños sino que los
  multiplicaban y los hacían correr y hablar.
  De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
  como también había engendrado
  a los que inventaron la manera
  de apagar el sol.
 
  Los portadores de sueños sobrevivieron a los
  climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
  generación espontánea.
  Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias
  torrenciales tuvieron algo que ver con esto,
  la verdad es que como laboriosas hormiguitas
  estos especímenes no dejaban de soñar y de construir
  hermosos mundos,
  mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
  llamaban compañeros,
  que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
  en las muertes,
  se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se
  ayudaban en el
  arte de querer y en la defensa de la felicidad.
 
  Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,
  de todas partes venían a impregnarse de su aliento,
  de sus claras miradas,
  hacia todas partes salían los que habían conocido
  portando sueños soñando con profecías nuevas
  que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
  y de que el mundo no tendría que terminar en la
  hecatombe.
  Por el contrario, los científicos diseñarían
  puentes, jardines, juguetes sorprendentes
  para hacer más gozosa la felicidad del hombre. 
           
  Son peligrosos – imprimían las grandes rotativas
  Son peligrosos – decían los presidentes en sus discursos
  Son peligrosos – murmuraban los artífices de la guerra.
  Hay que destruirlos – imprimían las grandes rotativas
  Hay que destruirlos – decían los presidentes en sus discursos
  Hay que destruirlos – murmuraban los artífices de la guerra.
           
  Los portadores de sueños conocían su poder
  por eso no se extrañaban
  también sabían que la vida los había engendrado
  para protegerse de la muerte que anuncian las
  profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte.
  Por eso cultivaban jardines de sueños
  y los exportaban con grandes lazos de colores.
  Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
  vigilando los pasajes y los caminos
  buscando estos peligrosos cargamentos
  que nunca lograban atrapar
  porque el que no tiene ojos para soñar
  no ve los sueños ni de día, ni de noche.
 
  Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de
  sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte;
  por doquier hay paquetes con grandes lazos
  que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
  la semilla de estos sueños no se puede detectar
  porque va envuelta en rojos corazones
  en amplios vestidos de maternidad
  donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
  que los albergan.
 
  Dicen que la tierra después de parirlos
  desencadenó un cielo de arcoiris
  y sopló de fecundidad las raíc
es de los  árboles.

  Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
  sabemos que la vida los engendró
  para protegerse de la muerte que anuncian las
  profecías.
 

 

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