Leo esta noticia en el diario El País:
«El pleno del Parlamento andaluz fue ayer el escenario de la demostración palmaria de que los diputados no saben lo que votan y que siguen a pie juntillas lo que le dictan sus jefes de filas, aunque estos se equivoquen. Un error en la indicación de voto por parte del nuevo secretario del grupo socialista, José Muñoz, indujo ayer a todos los diputados del PSOE a pulsar el botón del sí a un paquete de 29 enmiendas presentadas por el Partido Popular a la ley de Aguas, cuando lo previsto era rechazarlas».
Hace unos días, en ese mismo diario Umberto Eco hablaba de este tipo de democracia:
«Hemos llegado al final de la democracia representativa. Cuando en Estados Unidos vota sólo el 50% de los ciudadanos, y uno debe elegir entre dos candidatos, es elegido con el 25%. Candidatos que no son elegidos por el pueblo, sino por la organización interna. ¿A quién representa este candidato? ¿A cuántos ciudadanos representa? ¿Cuál es la diferencia con el sistema soviético, en el que el Sóviet Supremo elegía tres candidatos, luego discutían y elegían a uno? Que en Estados Unidos existe el control de la sociedad civil, los lobbies, las organizaciones culturales y religiosas, industriales, hay una serie de poderes que controla el poder central, y que en la Rusia estalinista no existía. Pero no es una democracia representativa. Estamos llegando a una crisis trágica de la democracia: seguimos simulando que existe la democracia representativa y que soy yo, el ciudadano, el que elige a mis representantes, pero no es cierto».
Y hace unos años, cuando los especuladores presionaban a Lula da Silva en pleno periodo electoral, incluso antes de que llegara a ser presidente de Brasil, el financiero Gerge Soros decía:
«Mientras en la antigua Roma sólo votaban los ciudadanos romanos, en el capitalismo global sólo votan los capitalistas norteamericanos, y lo hacen a través de sus empresas especializadas en determinar el «riesgo-país».
Esta es la realidad de nuestras democracias. Los ciudadanos, ni siquiera todos, votamos una vez cada cuatro años, los poderosos lo hacen diariamente inflyendo a su antojo a los gobiernos y mientras tanto «nuestros» representantes no saben ni lo que votan.
Hasta que pacífica y democráticamente la ciudadanía sabotee todo esto y haga saltar la farsa de los ricos por los aires.